No sin cierta sorpresa por mi parte, el pasado día 07.09.15 al participar como fiel en la misa dominical, en una parroquia local, durante la homilía puedo escuchar al “culi-cagado” (próximo en edad a los sesenta) del oficiante, una sinsustancia de “barrabasadas”, donde… el orgullo de los judíos y su complejo de superioridad sobre los “gentiles” según él (el sinsubstancia), es manifiesto y bla… bla… bla… . Ante la inconsistencia e incongruencia de su personal “ecumenismo”, me ausenté mentalmente del lugar en el que me encontraba y ubiqué al oficiante como “desgajado” de la orden de D. Bosco y con el “gran mérito” para estar en el puesto parroquial que ocupa, de ser amigo del Vicario General (ahora venido a más) que le nombró y del que le sustituyó (que quedo en eso… sin venir a más, a pesar de las perspectivas que le devolvieron a estos lares).
Entiendo que en una iglesia diocesana de
“carreristas”, donde los “doctos” superan
tristemente a los “Pastores de Frontera”
y a los “Apacentadores”, a este
creyente en Cristo, que no “fala bable”, ni mandarín (por supuesto), los muy “Barrabases” al alimón entre la insidia
y la majadería, le conceden el don de la “ubicuidad”, pues mientras ellos se
dedicaban, a lo suyo, hacer carrera…,
otros nos dedicábamos a vivir como queríamos y con quien queríamos y por ser culos de mal asiento y profesionales de cierto
prestigio, tener muy pocas necesidades y gozar de un estado físico a prueba de
bomba, la ceca y la meca estaban a nuestro
alcance. Si bien es cierto que “mi” Cristo y el de ellos, era, es y será
diferente. El mío nunca, fue ni por asomo “Cheguevarista – Castrista”,
“Sandinista”, “Abimaelista”, “Chavista – Madurista” o “Evo Morlista”, por
supuesto que tampoco “Somocista”, “Molinista”, “Aranista”, “Videlista -
Masserista – Agostista”, “Pinochetista”, “Fujimorista” o “Carterista” (léase
ciertos soltadores de la “pasta gansa”), ni de la recua de desvergonzados
“terroristas” reconvertidos en presidentes, quienes a pesar de los esfuerzos
que hacen por disimularlo llegan a hacer buenos a los anteriormente mencionados.
Verbigracia “La Viuda Negra o Alegre”,
eso sí, tan indeseable y ladrona como los anteriormente citados, solo que más
ignorante e incompetente, si cabe. Antes de proseguir quiero dejar aclarado,
que ese “mi” Cristo, fue el único
revolucionario del que tengo constancia, que no necesitó mártires ajenos sobre
el que asentar su revolución, se dejó martirizar Él y con Él dio comienzo la
revolución en la que me hayo inmerso.”
En esa “ubicuidad” a mí atribuida por esos clérigos “culi – cagados” y “carreristas”, les diré que mientras ellos, inservibles para cualquier cosa útil, pensaban en medrar social y económicamente (objetivo en algunos casos conseguido) otros tratábamos por todos los medios de no adjurar de nuestros principios y mantenernos al margen de “redentorismos” y sin apartarnos del Cristo anteriormente citado, sin criticar ni juzgar a los que en nuestras inmediaciones, la “presión del entorno” condujo a la “teología de la liberación”. Aunque eso sí, adhiriéndome con “toda mi alma” al contenido del controvertido Decreto 4º de la XXXII Congregación General de la Compañía de Jesús “No hay conversión al amor de Dios sin una conversión al amor de los hombres y, por tanto a las exigencias de la justicia”. A pesar del respeto y admiración que en mi despertaba S.S. Pablo VI, la “caza de brujas” que inicia el cardenal Villot, me da mucho que pensar. Así cuando llego a la Argentina el 28 de diciembre de 1977 (fecha registrada de entrada en mi pasaporte con el correspondiente sello de emigración), me encuentro con una “realidad” que ya me era familiar, solo que contrariamente a mis experiencias vividas, la gran mayoría de la Jerarquía Eclesiástica estaba alineada con los que mandaban (no gobernaban) y sin las estridencias a las que estaba acostumbrado, el Superior Provincial de los SJ (Hoy S.S. Francisco), sin contemporizar con los “unos” ni con los “otros” desempeñaba un difícil y digno papel (a mi forma de entender) muy en consonancia con el espíritu del enunciado del Decreto 4º.
Aquel claro alineamiento que observé por parte de la gran mayoría de los Obispos Diocesanos, me llevó tratar de ver una realidad, que en alguna forma se me escapaba. Por la más elemental prudencia, mientras carecí de amigos evité por todos los medios pronunciarme sobre la situación política y social del país; no obstante dados mis constantes vuelos a la región Austral y más concretamente a Ushuaia, llegué a tener cierta confianza con alguno de los despachantes del Flight planner de Aeroparque, en Palermo y así una noche programando aquel largo viaje (albores de 1978, antes del mundial de futbol, en función de las previsiones meteorológicas con tomas de tierra en cuatro aeródromos intermedios, pistas de hierba o tierra batida, iluminadas llegado el caso por teas de gas – oil ardiendo en bidones) , le pregunté si podría sacar una fotografía (de las de cliché) de una proclama que estaba pegada en el tablón de anuncios de dicho despacho de vuelos. Sin darme respuesta, la despegó de los cuatro “cellos” que lo sujetaba y me lo regaló. Imagen que reducida se acompaña (teniendo el original y a disposición de cualquier “culi-cagado” o “carrerista” que muestre interés en él).
Con dicha proclama en mi poder, me
informo de que Monseñor Sansierra, era el Obispo de San Juan de Cuyo (capital
de la provincia del mismo nombre, situada al W. del país y frontera con la R.
de Chile), que por su trayectoria personal y pastoral, al margen de los que le
quisieron utilizar de “uno” u “otro” bando (en aquel momento existían dos. No
quedándome yo con ninguno de ellos). Él tenía claro un concepto: La PATRIA COMÚN EN PELIGRO, pues al
régimen dictatorial y marxismo (Montonero) interno, se unía un peligro externo
de gran calado, el diferendo del canal del Beagle (con la hermana República de
Chile). Hoy sé y me consta que la proximidad física de su Diócesis a Chile y
las más que posibles directrices emanadas de S.S. Pablo VI, hicieron que su
callada y algunas veces mal interpretada labor, fuese mucho más fructífera para
la paz entre ambos países, que todas la grandilocuentes manifestaciones de
otros clérigos y políticos.
Tras mi salida de Argentina (más exactamente
espantada, seguida a una “noche toledana” en una escuela de la que no quiero
recordar su nombre), al leer y releer dicha
proclama hoy, (treinta y siete años después), echo de menos la proclama o
manifiesto público de esa caterva de culi-cagados,
carreristas y vividores en los que se convirtieron algunos, que en el
tiempo que otros más cultos y con formaciones bastante más sólidas alcanzaban
el orden Presbiteral, ellos llegaban a Obispos (con Diócesis y Archidiócesis).
Sí, es cierto que “son expertos” en materias
regladas de las que adolecen de todo título o reconocimiento académico que
respalde tan amplios conocimientos. Pero… al adolecer de “papeles”, son, eso, expertos. Como expertos son la corte de
ojetes o aduladores de los que se acompañan, donde el concepto “Pastor”, es eso, algo que huele a
oveja, olor en extremo desagradable,
salvo cuando hay que darlo a oler en Roma. Créanme que me informaré si en una conocida “gran
superficie” harto frecuentada por “jefes” y “ojetes”, en su sección de perfumería
tienen el olor a oveja (en colonia para la “morralla” y en perfume para los
“jefucos”). A la vista humana de esta Archidiócesis, opino que vienen que ni
pintadas las estrofas de D. Ramón:
Tanto cura, tanto cura
tanto relajado fraile
tanta monja sin convento
tanto chiquillo sin
padre
Déjense de joder con las
inmatriculaciones, los Ibis y la “bandeja”, pues si realmente se dedicasen a
buscar la oveja descarriada y a apacentar el rebaño de Dios, nadie les
cuestionaría, ni lo uno, ni lo otro. Mójense el culo hagan y digan algo, pero
algo que se tenga en pie.
Capt. Willie
Muy acertado tu comentario, de gran lucidez y precisión.
ResponderEliminar