Si no está en nuestro poder el discernir las mejores opiniones, debemos seguir las más probables.)

                                                               (René Descartes)

    Soy consciente y consecuente con ello, que mi capacidad de hacer enemigos es proverbial, pero también es verdad que dicha circunstancia no consigue quitarme el sueño. Sé que un día, más antes que después, tendré que comparecer ante Él, y rendir cuentas, de todos y cada uno de mis pensamientos y actos. Llegado ese crucial momento, cuento o creo firmemente contar con la inestimable colaboración de mi madre celestial (independientemente de la invocación o advocación) y con aquello en lo que mis dos madres terrenas hayan podido colaborar: “hacerme un sitio” cerca de ellas y de su maternal cobijo. Pero inexcusablemente tendré que rendir cuentas. De mí y por mí.

   Con la premisa que antecede totalmente clara, me doy una nueva oportunidad de seguir haciendo “amigos” y entro de lleno en el discernimiento de esas groseras manipulaciones a las que un día sí y el otro también, los medios de persuasión y no de comunicación hacen gala.

   ¿Dónde empieza la verdad o las tarascadas dialécticas y dislates históricos? En el mismo lugar donde unos individuos que careciendo de los más elementales principios del “pudor intelectual”, se erigen en base al falseamiento en directo y en diferido de la historia próxima inmediata, creando lógicamente, en tipos como yo, la tremenda duda de su honradez y ecuanimidad. Sí alguien que dirige un emporio teóricamente informativo, aunque dicho emporio tenga los pies de barro, es académico y por demás “la repera limonera”, se permite alterar hasta el nombre propio y fechas en el ejercicio del cargo del ministro de asuntos exteriores español, que más tiempo permaneció como tal, haciéndolo coincidir en la misma etapa (en la realidad, siete “7” años de diferencia) con el embajador español acreditado ante la Santa Sede, en función posiblemente de personales desatinos argumentales justificativos de la “mala conciencia”, que producen el “descastarse” y los sucesivos “cambios de chaqueta”.

     Independientemente de otras reiteraciones cometidas a lo largo de los años, hoy que estoy “decartiano”, me acojo a dos frases famosas a él atribuidas: “no hay nada más antiguo que la verdad”. El protagonista al que me refiero, olvidando o tratando de olvidar sus orígenes, ahora es “nuevo” (puro nacimiento espontaneo, sin nexo con su predecesor), ¿Qué credibilidad real tiene? La que le den los que no le conocen o bien deliberadamente tratan de desconocerle. Uso entre interrogaciones la otra frase “decartiana” ligeramente adaptada a las actuales circunstancias ¿Es prudente fiarse por entero de quien nos ha engañado como mínimo una docena de veces? Ahí lo dejo, a la vez que recuerdo, que en la historia de la capital cántabra, Santander, la primera alcaldesa a la que la historia conocida hace gala, tomó posesión de su cargo el 09.11.2016.

    Lo que antecede, que es evidente y contrastable tanto para aquellos que vivimos situaciones que hoy algunos tratan de desvirtuar o de adecuar a su actual posición y posicionamiento, el de hoy, puede que mañana sea otro, distinto al de pasado mañana.

    Sí sobre hechos, fechas y nombres propios de fácil contraste, se permiten alterar la realidad, qué realidad aparte de la “virtual”, por ellos mismos desarrollada a la conveniencia de sus intereses y/o por ellos servidos: May y Trump son los malos de la película. ¿Dónde empieza su maldad y donde su caracterización contaría a los intereses de los Sres. “Estulto Pijo Progres”? ¿Acaso “la cartofelera” (que ya se olvidó de quien pago la reunificación de su país), “el putero” (que aún no se enteró, que la “grandeur”, es eso, la más absoluta nada, un cero a la izquierda, en el actual contexto internacional) y toda esa retahíla de bien pensantes “Estulto Pijos Progres”, son mejores que ellos? Cuando alguien es líder o como tal se cree, su comportamiento tiene que ser acorde. ¿Dónde están esos líderes? A nivel personal lo ignoro, como ignoro donde están esos medios de comunicación no de “adoctrinamiento” y “opinión”, los cuales parece tienen la misión de castigar a los “disidentes”. Sin darse cuenta de que ellos mismos, son los que generan la desconfianza, conduciéndonos a muy posibles repeticiones del “Brexit”, a la demonización de todo aquel que no sea acorde a sus propios intereses, no los comunes de esta vieja y envejecida Europa a la que ellos con su Estulticia Pijo Progre nos condujeron.

   Todos los que no sea “Ellos”, y ellos no son nada, son demagogos, populistas… o posiblemente políticos… cosa que ellos no son. Esto último seguro…

                        Capt. Willie