Aquellos que en un lejano día tuvimos la suerte o desgracia de destacar
o salirnos de la tónica del momento y en el momento, en los entornos en los que
nos movíamos, lógicamente se nos consideraba “peligrosos” ya que poníamos en
cuestión “derechos adquiridos”, en base a “hipotéticos” servicios prestados,
donde la “hipótesis” de partida se asentaba en ir lentamente tomando
atribuciones, que nadie con capacidad para ello les hubiesen conferido, pero
que a su vez, al no negárselas expresamente, tal auto – concesión iba creciendo
en oportunidades y provechos. Una vez “adquiridos” estos, no estaban en
disposición de que se les cuestionasen y menos aún, ceder esas prebendas
sociales y económicas que ese staff auto – adquirido les confería.
Así el
que esto suscribe y desconociendo la existencia del concepto que encabeza el
presente, vivió en primera persona y por partida triple los efectos de la
manipulación interesada de aquellos retribuidos auténticos usurpadores de
atribuciones y funciones. A tal fin y fruto del desenfado de los pocos años e
inexperiencia, fui presa fácil de los manipuladores interesados, debiendo de
agradecer siempre y en cada uno de los tres ámbitos a los que oportunamente
aludo, la existencia de personas que con su integridad moral y autoridad a ellas
sufragáneas, me protegieron del soterrado descredito, al que interesadamente me
llevaban comentarios más o menos afortunados, convertidos en “cuentos y
chascarrillos”, unas veces por mi referidos y en la mayoría de las ocasiones, dichos
por otros e indebidamente a mí atribuidos.
Sí
dentro de una rama de los ejércitos y de la correspondiente orden religiosa, en
cierta medida padecí el efecto de “gaslighting”, en el ejercicio profesional,
encuadrado como Jr. dentro de una gran organización financiera – industrial –
minero - naviera, quedaría muy muy corto, sí hablase de “tiros” y “puñaladas”. Debiendo
aclarar que en aquellos inicios de la década de los 70s, dentro de aquel
emporio económico, era “sinónimo de sombra” para propios y extraños. Mi
formación académica, en principio, rompía con los estándares habituales. No
pertenecía a la cultura religiosa imperante, mi patrimonio económico personal
(al margen del familiar) era prácticamente inexistente; acababa de comenzar a
vivir de mi salario. En lo personal un gran capital, que ascendía a los 1,175.00
US.$. quincenales, por 27 quincenas anuales, incluidos los 28 días de
vacaciones retribuidos, más gastos y dietas de viaje, cuando por razones
laborales me enviaban fuera del área de mi residencia. A modo permanente y dado
lo limitado de mis ingresos, me alojaba en la residencia de una universidad
católica, en una zona céntrica de la ciudad y pagaba mi alquiler en base a
colaboraciones como “asociado” a los departamentos de Física y Geografía e Historia,
de la referida universidad.
Con
“toda lógica”, dado lo limitado de mis ingresos, era en esencia y potencia el “perfecto
sujeto a corromper”. Así, un no bueno pero sí excelente día, una importante
corporación, con la que mantenía relaciones laborales de inspección y recepción
de sus prestaciones de servicios hacia mi empleador, tras adornarme mucho la
“mordida” a “cambio de nada”, me propuso el hacerme un regalo, en una única
entrega, de la astronómica para mí cantidad de 150,000.00 US.$. (Vamos, casi
cinco años de salario, todos de un golpe y por la puritita cara). Aunque
totalmente sorprendido, acogiéndome al conocido dicho: “cuando la limosna es grande, hasta el
santo desconfía”, les mostré mi total
acuerdo, pero condicionando la recepción de dicha cantidad por ingreso en la
cuenta bancaria que oportunamente les indicase. Mostrado el acuerdo por parte
del “corruptor”, tras comprobar por mí la entidad y cuenta bancaria contra la que
libraban mi cheque quincenal, facilite al “corruptor”, dicha entidad y número
de cuenta, desentendiéndome del asunto y partiendo de viaje a cumplir con el siguiente
mandado.
Transcurrido un tiempo que hoy no puedo precisar, pero seguramente próximo
a las dos semanas, cuando “caigo” por la oficina, tengo una nota encima de mi
mesa de trabajo, donde me ordenan que sin previa cita pase por el despacho del
Director Financiero. Así y una vez conocida la ubicación en el espacio y lugar en
el que se encontraba dicho importante empleado, me dirigí allí. Tras acceder a
secretaria y acreditar por la tarjeta de identificación quien era, me
anunciaron y, cuál no sería mi sorpresa, cuando uno de los jefes, de los jefes,
de los que estaban detrás de los jefes, salió personalmente a recibirme,
dándome la bienvenida y dirigiéndose a mí por mi propio nombre.
Después
de tan “imponente” recepción, me pidió que le explicase de forma comprensible a qué
obedecía aquella cuantiosa y extraña transferencia, ya que por más que trató de
informarse a través de la firma impositora, no conseguían localizar a la
persona que pudiese dar clara explicación a dicho ingreso. Por mi parte me
limité a decirle, que en su momento, consideré que me estaban pretendiendo
sobornar y que si las ganancias de nuestra demanda de servicios les permitía corromperme
en esa cuantía, yo a nivel personal razoné, que a la mejor defensa de los
intereses por mi representados, lo podía considerar como un “rappel” o “descuento” que nos hacían a las
habituales facturas.
Sospechando
dicho Sr. que tal operación era ni más ni menos que un movimiento de “acoso y
derribo” contra mí, me sugirió que no comentase con nadie dicho incidente.
Incidente que en un corto periodo de tiempo se repitió con cierta asiduidad.
“Jodiéndose” bien “jodidos” aquellos que trataron de desbancarme en base al
desprestigio. Honradamente he de decir, que tan importante empleado, cuando
pasado el tiempo fue él mi subordinado, siempre me mostró y manifestó su
respeto, consideración y aprecio, sirviendo a la corporación y a la familia con
total entrega. Entrega que en tercera generación ejercen dos de sus
descendientes, a través de los cuales sé de las vicisitudes por las que
discurren sus muchos años.
De
los hechos que relato en los anteriores párrafos, tengo dos testigos de primera
magnitud, quienes por si mismos son conocedores de los hechos, ya que ambos me
previnieron sobre las trampas que se me estaban tendiendo.
Las
afirmaciones que anteceden y que a posterioridad, a modo resumido describo, son
las que, por supuesto y en la correspondiente escala, están sufriendo y
padeciendo desde Mr. D. Trump a J. Bolsonaro, pasando por S. Piñera, I. Duque o
el gobierno de Bolivia, del que sin conocer a más componentes que a la Dr. K.
Longaric, sé que no puede ser un narcogobierno. Yo, tal cual describí, les “hacia
sombra” y los “sombreados” hicieron todo lo posible por aplicarme los terribles
efectos del “Gaslighting”. A los citados Presidentes y Gobierno de Bolivia, lo
que le están haciendo los hampones políticos, en algunos casos predecesores de
ellos en el cargo, y altos funcionarios públicos, en ingles se denomina “Deep
State”, gústeles o no a los “zurdos” USA, el “buen musulmán, al decir de su
abuela, el mismo, casado con la de las anchas espaldas de estibador portuario,
que cuando habla de los Caucasianos, por no ser racista, nos llama “blanquitos.
¡Jodida negrita…!; la que perdió cuando tenía que haber ganado, esa… la esposa,
amiga con derecho a roce o lo que sea o fuese del “mete mano a fandango ajeno”
en el despacho oval. El mismo que construyó los mil quinientos (1.500) Kilómetros
de muro fronterizo con los EE. UU. Mexicanos. ¿Qué decir de la “ancianita,
antigua niña de las monjas” y su acierto al recomendar la visita de chinatown
en Frisco…?
Dentro de ese – este “Deep State”, me pregunto y pregunto a quién
respuesta pueda darme ¿Cómo se atreve el jeta desvergonzado y alcahuete del “Kapo”
del inmenso campo de concentración chino, el vividor comunista etíope, el qué
al mandado del Kapo chino, encubrió la “peste china” durante el periodo que su
jefe necesitó para hacer la ocultación? A hacerle recomendaciones al J.
Bolsonaro, máxime hora que los servicios de inteligencia de los países libres
saben de dicha ocultación, ¿Por qué aún no le dimitieron…? No puedo creer que
esos diez gobiernos a los que en un dado momento cite, tengan que hacerle la
ola a los “indeseables” componentes del “foro de Sao Paulo” y a sus canallescas
resoluciones.
Capt. Willie
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