Frecuentemente,
cuando hablo de inmigración suelo referirme al OIM (Organización Internacional
de la Migración), ente dependiente de Naciones Unidas, que dentro de lo que
cabe y de mis personales experiencias, es una de las menos malas, de las
“covachas” que se fueron desarrollando a través de los años, dentro de ese
“conglomerado” de intereses nacionales – internacionales. Donde por encima de
todo, priman los personales, los de los amigos, y la de los amigos de sus
amigos. Créanme, que tras ver la calaña de algunos personajes que alcanzaron la
Secretaria General del Organismo Madre – Padre (O.N.U.); me hace preguntarme,
qué puede suceder en los escalones inmediatamente inferiores y/o en los medios
y bajos.
Tras el
posicionamiento que subyace de lo anteriormente dicho: hace unos días, al acceder
a los últimos datos facilitados por el citado organismo, donde entre otras
cifras estadísticas que iré desgranando y analizando, establecen en 3.700 el
número de personas (a continuación podemos utilizar el término que queramos, emigrantes,
inmigrantes, refugiados, pero eso, personas) fallecidas en el mundo, entre
refugiados e inmigrantes en su huir de la miseria, violencia o persecución
política. No conformes con facilitar dicha cifra, aún a hundan con matizaciones
y aclaran que se aprecia un incremento del 23% con respecto al mismo semestre
de 2015 y del 53% si se remiten al de 2014. Estas cifras, de ser realmente
ciertas, son escalofriantes, pues se refieren a personas como nosotros (el que esto
escribe y los que lo leen) con ilusiones y aspiraciones tan lícitas como puedan
ser las nuestras.
No
obstante, una vez más, por especiales circunstancias personales, y hasta épocas
relativamente recientes también profesionales, me inducen a dudar de estos fríos
y espeluznantes números. Sobre todo, cuando matizan y afirman, que de esas
3.700 defunciones en las que cifran el
total de decesos mundiales, 2.886 víctimas corresponden al cuenco mediterráneo,
no precisando las correspondientes al cuerno de áfrica, ni a las acaecidas en el
cruce del sahel o “cinturón del hambre” (éste como es sabido, tiene una
extensión próxima a los 4.125.500 Km2. siete veces la superficie de la península
Ibérica). Partiendo del W. discurre entre el Sur de Mauritania – Norte de
Senegal, corta en dos Malí y toma parte del Norte de Burkina Faso (ex Alto
Volta), invade más de la mitad de Niger, N. de Nigeria, aprox. un tercio de
Chad, aprox. un tercio de Sudan, toda Eritrea y N. de Etiopía). En este punto
traigo a colación a esos amigos de sus amigos, bien vividos y mejor retribuidos,
en las distintas “covachas” de las administraciones internacionales
dependientes de la ONU, y les pregunto: ¿Cómo “coño” se atreven a realizar y
facilitar estadísticas tan contradictorias entre esos distintos “tenderetes”?. Cada
cifra que facilitan unos, la refutan otros, también vividos y/o mejor retribuidos
que los anteriores. Sí el OIM, facilita un dato, UNICEF, otro; a su vez el
PNUD, para no quedar atrás el suyo, y FAO, como no podía ser menos, ahí te va
el mío, que a su vez no concuerda con ninguno de los precedentes.
Aquí entra de lleno el encabezamiento del
presente escrito “Ojos que no ven, corazón que no siente…, oh cartera que te
llevan…”. Todas las personas incluyéndome a mí, a través de la percepción
visual, establecemos conceptos que encajan perfectamente con el manido: “una
imagen dice más que mil palabras”. Adagio, que en el caso que nos ocupa, nos
lleva a contar los cadáveres que el mar arroja a las costas N. del
Mediterráneo, con especial incidencia en el área que define el S. de la
península Italiana e islas adyacentes; costa SW. Española y en menor medida
Grecia y sus múltiples islas. Con especial y temporal incidencia en la Turquía
del futuro sultán Recep Tayyip Erdoğan (“moderado” amigo de la “die Hausfrau Kartoffel“ = la patata ama de casa), entre
otras „lumbreras políticas“ y „amados lideres“, culpables directos, indirectos
y/o complementarios de la desestabilizacion sistemática de la, a extinguir,
República Síria.
A
simple vista, si disponemos sobre una mesa la cartografia representativa de la
franja anteriormente definida como sahel, las condiciones climáticas, politicas
y consiguientes economico – sociales propias, grado de inseguridad a la libre
circulacion de personas dentro de su área, y del de influencia; lo completamos
con el indice aproximado de poblacion (una cosa son las cifras poblacionales de
cada uno de los paises en cuestión, y otra, de qué censos o medios contables
proceden dichos números). Es fácil poder
asegurar,que en el tránsito o discurrir y vagar (por observaciones aéreas se
puede afirmar el último concepto “vagar“) a través de dichos paises, en su
confluir a la deliberadamente destruida República Libia y en particular, a su
costa o a través de Mauritania, fluir a Marruecos (base de partida para el
salto o asalto a la apetitosa Europa). Se hace fácil de comprender, que las cifras
citadas carecen de toda validez, ya que los únicos “cuenta cadáveres”, son las
autoridades judiciales – policiales del N. del Mediterráneo. Momento este que
una vez más aprovecho para preguntar: ¿a cuántos cadáveres no identificados,
les sobrevino la muerte por sumersión y asfixia y/o por contusiones u otras
lesiones? ¿Dentro del cómputo total de autopsias realizadas, en las causas de
defunción: qué porcentaje representan los cristianos, con respecto a los
musulmanes? Todos sabemos, que no es preciso llevar un crucifijo al cuello,
para distinguir en un cadáver femenino o masculino, si es musulmán, judío o cristiano.
¿Por qué no se facilita este dato?.
Cuestionado ya el número
de fallecidos por el camino a través del sahel: área terrena, que de lo
anteriormente dicho se desprende, que no existen censos de vivos, ni de muertos.
Donde el hecho de disponer de algo, lo que sea: zapatos, camisa, etc., ya se
hace acreedor de ser robado o matado para robarle. A esos bien vividos y mejor
retribuidos funcionarios internacionales, les vuelvo a preguntar: de las cifras
y porcentajes que sin recato alguno facilitan, ¿cuántos cadáveres se contabilizaron
en este tramo del recorrido? De aquellos otros emigrantes, que engañados en
base a su hermandad de musulmanes suníes, con los opulentos países del golfo
pérsico, se deciden por cumplir con su obligación de acudir a la Meca o hach y
a su vez mendigar asilo y acogida en países poblados por “fieles”: Arabia
Saudita y emiratos. ¿Cuántos caen en su discurrir por el “cuerno de áfrica” y
al cruzar el mar Rojo?. ¿Quién cuenta los cadáveres allí? ¿Cuántos son acogidos
en esos ricos países, que tanto se preocupan de su espiritualidad, financiando
macro mezquitas en este nuestro mundo de papanatas?.
Hasta este instante,
solamente hablamos del peregrinar de los inmigrantes subsaharianos, donde la
actual situación de la República de Costa de Marfil y de Liberia, perdieron
todo atractivo para centrar la atención de todos. Está la “opulenta” Europa,
regida y gobernada por la “patata ama de casa”, “el putero”, “el heladero de
turno”, el “salvador de Grecia y de los griegos”, “el vago de solemnidad” y la
“saltimbanqui”, el “peronista desubicado”, la cohorte de buenistas, papanatas y
correctos políticamente, que rodean a este último, y ya en el olimpo, allende
el Atlántico, “el buen musulmán, al decir de su abuela paterna, casado con la
de las anchas espaldas, que como no es racista, habla de blanquitos”.
Capt. Willie
To be continued…
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