martes, diciembre 27, 2016

Algunos la cagan de entrada, de salida y por el medio…


   El encabezamiento que precede, creo viene que ni pintado, a las magníficas y magnas actuaciones presidenciales del “buen musulmán, al decir de su abuela paterna, casado con la de las anchas espaldas, que por no ser racista, habla de blanquitos”. Lo bueno del caso, es qué quien es él, y la de las espaldas de estibador portuario, algunos ya lo sabíamos, incluso antes de que le concediesen el premio Nobel de la paz. Premio que “ainda” ignoramos en base a qué méritos ocultos se lo dieron. A mi humilde ver y entender, los mismos que a la “Rigo” Menchú: NINGUNO.


   Lo cierto y verdad es, que a punto de rendir cuentas de su nefasta gestión en el plano interno y en el internacional, no pudo menos que hacerle el “brindis al sol”, que su “abuelita” le recomendó para ser el “buen musulmán” que ella preconizó en aquel su encuentro a nivel oficial, ampliamente difundido por la prensa internacional.

   Sé de antemano, que las cuestiones que a continuación planteo, nadie me las va a contestar desde la perspectiva de la verdad, pues por encima de esa, esta, aquella verdad, existe el “papanatismo”, el “buenismo” y la obligada “corrección política” o la consabida “estulticia pijo progre” a la que nuestros políticos, jerarcas religiosos, paisanaje bien pensante y no tan bien actuante, nos tienen acostumbrados. Así vemos que el dicho popular se cumple en plenitud: Dios los cría, y ellos se arrejuntan para cagarla bien cagada”. Ni los unos ni los otros, superaron la “carraca” y el “matar judíos” de mí infancia. Lo malo, es que el “matarile” no es metafórico, es muy, pero que muy real. En esto, como en otras muchas cosas a cual más demagógica, la comunión de ideas y planteamientos entre “izquierdas convencionales” (a lo staliniano); “izquierdas modernistas” (a lo Orangután Rojo o Maduro)  y “peronistas” o “carreristas” “culi - cagados”, tras una prelacía que les conduzca al cardenalato (aunque los títulos académicos los tenga que conceder o negar el “Bolletino”), es similar en el planteamiento básico: Las resoluciones de la ONU, cuando son favorables al pueblo judío, no son de obligado cumplimiento. ¡Pero, ojo!, “sin diente ni colmillo”, sí son condenatorias (de condena) los judíos deben de cumplirlas, que para eso son judíos.

    Veamos: ¿Alguno de esos biempensantes y mejor “cagantes” de ideas, se planteó en algún momento de sus cortas y racistas luces, qué hubiese pasado si en las sucesivas guerras, hubieran ganado los declarantes de ellas: los países árabes coaligados? Para los olvidadizos y otras especies afines, les recuerdo que la Asamblea General de Naciones Unidas, aprobó el Plan de Partición de Palestina el 29 de noviembre de 1947. Esa misma noche ya hubo escaramuzas, ¿quién las inició?

     El 14 de mayo de 1948, el día anterior a que expirase el Mandato Británico sobre Palestina, al proclamar la independencia del Estado de Israel (dentro de los límites territoriales establecidos por el Plan de Partición), ¿cómo reacciono el “mundo árabe”? Con un inmediato, pero fallido intento de invasión y reparto “in pectore” de dichos territorios por parte de los cinco estados árabes vecinos: Egipto, Líbano, Irak, Siria y Transjordania. Sí en los quince meses de intermitente guerra que siguieron a dicho intento de invasión, en vez de ganar terreno Israel, lo hubiese perdido, ¿qué hubiera pasado? Seguramente nada. Pues nada pasó cuando Egipto y Transjordania ocuparon la parte restante correspondiente en el reparto al Estado árabe – palestino: Egipto se adjudicó Gaza, mientras que Transjordania se anexionó Cisjordania y Jerusalén Este, creando así por refundación la Jordania de Abdalá I, predecesor del casamentero Husein I y bisabuelo del actual monarca Adhalá II. Sobre estas dos anexiones consideradas ilegales por la comunidad internacional ¿Qué se hizo? ¿Quién se acuerda de ellas?

    De los miles de desplazados que dicha guerra generó, y que los citados bien “pensantes y mejor cagantes” quieren olvidar quien inició, los aproximados ciento setenta y cinco mil árabes que permanecieron en Israel, adquirieron la ciudadanía israelí, en el periodo comprendido entre 1950 y 1952, mientras que los huidos a Líbano, Egipto y la recién creada Jordania, aún están esperando la aplastante victoria sobre los judíos, que les permita retornar triunfantes a sus puntos de partida y ponerse a repartir el correspondiente botín de guerra obtenido. Pero ojo… las previsiones salieron fallidas. Siguen sin obtener las correspondientes ciudadanías de los países hermanos, que teóricamente los acogieron. Y por abandono y en base a la correspondiente ley, los inmuebles y tierras de los desplazados (en su mayoría voluntarios, a la espera de la gran victoria) pasaron a ser propiedad estatal en algunos casos, mientras que en otros, por la desaparición real de la población árabe, se destruyeron totalmente pueblos deshabitados.

     Aunque muy resumidamente y presta a muchísimas matizaciones, a cual más real, esta es la situación creada por las necesidades internas de los dirigentes de los cinco países beligerantes, que pronosticaron un “paseo militar” sobre el naciente Estado Israelí. Independientemente del posterior “revisionismo”, el que esto suscribe, por fuentes fidedignas de personas de origen druso, puede afirmar que a los referidos desplazados se los intimidó por parte de los dirigentes árabes de su comunidad, para que abandonasen sus hogares en las inmediaciones costeras, facilitando así las operaciones militares del ejército coaligado atacante. Afirmaciones como la que antecede, hoy en base a falacias se tratan de desvirtuar, pero son aún muchos los supervivientes que identifican con nombre propio y de familia, a aquellos dirigentes árabes locales, que en su momento les intimidaron.

     Contemporáneos a los hechos sucintamente relatados, pertenecientes a las comunidades judías establecidas antes de arabización e islamización en amplias áreas del cuenco Mediterráneo, se vieron obligadas a abandonar sus bienes, incluidos los muebles, y ningún “bien pensante y mejor cagante” se acuerdan de ese hecho, criticando, a  Israel, que desarrolló una Ley sobre el abandono continuado, olvidando el  caso de los 610.000 judíos, obligados a abandonar sus asentamientos centenarios, sin la promulgación de ley alguna, y que con ellos presentes, se incautaron de sus bienes, e incluso de las pertenencias personales que portaban al irse.

      Las personas a las que se hace referencia están ahí, y aunque entrados en años, son historia viva de unos hechos, que algunos están siempre en disposición de tergiversar.

     Como no hay uno sin dos: en 1967 el “rais” egipcio Nasser, consigue del entonces Secretario General de la ONU, U Thant, que retire los “cascos azules” de interposición, desplegados en las islas de acceso al golfo de Eliat - Aqaba, pasando a ser ocupadas de forma inmediata, el 22 de mayo de dicho año, por las fuerzas egipcias, lo cual, de forma directa impedía la libre navegación de los buques israelíes en su acceso al mar Rojo. Extremo este, que lógicamente fue considerado un “casus belli” por parte del gobierno Israelí. Paralelo a la “bajada de pantalones” del Mr. U That, el 25 ó 27 del mismo mes de mayo, Egipto, Iraq y Siria firman y confirman el pacto de defensa mutua. En los tres primeros días de junio se desarrollan maratonianas reuniones, solicitando a Egipto la retirada de las islas del Golfo de Aqaba y el restablecimiento de la libre navegación. Ante la negativa Egipcia y la nueva situación estratégica creada, el 5 de junio, Israel bombardea la aviación estacionada en la península del Sinaí, península en la que estaban posicionados los, prácticamente, 80.000 soldados recientemente movilizados. ¿Quién dio origen a esta nueva conflagración?, ¿el que provoca o el provocado?

     Ni dos, sin tres: el 6 de octubre de 1973, los genios e ingenios de los egipcios y los sirios, decidieron: que puesto que dicha fecha coincidía con el día de la festividad judía del Yom Kipur, era el momento apropiado para desquitarse de las sucesivas derrotas sufridas. Así, desde el Sur, el ejército egipcio cruza rápidamente el Canal de Suez, arrollando las defensas israelitas dispuestas en sus inmediaciones, simultáneamente los sirios atacan y se aprestan a avanzar por los altos del Golán. Tras recuperar la península del Sinaí, las fuerzas egipcias se detienen, dando por válida la ocupación del territorio. Detención que permite a Israel pasar al contraataque en los Altos del Golán, donde a pesar de las pérdidas sufridas, el 16 de octubre consigue superar las fronteras establecidas en la guerra de los “seis días”, penetrar en Siria y situar su artillería y grueso de infantería a menos de 100 km. de su capital, Damasco. En el frente Sur, las cosas no le iban mejor a los Egipcios. La contraofensiva en el Sinaí, llevó al ejército Israelí a quitarles “la mugre” a los egipcios, cruzando el Canal de Suez y posicionando sus unidades blindadas a menos de 30 km. de la periferia Norte del Cairo.

     Las reiterativas pérdidas bélicas y las veleidades de los dirigentes árabes frente a Israel, les llevan a desarrollar una guerra en el campo económico, que se centra en el boicot de suministros petrolíferos a los países que ayudaron o ayudaran a Israel, presionando a las dos superpotencias del momento, los EE.UU. y la URSS, a conseguir un acuerdo en la ONU, que decretase un “alto al fuego”. Así, tras la resolución 338 de 22 de octubre, se alcanza ese “alto al fuego”. En este enfrentamiento, ambos contendientes se consideran vencedores, aunque la realidad fue la que fue y sigue siendo. No obstante, a partir de dicha experiencia, el estado Israelí no confiará más en la seguridad estática, aunque la aproximación que Egipto experimenta al mundo occidental y en especial a los EE.UU., permitiría los posteriores acuerdos de Camp David, permaneciendo incluso hasta el día de hoy la tradicional cordialidad entre la URSS hoy Rusia y Siria.

     Independientemente de las afirmaciones y preguntas que realizo, sugeriría se leyesen y razonaran en profundidad, las sucesivas Resoluciones de la Asamblea General de Naciones Unidas: 181 del 29 de noviembre de 1947; 194 del 11 de diciembre de 1948; 242 del 22 de noviembre de 1967 y 338 del 22 de octubre de 1973. Independientemente de las ambigüedades interesadas que la redacción de las mismas puedan contener, lo que sí queda claro y manifiesto, es el total interés en ignorar todo aquello que no vaya en contra de los interese israelíes y de sus ciudadanos. Siendo estos los “villanos” y sus encarnizados enemigos, auténticas “hermanitas de la caridad”, a falta claro está de la cofia.

     Debiendo ubicar al “buen musulmán, al decir de su abuela paterna, casado con la de las anchas espaldas, que por no ser racista, habla de blanquitos” y a sus potenciales votantes, los mismos que “botaron” a su adalid, la paladín de sus diarreicos conceptos del mundo. Muy en consonancia con esa cultura y práctica religiosa que su Sra. Abuela paterna le adjudica y que los sucesivos hechos confirman.

     Sr. Natanyahu, cuando esos mandantes, no gobernantes, occidentales dan órdenes a sus plenipotenciarios para que voten en uno u otro sentido, no les ordenan hacer distinción entre lo razonable y racional, lo hacen pensando en unos puñados de votos, sin darse cuenta que más antes que después, lo que vamos a hacer los votantes es botarlos, como a la Hilaria. Teniendo Vd. siempre en la manga, el As que le da el poderlos mandar al “carajo”, cuando humildemente acuden pidiendo información sobre la insegura inseguridad, que sus veleidades trajeron a este Mundo Occidental.

     ¿Para cuando dejamos el real derecho a existir de Israel, dentro de unas fronteras seguras e internacionalmente reconocidas? Empecemos por el principio y a continuación es el momento de proseguir…
                              Capt. Willie

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