Antiguo proverbio judío
Qué duda cabe, que apeados por la
rotundidad del proverbio y contenido que de él se desprende, lo hipocorístico
del idioma se fue al “traste”, como a poco más que se empeñen y sí el Espíritu
Santo no lo remedia, se marchará por el mismo camino la ICAR, bajo la nefanda
dirección del “Tano Peronista” y la corte de prelados o “pelados”, de la que, cual
vulgar capo de “piñateros”, se rodea. Entre profesores de educación física,
venidos a doctos especuladores inmobiliarios, a su vez doctores en materias no
académicas, declaradas secretas vía “Bolletino”, experto/s el/los/les en el
pelotazo inmobiliario; “sportistas”, “gourmets” y lo otro…, en los ratos de
ocio, arzobispos como elemento de financiación de las enunciadas aficiones;
“ordinarios” de gustos “finísimos” y ellas orondas, dados a las “plateras”,
fabricantes de “platerinas” y “fundidores de la plata” diocesana”, hasta dejar
sin viabilidad una antigua y hasta hace poco prospera diócesis, y… las que nos
quedan por ver tras los nuevos “alumbramientos”, no nombramientos, a punto de
salir. El que esto suscribe, llegó al pleno convencimiento, que la cabra, el
cabrón, los mordiscos y las coces, se pueden sobrellevar. Lo que no se puede
soportar y mucho menos alcahuetear, es la total “majadería” e “imbecilidad”,
acompañada de la mayor de las canallescas formas y modales de la que hacen gala
los dúos y tríos, que de todo hay, las iglesias vacías y otras “destechadas”, a
punto de caer sus cerramientos. Quizás con esa total compresión hacia el “desvalido
musulmán” (que permite acceder y “administrar” sustanciosos medios públicos de
ayuda al inmigrante) les regalen los derribos para la construcción de su
mezquita. La “rectoral” y fincas anexas no, eso es materia reservada a
financiar posibles “tronadas” de los Sres. ordinarios/as/es.
Fruto del “revulsivo” al que en
sucesivas ocasiones se hizo referencia en los escritos, que bajo el presente epígrafe
de encabezamiento se vienen publicando. El “patrón de funcionamiento” de las
distintas comunidades de labradores judíos, establecidos en las tierras
rebautizadas por los romanos como Palestina, “creaba ampollas” entre la gran
mayoría de propietarios árabes de la tierra. A sus aparceros, en otra hora “sumisos”
y “agradecidos”, la vida, a igualdad de trabajo, les “lucia menos” que a sus nuevos
e inmediatos vecinos los judíos, “lucimiento” que se hacía extensivo a sus
directos descendientes. Los niños judíos estaban escolarizados, lo árabes no.
Estas “pequeñeces” de la vida cotidiana rural, se van convirtiendo en
“grandeces”, donde los malos, que tiene que haber en toda historia que se
precie, eran los judíos, no los “explotadores” (cualquiera que me conozca,
seguro que se sorprende por algunas de mis expresiones), quienes llegado un
dado momento y viendo que “sus enanos” les crecián sin llegar a ser gigantes, recurren
a quienes les puedan sacar las castañas del fuego. Estas, sus castañas, se les
estaban carbonizando a una velocidad pasmosa.
Así de claras las cosas, el
encargado de apagar el fuego que quema las castañas de los propietarios árabes,
es el alto comisario sir John Chancellor, quien siguiendo los postulados
desprendidos del nuevo Libro Blanco, pretende limitar de hecho y derecho
la adquisición de tierras por esos “famélicos, malignos y esforzados trabajadores”,
los judíos y la inmigración de personas, tan dadas a sembrar a la par que la
tierra, el mal ejemplo entre los “sumisos aparceros árabes”. La imagen y los
intereses británicos están en juego. Los propietarios árabes de la tierra son
“jefes” y/o “jefucos” y como tales pueden crear problemas. La “morralla” de
entonces, como tristemente en la actualidad, la de Gaza y Cisjordania, no
cuenta, ni entonces contaba. He aquí la realidad, que de hecho nos separó, separa
y enfrenta. Todo lo demás es accesorio. Lógicamente, tal pretensión prohibitiva
no pudo llevarse a la práctica, por la clara oposición judía, tristemente y a
su vez, no exenta de violencia.
La aparición en el panorama político europeo
y el progresivo ascenso nazi en la Alemania de 1933, con la consiguiente
persecución a los “pérfidos judíos”, intensifican el problema migratorio, dando
lugar a la quinta aliyá que se produce entre los años 1932 – 1938, que
lleva a buscar la supervivencia a cifras próximas totales a las doscientas
quince mil (215.000) personas, lógicamente “estigmatizadas”, eran
judíos. Sí las inmigraciones precedentes hubiesen convulsionado la zona en lo
social – económico, esta, la masiva, alteraba aún más la precaria situación, ya
que no solamente “desestabilizaba el mundo agrario”, donde parece ser que los
“malignos judíos” “impedían” a los “pobrecitos” (pobres y
explotados por sus propios terratenientes y dirigentes) convecinos árabes
la creación de cooperativas agrícolas y/o de comercialización. En estas
“oleadas” los inmigrantes entraban directamente a desestabilizar el
“establishment” reservado a muy pocas familias árabes con “pudientes”: el “cultural”.
Gran parte de los nuevos inmigrantes tenían formación superior universitario –
técnica.
Antes de proseguir, una
aclaración realizada por personas aún vivas y pertenecientes a dos familias
árabes distintas, ambas de religión musulmana y asentadas en áreas geográficas
relativamente alejadas: “la diferencia de trato entre un médico judío de procedencia
alemana y uno local, no solamente estaba en el precio o coste a pagar por
consulta, estaba en los “remedios” y en el trato dispensado al paciente”.
Estoy haciendo alusión a dos “médicos” distintos y con la única relación común
conocida, la de proceder de Alemania. Mis confidentes al respecto, ignoran toda
relación personal o de formación entre ambos galenos. A su vez la ilación de estas
informaciones nace diecisiete y diecinueve años a posteriori de producirse. Entiendo
por las explicaciones de los propios “pacientes”: uno, con un caso de “pústulas”,
tratado con la baba de caracoles mezclada con árnica; el otro de “tosferina”,
donde el “remedio” fue a base del jugo de la hoja de higuera chumba y del
de la remolacha azucarera. Ambos “pacientes”, dada la distancia temporal
de sus recuerdos, sí aseguran la efectividad de los susodichos tratamientos,
pero no hacen memoria de las proporciones y dosificaciones de los “preparados”.
En el segundo de los mismos, remedio de excelente paladar para el entonces “enfermito”,
quien a fin de degustarlo tosía y tosía, hasta que le daban la correspondiente
cucharada del “mejunje”. Insisto, en lo que si se reafirman, es en el excelente
trato recibido, lo económico de las consultas y el pago o cobro de las mismas
en “especies”. Reitero, ambos manifestantes son árabes, musulmanes y hoy ciudadanos
israelís de pleno derecho.
En el periodo que discurre entre
1936 y 1939 los continuos enfrentamientos entre ambas comunidades, la árabe y la
judía se suceden, debiendo dejar claro, que en la gran mayoría de los casos, el
origen directo de las mismas procede de la comunidad árabe, que son los por si
mismos, considerados agraviados, aunque los agravios, siendo muy muy
reincidente, los enfocan a un “enemigo prefabricado” por sus propios
dirigentes, que necesitan para poderlos seguir manejando un “enemigo común que
los aglutine”. Estos hechos conducen a la ineludible represión por parte de las
fuerzas británicas a fin de mantener el orden público. En esta tensa situación
de enfrentamiento social – económico – político –étnico – religioso (exactamente
por este mismo orden), el 17 de abril de 1936 tres “probables inocentes judíos”
son asesinados por árabes, siendo vengados en represalia, con el asesinato de dos
“posibles honrados árabes” al día siguiente 18.05.1936. Estos hechos y el
“envenenamiento” al que la acendrada incapacidad de sus dirigentes les condujo,
dieron comienzo a la lucha guerrillera. Paulatinamente y según actuaba la
guerrilla palestina, los británicos fueron perdiendo el control en los centros
urbanos de población árabe. Recuperados en parte, mor a la directa colaboración
del clan de Ragheb al-Nashashibī, راغب النشاشيبي , quien dado su talante moderado y buenas
relaciones con Abd Allah ibn عبد الله بن حسين, (*2). Éste como recordarán los lectores era a su vez hijo del jerife de
La Meca, el mismo que tras la creación por los británicos en 1923 del estado
Transjordano, ascendió a rey, con la ambición de reunir bajo su corona al área
Palestina que no estaba en poder judío. Por lo explosivo de la situación
creada, el Alto Comisario, planteó la posibilidad de crear bajo supervisión
británica una asamblea, en la que estuviesen representadas ambas comunidades,
la árabe y la judía. Los judíos, que en aquellos momentos representaban aproximadamente
entre un veintisiete y un veintinueve por ciento de la población, con el apoyo
del lobby judío en Londres, lo rechazaron frontalmente. Sin perjuicio,
que a la vez que se mostraba dicho rechazo, se iniciasen en Ginebra negociaciones
entre destacados representantes árabes (que se representaban muy y mucho a sí mismos)
y judíos, las cuales tras un periodo de dos años llegaron a punto muerto. Hecho
que condujo a que en julio de 1937, la Palestine Royal Commission, vulgo
“Comisión Peel”, ya que la encabezaba dicho loor, propuso un reparto de
Palestina, con la remoción, previa indemnizaciones pecuniarias, de la población
árabe inmersa en áreas mayoritariamente judías. Hecho éste que una vez más
rechazaron los “jefes” y “jefucos” árabes, ya que de hecho era amputar un
territorio sobre el que aspiraban “mangonear”. No obstante a lo “crudo” de la
situación, la revuelta – sublevación terminó en 1939, mor a la eficaz
intervención mediadora de las monarquías de Irak, Transjordania y Yemen.
Los
tres años escasos que duró la revuelta, ocasionarón millares de muertos: de un
lado las luchas internas entre “palestinos” y de otro la represión. Gran parte
de sus “jefes” y “jefucos” y algunos de los muy muy “escasos líderes” fueron
detenidos o tuvieron que exiliarse, caso del muftí de Jerusalén, que se
acogió en Alemania a la hospitalidad de su amigo, el criminal A. Hitler. En el
“campo” judío la coincidencia de opiniones tampoco era muy concordante. La
irrupción del sindicalista Laborista David Ben – Gurión דָּוִד בֶּן גּוּרִיּוֹן, en la dirección del
movimiento sionista, ocasionó la total radicalización del ala derecha, que
proponía la creación de un Estado en Palestina, del cual fuesen expulsados
todos los árabes “al otro lado de un muro de hierro”. Este
planteamiento, conocido como “sionismo revisionista”, lo dirigía Ze’ev
“Vladimir” Jabotinsky זאב ז'בוטינסקי, quien fundó el Betar. Esta tendencia, tras su fallecimiento, se
encarnó en dos grupos paramilitares sionistas: el Irgún o por el
acrónimo Etzel y el Lehi o Stern. De estos movimientos
fueron dirigentes dos futuros primeros ministros del Estado de Israel: Menahem
Beguin e Yitzhak Shamir יִצְחָק שָׁמִיר.
En toda Europa pintaban bastos; la guerra
europea estaba en el ambiente. Londres precisaba poner solución urgentemente a
la situación creada en Medio Oriente, a fin de centrarse en el acuciante
problema que le planteaba la Alemania Nazi. A estas alturas, la población judía
alcanzaba cifras próximas a las cuatrocientas cincuenta mil (450.000) personas,
que aunque judíos, para los ingleses y otros pueblos eran personas. Ambos
hechos, el número y su calidad de personas, sin menosprecio alguno hacia los pertenecientes
al linaje de Ismael, conducen a que entre marzo y abril de 1939 se
convocaran reuniones en Londres, con asistencia de las dos ramas de la
descendencia de Abrahán, las cuales, sin buscar culpables, tristemente
resultaron infructuosas.
Como telón de fondo, la situación prebélica
europea. En mayo se publica un nuevo Libro Blanco, al que muestran su
acuerdo los países árabes, pero sin contar con la población árabe palestina.
Entre los acuerdos más importantes que de dicho libro se desprenden, figuraba
el límite en setenta y cinco mil (75.000) inmigrantes judíos en los próximos
cinco años; quedaba prohibida la venta de tierras y propiedades raíces entre
árabes y judíos, comprometiéndose con los árabes palestinos a la concesión de
independencia en el plazo de diez años. El muftí se opuso, dando pie al
desarrollo de violentas revueltas, lo que condujo a algunos de sus dirigentes a
la condena y ejecución por parte de las autoridades británicas. Esta tensa y
beligerante situación, lleva a los judíos como reacción, a la creación de redes clandestinas de emigración, sin
perjuicio de que durante la conflagración bélica europea, del orden de los diez
mil (10.000) árabes palestinos y de los treinta y cinco mil (35.000) judíos,
estuvieron encuadrados en el ejército aliado. No obstante a ello, los grupos Stern
y a partir de primeros del 1944 el Irgun, mantuvieron una clara
beligerancia que con gran dolor de corazón, por parte del que esto escribe,
debe de ser considerada terrorista, actuando contra británicos, árabes
palestinos, y como siempre que de terrorismo se trata, contra todo aquel que pasase
o estuviese casualmente en un determinado lugar y momento. En definitiva: ¡terrorismo
puro y duro!
Vislumbrándose claramente el final del
Imperio Británico y la rápida emergencia de los USA como primera potencia
mundial resultante, los líderes laboristas Weizmann y Ben Gurion,
orientan sus esfuerzos hacia el lobby americano. Este hecho dio como
resultado la “declaración” del 12 de mayo de 1942, conocida como del Hotel
Biltmore de New York, donde la comunidad sionista americana, apoyó de hecho
la creación de una especie de “Commonwealth” judía.
Finalizada la conflagración bélica y en la
lógica y agitada situación subsiguiente: con unos “aliados” donde la
desaparición del panorama político de Mr. W. Churchill y su profundo conocimiento del “concepto dictadura”, ya bajo
designios de un gobierno del Partido Laborista en Londres, una incipiente “guerra
fría” avanzando a velocidad de congelación, la URSS del asesino J. Stalin, progresando
a pasos agigantados en el área, mor a la proliferación y manifiesta incapacidad
de los “jefes” y “jefucos”, unido a la escasez de auténticos líderes. Condicionados
los británicos por el trasfondo de la situación en India y la retirada de Suez
les conduce a replegarse en principio a “Palestina” para reagruparse en el
área. Entretanto la política conciliadora de los USA con el “mundo” árabe, estaban
en juego los intereses empresariales afines al petróleo y a la vez que el lobby
judío pesaba en las elecciones, incrementado por las recientes masacres
cometidas contra él por los criminales nazis. Estas sucintas alusiones conducen
a los USA, a demandar del U.K., que extendiese un mínimo de 100.000 visados a
los judíos desperdigados por Europa. A lo que el U.K. respondió en principio,
proponiendo que los USA se involucrasen en el mantenimiento del orden en la
zona. Los actos de terrorismo con atentados por parte de y contra ambas
comunidades, estaban degenerando en una encubierta “guerra civil”. A tal
propuesta los USA hacen oídos sordos. No obstante, como siempre que se quieren
difuminar responsabilidades, en el periodo de enero a abril de 1946, se crea la
correspondiente comisión anglo – norteamericana, que lógicamente no condujo a
solucionar problema alguno.
Dado lo explosivo de la situación, en el mes
de febrero de 1947, el U.K. le pasa la “patata caliente” de “Palestina” a la
“inmadura” ONU. Siendo de todos un secreto a voces, que la “solución”
propuesta, la partición, significaba la inmediata guerra. No obstante a ello,
como “mal menor” y una forma de “lavarse las manos”, bajo las presiones de los
USA y de la URSS, la Asamblea General de dicho organismo, vota el 29 de
noviembre de 1947 la “Resolución 181”, por la que aprobó la división de
“Palestina” entre árabes y judíos. De forma inmediata, y asediados por los unos
y por los otros, los británicos proceden a la urgentísima retirada de sus
efectivos militares y civiles, evacuación que dieron por finalizada el 15 de
mayo de 1948. Efeméride esta, que coincide con el fin del Mandato del U.K. e
inicio de la situación bélica y belicosa, en la que aun vivimos.
Aquellos que me conocéis, sabéis de mi
diferencia ideológica con el hoy General, en situación de retiro, de las (FDI) y actual viceministro de Economía, Yair
Golán. No obstante a ellas y por ser “ambos muy diplomáticos”, comprendo y
participo de sus recientes y rotundas afirmaciones, admitiendo que al estar en
la actual política, haya tenido que disculparse. Él, como otras muchas
personas, que en la cotidianeidad de la vida vivieron situaciones reales, sabe
y conoce perfectamente, donde empiezan las ideologías políticas y las
convicciones religiosas, como también sabe, con la frecuencia que las dichas
ideologías y convicciones, nos hacen olvidar que detrás de árabes y judíos, de judios y árabes. Lo
único que hay son PERSONAS. En esta, como en otras muchas ocasiones, estoy
contigo Yair.
Capt. Willie
To be continued…
1.- Importante personaje público durante el imperio
otomano, rico terrateniente local y alcalde de Jerusalén en el periodo 1920 a
1934, casado en segundas nupcias con una judía francesa. Persona libre de todo
prejuicio, resentimiento y/o animadversión a todo aquello fuese la moderación y el diálogo. Tradicionalmente
su familia siempre estuvo enfrentada a los “Husayni”, entre otros destacados
miembros de dicho clan: el muftí de Jerusalén, Haj Amin Husseini (futuro correligionario de
A. Hitler)
2.- Conocido por los lectores del cuarto de este mismo encabezamiento,
ya que fue vicepresidente del parlamento otomano en Estambul, a la vez que su
hermano Fáysal, en la misma cámara era diputado por Jeda.
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