Deambulando… queriendo ignorar de dónde venimos… sin saber a dónde vamos.

    Dice el Mª. Moliner, del Deambular (del lat. Deambulāre): intr. *Andar sin objetivo determinado; no se aplica a distancias muy grandes: ‘Deambular por el palacio [o la ciudad]’. 1 Vagar. 2 *Callejear. A mi concepto la conjugación de este verbo es la más clara definición del actual estado de opinión, generalizado en el mundo del “ecologismo económico folclórico”, donde deambulan en el corto, plazo una variadísima caterva de vividores de toda estofa, a la que ciertamente, en ámbitos que se consideran científicos, se les da la “bolilla” precisa, para ellos seguir viviendo de hipótesis y planteamientos, en los cuales sin aportar una centésima parte de las proporcionadas por J. E. Lovelock, se permiten incluso, cuestionar hechos y acaecidos debidamente contrastados por la paleontología y la climatología. No las de computador, sala de conferencias y especial interés en salir en la foto con cita a pie de la misma.

 

    Dado el deambular al que se hace referencia en el párrafo precedente, nos encontramos con la “compartimentación estanca” establecida entre los distintos ámbitos a vivir del cuento: Ciertos Ingenieros se reúnen en fraternidad y campaña con un grupo de industriales y desocupados afines. Hablan y se les llena la boca, con la modernidad de sus construcciones, publicando la gran innovación tecnológica no contaminante de la combustión de gas “natural”, como alternativa a los derivados del petróleo. ¡Toma ecología y ecologismo…! Según se ve, los técnicos, los constructores y los comparsas, saben que deben ser ecologistas, pero no saben que el mal denominado gas “natural”, tanto en una combustión con iniciación por chispa eléctrica, como por reducción de volumen y consiguiente compresión, a la hora de emitir esos malévolos gases en escapes, en el mejor de los casos, doblan a los generados con cualquier combustible líquido, siempre que éste se “queme” a la debida temperatura de ignición.

 

    Claro está, la CEE está ahí para hacer lo que mande la “Kartofelera”. El estudio de combustión en motores diésel, se realizó a petición del interesado gobierno holandés, importante productor de ese mal denominado gas “natural”. Los resultados son apabullantes y  desconocidos por el importante colectivo técnico a que hago referencia. Por añadidura, por esos innovadores constructores y como no, por los ecologistas asistentes al “mitin”.

 

    Este hecho, que puede resultar anecdótico dentro de ese mundo del deambule o merodeo cual coyotes, eso sí, muy ecológicos, puede ser extrapolado a cierto Municipio, donde las “frugonetas” para circular por determinados barrios de su casco histórico, deben de ser propulsadas a gas “natural” y/o electricidad. De las primeras qué decir. Parece ser que aunque se desconozca, ya lo dijo el pasado mes de septiembre la “European Federation for Transport and Environment AISBL”. Del “eléctrico”, más antes que después, cuando les pase el “calentazo”, se dirá lo mismo. Tendrán que dejar de “joder la marrana”, a la vista del rendimiento real de dichos artilugios, coste de reciclados y un largo etc. de imprevistos. En ese momento nos propondrán que andemos en bicicleta, pero de las convencionales.

 

    Hasta aquí, el “barrabas de turno”, a contracorriente de los bien pensantes: “ecologistas”, “políticos lila”, “estultos pijo progres”, “buenistas” y especies afines.

 

    Ahora y de  modo muy sucinto una ligera aproximación a la paleontología. A los “barrabases”, como el que esto escribe, “tratan de recordarnos, como si no lo supiésemos, que se están exterminando cientos de especies vivas…” claro que lo sabemos so…  “tarugos”…, lo que dudamos es que ellos sepan (los “ecologistas”, “políticos lila”, “estultos pijo progres”, “buenistas” y especies afines), que existió el Cámbrico, y en esos más o menos 600 millones de años, surgieron y desaparecieron entre 10.000 y 50.000 millones de especies animales y vegetales, de las que no tenemos constancia; sin perjuicio de que por las aproximadas 275.000 especies fósiles, a poco que recurramos a C. Darwin y la consiguiente evolución biológica por selección natural, se alcanzan esas imponentes cifras a las que hago mención. También es cierto que las influencias de la combustión de carbón, derivados del petróleo, residuos nucleares e incluso “buenas” combustiones de gas “natural”, me consta que no tuvieron participación alguna, como tampoco las lógicas demandas alimenticias de los más voraces depredadores y sus pedos, presentes a lo largo de esos 600 millones de años a los que me refiero.  

   

   Señores “ecologistas”, “políticos lila”, “estultos pijo progres”, “buenistas” y especies afines, sigan los dictados y déjense insultar por la “analfabeta sueca”, pues al final, todo me conduce a creer que los realmente analfabetos son ustedes. Los insultados, consentidores y seguidores.

                                Capt. Willie