En mi personal forma de ver y entender el
mundo, en esa evolución o revolución hacia ninguna parte ni sitio… nos
encontramos con los “laicistas”, en ese su afán de “laicizar” nuestra
civilización y propia cultura, confundiendo las “churras” con las “merinas”,
vulgo “tocando el violón”: no con ánimo alguno de mejorar la sociedad, a la que
pretenden hacernos creer sirven, más bien al contrario, tratando de servirse a
sí mismos y en gran medida a sus totalitarias ideas en lo social – político y
económico.
La clara intencionalidad de ciertos
“laicistas ejercientes”, de desligar la influencia religiosa (especialmente la
cristiana y en particular la católica) del Estado, haciendo una clara
interpretación torticera o “justiciera” de la letra y espíritu, del Capítulo
II Derechos y Libertades, Sección 1ª, De los derechos fundamentales y de las
libertades públicas; Libertad ideológica y religiosa; Artículo 16-1, 16-2 y
16-3 de nuestra vigente Constitución. En su afán de tomar protagonismo y
“arrimar el ascua a su sardina”, con la cortedad de miras que les suele
caracterizar y el propio desconocimiento, diría ignorancia supina de la
civilización a la que por historia pertenecen, fomentan, alientan y facilitan la
implantación de otra religión monoteísta, y consiguiente civilización, en nada
y por nada afín a sus preconizados principios “teóricamente democráticos”; pero
que ¡ojito al parche!, como te pases lo más mínimo con ella y con sus esencias,
te haces acreedor de una sentencia a muerte, que salvo raras excepciones, se
cumple.