Ver
para creer. ¿Quién me iba a decir que mi “teclado” se pondría al servicio de
los “ocultos intereses” de un antiguo colega, compañero y amigo, colombiano de
pro?
Independientemente de mi sueño “pesqueril” hecho realidad, en la población de Tumaco fui diagnosticado por un médico local de una dolencia, que con anterioridad me hubiese llevado al Oak Knoll Naval Hospital., para realizarme distintas pruebas diagnósticas, de las cuales me darían el resultado a mi regreso. El Ldo. a que hago referencia, me diagnosticó de forma directa y sin lugar a dudas, y solo por un gesto instintivo por mí realizado. Al entrar en su área de consulta y estar el equipo de aire acondicionado en marcha, el cambio de temperatura existente en la “sala de espera” (un banco de madera adosado a la fachada en la calle), para atenuar el fuerte dolor que sentí en la parte superior de la nariz - inferior de la frente, me hizo llevar la mano al foco del dolor, comentándome dicho profesional, de la forma más coloquial e intrascendente: “su trigémino le acaba de deparar una mala pasada”. Esa era mi enfermedad, que me traía y me llevaba por muy malos derroteros físicos y anímicos. Solución drástica: ocho ampollas inyectables de un compuesto de vitamina B. A mi regreso a California y ver que todas las avanzadísimas pruebas realizadas daban negativo, me limité a decir que mi dolencia hubiese desaparecido, dar las gracias por los desvelos ocasionados y que hasta la próxima. Próxima que no llegó a producirse y que en la actualidad sería imposible, por la clausura de tan excelente complejo sanitario, mor a las restricciones presupuestarias impuestas a la US. Navy.
Tras las experiencias anteriormente
relatadas de mi última estancia en esa, por mi querida, Gran Colombia, que sin aspavientos
ni grandilocuencias nacionalistas y conservando a sus héroes y prohombres nacionales
en el lugar y honor que por hechos e historia les corresponde, les lleva, ojalá
que acertadamente, al “borrón y cuenta nueva” de la lacra narco – guerrillera,
que en la última cincuentena asoló en lo moral - social – económico la
vitalidad del país. Aunque, claro está, sin conseguir doblegarlo.
Así, siguiendo y persiguiendo las canciones
que en dicha serie se interpretan, me fui quedando con los distintos actores
que encarnan los personajes de la trama, todos ellos excelentes en sus papeles,
pero… independientemente del desempeño del papel asignado en el argumento,
todos sin excepción, bordan su papel, “cuando realmente hacen de colombianos”:
el Coloso (Gregorio Pernia), el duro por antonomasia, quien, y qué bien hace de
blando, a la mínima ocasión que se le presenta. De la humanidad que rezuman los
personajes de Rosario (Carolina Ramírez); Molina (Mario Duarte); Sigifredo (Luis
Eduardo Arango); José (Hansel Camacho); D. Memo (Fernando Pañuela. Q.E.D.) ;
Elias (Frank Beltrán); Lety (Diana Ángel), y en la práctica totalidad el resto
de personajes, pero una vez más insisto: cuando “hacen de colombianos de a pie”,
lo bordan.
¿Qué cuándo hacen de “colombianos de a pie
estos personajes”? Siempre que llegado el caso, tienen que compartir lo poco o mucho que
tienen en lo material, en la comprensión
y aceptación ante la adversidad y en el rebelarse contra la injusticia.
Estos son los pobladores que yo doy a la hermana república de Colombia, a la
que sigo siempre aplicando y anteponiendo “Grande”, precisamente por eso, por
sus gentes. Por esos colombianos, de a pie, a los que sin cansarme hago
referencia. Entre los cuales incluyo a los paisanos, a los miembros de la
Policía Nacional sean generales, cabo segundo, patrullero, comisario o agente;
a sus fuerzas armadas y a la Armada Nacional, usufructuaría del más reconocido
y ajustado de los embajadores del país: el ARC “GLORIA”. Gloria de su Armada y
elemento insustituible en su hacer presencia naval y “lucir bandera”, en apoyo
de la Acción Exterior de la Nación, pues con la desaparición de la “Flota Grancolombiana”,
quien tras la retirada de Venezuela y hasta su absorción en el entramado de
Trasportación Marítima Mexicana, sus buques el hacer presencia de pabellón en
los mares y principales puertos de USA y Europa, realizaban a la perfección la
labor de “Cónsules Honorarios” del país. Lejos queda aquel 21 de enero de 1985,
con el arribo a Cartagena de Indias de la M/N “Almirante José Padilla”, ex en
construcción “Ciudad de Barranquilla”. Este nombre propio, precedido de un
rango militar naval, seguido del apellido, quizás acortado por lo largo que
resultaría como denominación identificativa de un buque a nombrar y/o deletrear
en conexiones radio: por sí alguien lo ignora, corresponde a D. José Prudencio
Padilla López. Ilustre “Pardo”, quien entregó su vida, como culminación a su
obra y a su ejemplar obrar, siendo la posterior total rehabilitación de su Honra y Honor, “una más” que me une a ese
pueblo y me conduce a anteponer el apócope Gran, que en toda ocasión y lugar le
dedico a Colombia
Por último, que la desmovilización de las
FARC, a pesar del escepticismo del que participo, sea todo un éxito y todos a
una colaboren a la realización de esa Gran Colombia que yo deseo para los
colombianos y para el mundo mundial.
Expresados por el titular del presente sus “sentires” y opiniones sobre la Gran Colombia, mucho agradecería a esos amables lectores Colombianos, asiduos a este blog, que aunque difieran de mí en esos “sentires” y “opinares”, me expusiesen los suyos. Sería una forma de pulsar opiniones, que por dispares que fuesen (siempre que sean dentro de la corrección) enriquecerían mis puntos de vista y proyectarían la de ese hermano – gran país y la de sus habitantes.
ResponderEliminarGracias anticipadas