A la vista de lo que veo y a
pesar de mis más sinceros deseos de creer en la justicia, como entidad abstracta
de la que disponen los Estados para reprimir, castigar los delitos y dirimir supuestamente
las diferencias entre los ciudadanos, de acuerdo al derecho emanado de las
leyes. No puedo sustraerme a la duda de que la venda que cubre los ojos de la imagen
de la diosa griega, Temis, o deja entrever algunas cosas o que la balanza que
porta tiene algún truco. Llevándome de la estricta observación de los hechos, a
la creencia de que solamente es real de dicha alegoría la espada, con la que
moler las espaldas del más débil o debilitado en un dado momento.
En las últimas horas asistí a los linchamientos mediático – legales de dos personajes, a los cuales no me une relación de amistad o dependencia ideológica alguna, salvo el principio en el que asiento mi forma de comportarme y funcionar en la vida cotidiana. Me estoy refiriendo a D. Juan Carlos de Borbón y Borbón, D. Juan Carlos I, Rey emérito de España y a D. Álvaro Uribe Vélez, ex alcalde, congresista y Presidente de la República de Colombia.
A pesar de la distancia geográfica y no menores en lo concerniente a orígenes y funciones de ambas personas y personajes, tienen un nexo común indiscutible: el claro enfrentamiento personal y doctrinal a esa lacra inhumana llamada comunismo, sea del siglo XIX, XX y/o XXI. Comunismo al fin y al cabo, empobrecedor de los más elementales principios ético – morales (conceptos al alimón, emanados del griego y latín) y negación de la libertad humana.
El primero, D. Juan Carlos, se permitió en “plan fino” llamar “bocazas” al dictador, conductor, de la en otra hora rica República de Venezuela, actual “Pobrezuela”. El segundo cerró toda posibilidad al comunismo de las distintas organizaciones narco – comunistas, en la hermana república de Colombia.
La “prueba del algodón” en ambos casos, me
la muestran y demuestran la verborrea soltada por esa especie de humanoide
involucionado, que saltándose todas las leyes habidas y por haber, se permite
hablar del Rey emérito, confundiéndolo con su ex socio, jefe o lo que fuera o
fuese, hoy fugado de la justicia española, en busca y captura. Qué decir de los
“decires” de esa indocumentada, con asiento en el Consejo de Ministros por méritos
físicos propios: “calentarle por el momento la cama” al jefe de esa “su tienda”.
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