El encabezamiento que precede, creo viene que
ni pintado, a las magníficas y magnas actuaciones
presidenciales del “buen musulmán, al
decir de su abuela paterna, casado con la de las anchas espaldas, que por no ser
racista, habla de blanquitos”. Lo bueno del caso, es qué quien es él, y la
de las espaldas de estibador portuario, algunos ya lo sabíamos, incluso antes
de que le concediesen el premio Nobel de la paz. Premio que “ainda” ignoramos
en base a qué méritos ocultos se lo dieron. A mi humilde ver y entender, los
mismos que a la “Rigo” Menchú: NINGUNO.
Lo cierto y verdad es, que a punto de rendir cuentas de su nefasta
gestión en el plano interno y en el internacional, no pudo menos que hacerle el
“brindis al sol”, que su “abuelita” le recomendó para ser el “buen musulmán”
que ella preconizó en aquel su encuentro a nivel oficial, ampliamente difundido
por la prensa internacional.
Sé
de antemano, que las cuestiones que a continuación planteo, nadie me las va a
contestar desde la perspectiva de la verdad, pues por encima de esa, esta,
aquella verdad, existe el “papanatismo”, el “buenismo” y la obligada “corrección
política” o la consabida “estulticia pijo progre” a la que nuestros políticos,
jerarcas religiosos, paisanaje bien pensante y no tan bien actuante, nos tienen
acostumbrados. Así vemos que el dicho popular se cumple en plenitud: Dios los cría, y ellos se arrejuntan para
cagarla bien cagada”. Ni los unos ni los otros, superaron la “carraca” y el
“matar judíos” de mí infancia. Lo malo, es que el “matarile” no es metafórico,
es muy, pero que muy real. En esto, como en otras muchas cosas a cual más
demagógica, la comunión de ideas y planteamientos entre “izquierdas
convencionales” (a lo staliniano); “izquierdas modernistas” (a lo Orangután
Rojo o Maduro) y “peronistas” o
“carreristas” “culi - cagados”, tras una prelacía que les conduzca al
cardenalato (aunque los títulos académicos los tenga que conceder o negar el
“Bolletino”), es similar en el planteamiento básico: Las resoluciones de la
ONU, cuando son favorables al pueblo judío, no son de obligado cumplimiento.
¡Pero, ojo!, “sin diente ni colmillo”, sí son condenatorias (de condena) los
judíos deben de cumplirlas, que para eso son judíos.
Veamos: ¿Alguno de esos biempensantes y mejor “cagantes” de ideas, se
planteó en algún momento de sus cortas y racistas luces, qué hubiese pasado si en
las sucesivas guerras, hubieran ganado los declarantes de ellas: los países
árabes coaligados? Para los olvidadizos y otras especies afines, les recuerdo
que la Asamblea General de Naciones Unidas, aprobó el Plan de Partición de
Palestina el 29 de noviembre de 1947. Esa misma noche ya hubo escaramuzas, ¿quién
las inició?
El 14 de mayo de 1948, el día anterior a que
expirase el Mandato Británico sobre Palestina, al proclamar la independencia
del Estado de Israel (dentro de los límites territoriales establecidos por el
Plan de Partición), ¿cómo reacciono el “mundo árabe”? Con un inmediato, pero
fallido intento de invasión y reparto “in pectore” de dichos territorios por
parte de los cinco estados árabes vecinos: Egipto, Líbano, Irak, Siria y
Transjordania. Sí en los quince meses de intermitente guerra que siguieron a
dicho intento de invasión, en vez de ganar terreno Israel, lo hubiese perdido,
¿qué hubiera pasado? Seguramente nada. Pues nada pasó cuando Egipto y
Transjordania ocuparon la parte restante correspondiente en el reparto al
Estado árabe – palestino: Egipto se adjudicó Gaza, mientras que Transjordania
se anexionó Cisjordania y Jerusalén Este, creando así por refundación la
Jordania de Abdalá I, predecesor del casamentero Husein I y bisabuelo del actual
monarca Adhalá II. Sobre estas dos anexiones consideradas ilegales por la
comunidad internacional ¿Qué se hizo? ¿Quién se acuerda de ellas?
De los miles de desplazados que dicha guerra generó, y que los citados
bien “pensantes y mejor cagantes” quieren olvidar quien inició, los aproximados
ciento setenta y cinco mil árabes que permanecieron en Israel, adquirieron la
ciudadanía israelí, en el periodo comprendido entre 1950 y 1952, mientras que
los huidos a Líbano, Egipto y la recién creada Jordania, aún están esperando la
aplastante victoria sobre los judíos, que les permita retornar triunfantes a
sus puntos de partida y ponerse a repartir el correspondiente botín de guerra
obtenido. Pero ojo… las previsiones salieron fallidas. Siguen sin obtener las
correspondientes ciudadanías de los países hermanos, que teóricamente los
acogieron. Y por abandono y en base a la correspondiente ley, los inmuebles y
tierras de los desplazados (en su mayoría voluntarios, a la espera de la gran
victoria) pasaron a ser propiedad estatal en algunos casos, mientras que en
otros, por la desaparición real de la población árabe, se destruyeron
totalmente pueblos deshabitados.
Aunque muy resumidamente y presta a muchísimas matizaciones, a cual más
real, esta es la situación creada por las necesidades internas de los dirigentes
de los cinco países beligerantes, que pronosticaron un “paseo militar” sobre el
naciente Estado Israelí. Independientemente del posterior “revisionismo”, el
que esto suscribe, por fuentes fidedignas de personas de origen druso, puede
afirmar que a los referidos desplazados se los intimidó por parte de los
dirigentes árabes de su comunidad, para que abandonasen sus hogares en las inmediaciones
costeras, facilitando así las operaciones militares del ejército coaligado
atacante. Afirmaciones como la que antecede, hoy en base a falacias se tratan
de desvirtuar, pero son aún muchos los supervivientes que identifican con
nombre propio y de familia, a aquellos dirigentes árabes locales, que en su
momento les intimidaron.
Contemporáneos a los hechos sucintamente relatados, pertenecientes a las
comunidades judías establecidas antes de arabización e islamización en amplias áreas
del cuenco Mediterráneo, se vieron obligadas a abandonar sus bienes, incluidos
los muebles, y ningún “bien pensante y mejor cagante” se acuerdan de ese hecho,
criticando, a Israel, que desarrolló una
Ley sobre el abandono continuado, olvidando el
caso de los 610.000 judíos, obligados a abandonar sus asentamientos centenarios,
sin la promulgación de ley alguna, y que con ellos presentes, se incautaron de
sus bienes, e incluso de las pertenencias personales que portaban al irse.
Las personas a las que se hace referencia están ahí, y aunque entrados
en años, son historia viva de unos hechos, que algunos están siempre en disposición
de tergiversar.
Como no hay uno sin dos: en 1967 el “rais” egipcio Nasser, consigue del
entonces Secretario General de la ONU, U Thant, que retire los “cascos azules”
de interposición, desplegados en las islas de acceso al golfo de Eliat - Aqaba,
pasando a ser ocupadas de forma inmediata, el 22 de mayo de dicho año, por las
fuerzas egipcias, lo cual, de forma directa impedía la libre navegación de los
buques israelíes en su acceso al mar Rojo. Extremo este, que lógicamente fue
considerado un “casus belli” por
parte del gobierno Israelí. Paralelo a la “bajada de pantalones” del Mr. U
That, el 25 ó 27 del mismo mes de mayo, Egipto, Iraq y Siria firman y confirman
el pacto de defensa mutua. En los tres primeros días de junio se desarrollan
maratonianas reuniones, solicitando a Egipto la retirada de las islas del Golfo
de Aqaba y el restablecimiento de la libre navegación. Ante la negativa Egipcia
y la nueva situación estratégica creada, el 5 de junio, Israel bombardea la aviación
estacionada en la península del Sinaí, península en la que estaban posicionados
los, prácticamente, 80.000 soldados recientemente movilizados. ¿Quién dio origen
a esta nueva conflagración?, ¿el que provoca o el provocado?
Ni dos, sin tres: el 6 de octubre de 1973, los genios e ingenios de los egipcios
y los sirios, decidieron: que puesto que dicha fecha coincidía con el día de la
festividad judía del Yom Kipur, era el momento apropiado para desquitarse de
las sucesivas derrotas sufridas. Así, desde el Sur, el ejército egipcio cruza rápidamente
el Canal de Suez, arrollando las defensas israelitas dispuestas en sus
inmediaciones, simultáneamente los sirios atacan y se aprestan a avanzar por
los altos del Golán. Tras recuperar la península del Sinaí, las fuerzas
egipcias se detienen, dando por válida la ocupación del territorio. Detención que
permite a Israel pasar al contraataque en los Altos del Golán, donde a pesar de
las pérdidas sufridas, el 16 de octubre consigue superar las fronteras
establecidas en la guerra de los “seis días”, penetrar en Siria y situar su artillería
y grueso de infantería a menos de 100 km. de su capital, Damasco. En el frente
Sur, las cosas no le iban mejor a los Egipcios. La contraofensiva en el Sinaí,
llevó al ejército Israelí a quitarles “la mugre” a los egipcios, cruzando el
Canal de Suez y posicionando sus unidades blindadas a menos de 30 km. de la
periferia Norte del Cairo.
Las reiterativas pérdidas bélicas y las veleidades de los dirigentes árabes
frente a Israel, les llevan a desarrollar una guerra en el campo económico, que
se centra en el boicot de suministros petrolíferos a los países que ayudaron o
ayudaran a Israel, presionando a las dos superpotencias del momento, los EE.UU.
y la URSS, a conseguir un acuerdo en la ONU, que decretase un “alto al fuego”.
Así, tras la resolución 338 de 22 de octubre, se alcanza ese “alto al fuego”.
En este enfrentamiento, ambos contendientes se consideran vencedores, aunque la
realidad fue la que fue y sigue siendo. No obstante, a partir de dicha
experiencia, el estado Israelí no confiará más en la seguridad estática, aunque
la aproximación que Egipto experimenta al mundo occidental y en especial a los
EE.UU., permitiría los posteriores acuerdos de Camp David, permaneciendo
incluso hasta el día de hoy la tradicional cordialidad entre la URSS hoy Rusia
y Siria.
Independientemente de las afirmaciones y preguntas que realizo, sugeriría
se leyesen y razonaran en profundidad, las sucesivas Resoluciones de la
Asamblea General de Naciones Unidas: 181 del 29 de noviembre de 1947; 194 del
11 de diciembre de 1948; 242 del 22 de noviembre de 1967 y 338 del 22 de
octubre de 1973. Independientemente de las ambigüedades interesadas que la redacción
de las mismas puedan contener, lo que sí queda claro y manifiesto, es el total interés
en ignorar todo aquello que no vaya en contra de los interese israelíes y de
sus ciudadanos. Siendo estos los “villanos” y sus encarnizados enemigos, auténticas
“hermanitas de la caridad”, a falta claro está de la cofia.
Debiendo ubicar al “buen musulmán,
al decir de su abuela paterna, casado con la de las anchas espaldas, que por no
ser racista, habla de blanquitos” y a sus potenciales votantes, los mismos
que “botaron” a su adalid, la paladín de sus diarreicos conceptos del mundo. Muy
en consonancia con esa cultura y práctica religiosa que su Sra. Abuela paterna
le adjudica y que los sucesivos hechos confirman.
Sr. Natanyahu, cuando esos mandantes, no gobernantes, occidentales dan órdenes
a sus plenipotenciarios para que voten en uno u otro sentido, no les ordenan
hacer distinción entre lo razonable y racional, lo hacen pensando en unos
puñados de votos, sin darse cuenta que más antes que después, lo que vamos a
hacer los votantes es botarlos, como a la Hilaria. Teniendo Vd. siempre en la
manga, el As que le da el poderlos mandar al “carajo”, cuando humildemente
acuden pidiendo información sobre la insegura inseguridad, que sus veleidades trajeron
a este Mundo Occidental.
¿Para cuando dejamos el real derecho a existir de Israel, dentro de unas
fronteras seguras e internacionalmente reconocidas? Empecemos por el principio
y a continuación es el momento de proseguir…
Capt. Willie
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