jueves, junio 29, 2017

El laicismo como concepto… y el estar “tocando el violón” por tocar algo…

    En mi personal forma de ver y entender el mundo, en esa evolución o revolución hacia ninguna parte ni sitio… nos encontramos con los “laicistas”, en ese su afán de “laicizar” nuestra civilización y propia cultura, confundiendo las “churras” con las “merinas”, vulgo “tocando el violón”: no con ánimo alguno de mejorar la sociedad, a la que pretenden hacernos creer sirven, más bien al contrario, tratando de servirse a sí mismos y en gran medida a sus totalitarias ideas en lo social – político y económico.
 
   El laicismo como tal concepto, y por sí, ni es bueno, ni es malo. Es la simple ausencia  de la influencia religiosa o eclesial en los distintos estamentos civiles del Estado. ¡Ojo! dije: “estamentos civiles del Estado”, no de la sociedad, pues ésta en su pluralidad y complejidad no tiene por qué ser, ni laica, ni confesional. La concepción religiosa como idea transcendental de la vida, es concircunstancial a cada persona y a la libertad individual, que como tal le corresponde.
 
    La clara intencionalidad de ciertos “laicistas ejercientes”, de desligar la influencia religiosa (especialmente la cristiana y en particular la católica) del Estado, haciendo una clara interpretación torticera o “justiciera” de la letra y espíritu, del Capítulo II Derechos y Libertades, Sección 1ª, De los derechos fundamentales y de las libertades públicas; Libertad ideológica y religiosa; Artículo 16-1, 16-2 y 16-3 de nuestra vigente Constitución. En su afán de tomar protagonismo y “arrimar el ascua a su sardina”, con la cortedad de miras que les suele caracterizar y el propio desconocimiento, diría ignorancia supina de la civilización a la que por historia pertenecen, fomentan, alientan y facilitan la implantación de otra religión monoteísta, y consiguiente civilización, en nada y por nada afín a sus preconizados principios “teóricamente democráticos”; pero que ¡ojito al parche!, como te pases lo más mínimo con ella y con sus esencias, te haces acreedor de una sentencia a muerte, que salvo raras excepciones, se cumple.


    Esos “laicistas ejercientes”, a los que la falta de respeto a los demás y la intolerancia, les conduce a hacer una religión excluyente de su propio laicismo, hacen totalmente incompatible el concepto “del Cesar, y el de Dios”, en más casos de los que de desear fuese, con el beneplácito de algunos clérigos bien situados y mejor retribuidos. Mi particular forma de ver y entender el mundo, es el de creyente y en lo posible practicante; no entrando, no obstante, en ninguna polémica que pueda hacer irreconciliables mis principios – necesidades religiosas, con las de aquellos, que por formación o convicción carecen de ellas.
 
   ¿Dónde empiezan los “laicistas ejercientes” y los “come curas”? ¡Lo ignoro!, al igual que muestro mi total ignorancia y sorpresa a las agresiones físicas, a las que algunos “come curas - monjas”, en nombre de no sé qué libertad, se permiten agredir de palabra y obra. Nunca y en ninguna ocasión, a miembros de esa “quinta columna”, a la que fomentan contra la religión cristiana en general y católica en particular. Ofender al creyente en Cristo crucificado, a tal o cual miembro del santoral o a determinada invocación de la Santísima Virgen María, es un hecho demostrativo de la libertad que algunos invocan.
 
   Libertad que no se atreven a ejercitar, cuando de esa otra religión a la que me refiero se trata; que en un momento dado, a través del Imam correspondiente y del “hukm” oportuno, en función de las atribuciones religioso – políticas que puede ejercer, emite una condena y condenado quedas. Con independencia de esa “sacrosanta libertad” invocada, útil solamente para agredir u ofender a los católicos.
 
   Dada la concepción del Cristianismo como tal, y del Catolicismo en particular, y de la doctrina  emanada del Concilio Vaticano II en lo concerniente a las libertades individuales de la persona, y de la civilización de la que disfrutamos (con todos sus pros y contras), creo que es razón de peso suficiente, para que los que a ella pertenecemos, sepamos de dónde venimos y donde estamos. Tanto en lo histórico como en lo cultural. Pues mal que les pese a los “laicistas ejercientes”, “come curas – monjas” y especies afines a lo “Torquemada”, esta “jodida sociedad” se asienta en la civilización emanada de dicha creencia y su humanismo. Sociedad, que con todos esos “pros” a los que hago referencia (y los que puedan ser agregados), es la más libre en el amplio sentido y concepto que entraña la libertad.
 
   Lógicamente, si nuestra historia desde el siglo I de la d.C. se asientan y “gira alrededor” en dicha creencia, y las principales ramas del saber y expresiones culturales le son afines, lo normal es, que si queremos formar personas cultas, se les facilite el correspondiente conocimiento al respecto. Llamando la asignatura Religión o por cualquier otro nombre que responda al hecho socio - cultural que ella encierra.
 
   Hasta donde llegué a vislumbrar, la programación de dicha asignatura en la Archidiócesis a la que pertenezco, es totalmente aséptica en lo concerniente a adoctrinamiento, estando más enfocada al hecho histórico – cultural – social de los distintos periodos temporales en los que se desarrolla. Sintiéndome muy orgulloso de contar con tres excelentes amigos, los cuales, al margen de su dedicación al magisterio pastoral de la ICAR, fueron durante años profesores de dicha asignatura. Hecho éste, que en más de una ocasión, “me abrió la puerta de acceso” a los más variados lugares, mor a antiguos alumnos, de éstos mis amigos.
 
   Que no todo son rosas, estoy de acuerdo; pues a éstas son afines las espinas. Contrariamente a lo que se pueda creer, la impartición de la asignatura por parte de seglares, debidamente “acreditados” por la autoridad religiosa competente en la materia, en términos generales, pude observar que es más sectaria y adoctrinadora, que la misma materia desarrollada por presbíteros o diáconos permanentes. Achacando dicho sectarismo y adoctrinamiento, más a la falta de conocimientos específicos, que a la mala fe.
 
   Echando mano de la afirmación recurrente: de que el “infierno está pleno de buenas intenciones”, entramos en un “terreno un tanto farragoso”, donde la jerarquía eclesiástica, en gran medida y de forma interesada, evitó hasta donde pudo, que personal afecto al clero diocesano se acogiese al Convenio Estado – Iglesia, en lo concerniente a la designación de Profesores de Religión. Algunos Sres. Obispos y Arzobispos vieron que la independencia económica, que la docencia a corto, mediano y largo plazo podía generar, les impedía el ejercicio de Sres. de “Arca y Cuchillo”. Pues al disponer éstos de un salario digno y la correspondiente pensión, impedía la obligada dependencia a terminar sus días en las “Casas Sacerdotales” o como se las quiera denominar. Esto hacía que sus “acogidos” dependiesen de la “magnanimidad” del “jerarca de turno”, para cosas tan elementales como adquirir una gafa graduada, ir al dentista, etc., etc. Los jubilados como ex Profesores de Religión, no precisan de los “desvelos” y “largueza” del Sr. Obispo o Arzobispo de turno. Son autónomos económicamente hablando.
 
    A lo dicho hasta este momento, que es en síntesis una exposición de mi propio pensamiento y forma de ver la “cuestión” religiosa, y del clásico “tocar el violón” por tanto “violinista rasca tripas”, añado y reproduzco, por su intrínseco interés los párrafos de una carta que fue leída en las Cortes Constituyentes de 1931, por D. Ángel Ossorio y Gallardo(*1) el 7 de julio. Carta escrita por Mr. Jean Jaurès(*2) a su hijo Juan Paul Jaurès, publicada póstumamente en el diario L´Humanite en 1919.
 
Querido hijo:”
“Me pides un justificante que te exima de cursar la religión, un poco por tener la gloria de proceder de distinta manera que la mayor parte de los condiscípulos, y temo que también un poco para parecer digno hijo de un hombre que no tiene convicciones religiosas. Este justificante querido hijo no te lo envío ni te lo enviaré jamás.”
“No es porque desee que seas Clerical, a pesar de que no hay en esto  ningún peligro ni lo hay tampoco en que profeses las creencias que te expondrá el profesor.”
“Cuando tengas la edad suficiente para juzgar, serás completamente libre; pero, tengo empeño decidido, en que tu instrucción y tu educación sean completas y no lo serán sin un estudio serio de la religión.”
“Te parecerá extraño este lenguaje después de haber oído tan bellas declaraciones sobre esta cuestión hijo mío, declaraciones buenas para arrastrar a algunos pero que están en pugna con el más elemental buen sentido. ¿Cómo sería completa tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el mundo discute? ¿Quisieras tú, por ignorancia voluntaria, no poder decir una palabra sobre estos asuntos sin exponerte a soltar un disparate?”
“Dejemos a un lado la política y las discusiones y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición. Estudias mitología para comprender historia y la civilización de los griegos y de los romanos, y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión, que cambió la faz del mundo y produjo una nueva Civilización?”
“En el arte, ¿qué serán para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen?”
“En las letras, ¿puedes dejar de conocer no sólo Bossuet, Fenelon, Lacordaire, De Maistre, Veuillot y tantos otros que se ocuparon exclusivamente en cuestiones religiosas, sino también a Corneille, Racine, Hugo, en una palabra a todos estos grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones? Si se trata de derecho, de filosofía o de moral, ¿puedes ignorar la expresión más clara del Derecho Natural, la filosofía más extendida, la moral más sabia y más universal? Éste es el pensamiento de Juan Jacobo Rousseau.”
“Hasta en las ciencias naturales y matemáticas encontrarás la religión: Pascal y Newton eran cristianos fervientes; Ampere era piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado por la ciencia la fe de un bretón; Flammarion se entrega a fantasías teológicas.”
“¿Querrás tú condenarte a saltar páginas en todas tus lecturas y en todos tus estudios? Hay que confesarlo: la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la base de la civilización y es ponerse  fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras.”
“Ya que hablo de educación: para ser un joven bien educado ¿es preciso conocer y practicar las leyes de la Iglesia? Sólo te diré lo siguiente: nada hay que reprochar a los que las practican fielmente, y con mucha frecuencia hay que llorar por los que no las toman en cuenta. No fijándome sino en la cortesía, en el simple “savoir-vivre” hay que convenir en la necesidad de conocer las convicciones y los sentimientos de las personas religiosas. Si no estamos obligados a imitarlas, debemos, por lo menos, comprenderlas, para poder guardarles el respeto, las consideraciones y la tolerancia, que les son debidas.”
“Nadie será jamás delicado, fino, ni siquiera presentable, sin nociones religiosas.”
“Querido hijo: convéncete de lo que te digo: muchos tienen interés en que los demás desconozcan la religión; pero todo el mundo desea conocerla. En cuanto a la libertad de conciencia y otras cosas análogas, eso es vana palabrería que rechazan de ordinario los hechos y el sentido común.”
“Muchos anti-católicos conocen por lo menos medianamente la religión; otros han recibido educación religiosa; su conducta prueba que han conservado toda su libertad.”
“Además, no es preciso ser un genio para comprender que sólo son verdaderamente libres de no ser cristianos los que tienen facultad para serlo, pues, en caso contrario, la ignorancia les obliga a  la religión. La cosa es muy clara: la libertad exige la facultad de poder obrar en sentido contrario. Te sorprenderá esta carta, pero precisa, hijo mío, que un padre diga siempre la verdad a su hijo. Ningún compromiso podría excusarme de esa obligación.”
“Recibe, querido hijo, el abrazo de tu padre.”
 
    A modo informativo para los especialistas en “tocar el violón” y afines, les diré: que en el pasado siglo XX, Jesucristo el hijo de mi Santísima madre María, nieto de Ana y consiguientemente judío, ocupó 70.000 nuevas publicaciones, ritmo que no decayó, ya que en lo que lleva transcurrido el presente siglo XXI, se contabilizan cifras próximas a los 11.000, con sus correspondientes reediciones.
 

  Dentro de esa información adicional, puedo afirmar: que en el “Templo de la Cultura Occidental”, la “Bibliothèque nationale de France” en París, el segundo nombre en número de registros, es el de Jesucristo. Solamente precedido por otro, también un tanto simbólico. El de Dios.

 

  Tras la afirmación que antecede, nadie me podrá imputar el no acordarme de los franceses para cosas válidas, pues la misma afirmación la podría hacer con respecto a las principales bibliotecas del mundo Anglosajón e incluso Germánico.

 

                               Capt. Willie  

 

 (*1) D. Ángel Ossorio y Gallardo:(Madrid,20.06.1873 – Bs. Aires, 19.05.1946)Apodado el “Papa de la juridicidad”. Fue un destacado jurista y político de clara tendencia democristiana. Republicano convencido, miembro de las Cortes Constituyentes (1931), en las que asumió la presidencia de la comisión jurídica encargada de redactar el anteproyecto de la nueva Constitución, presentando su dimisión, el 29 de julio de 1931, al considerar la Comisión constitucional que no era grata su presencia. Destacó como un convencido católico republicano que se enfrentó a la política anticlerical del régimen, llegando a afirmar: “La República ha mantenido una política religiosa equivocada, injusta, inútil y peligrosa”.
Para el que esto escribe, es uno de los políticos españoles más dignos de estudio y consideración.
(*2) Auguste Marie Joseph Jean Léon Jaurès, comúnmente conocido por Jean Jaurès: (Castre, Francia, 03.09.1859, asesinado en Paris, 31.07.1914) Político socialista francés, fundador del diario L’Humanite en 1904. Del Partido Socialista Unificado (SFIO) en 1905, por fusión del “Parti Socialiste de France” y del “Parti Socialiste Français. Por su recto proceder intelectual y moral, y por su entrega sin restricciones a la causa obrera, se convirtió en el líder indiscutido e indiscutible del socialismo francés anterior a la Primera Guerra Mundial, pasando a ser un referente moral y de honradez política para las posteriores generaciones.
Para el que esto escribe. M. Jean Jaurés con D. Indalecio Prieto, son los únicos referentes políticos que reconoce dentro del socialismo a nivel mundial.
 

                             

 

4 comentarios:

  1. Enviado el: viernes, 30 de junio de 2017 10:53
    Para: 'capitanwillie@gmail.com'
    Asunto: Gracias hermano Bill, el de todos nosotros

    Gracias una vez más por tu publicación. Por manido y repetitivo que consideres la misiva de Jean Jaurés a su hijo Jean, nosotros la consideramos totalmente oportuna a la discordancia social que nos acecha.
    Repetitiva o no, refleja a la perfección ese sentido que tú y nosotros tenemos de nuestra civilización, paréntesis a creencias transcendentales o no.
    Tus hermanos en Él
    V. y P.

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    1. Amigos y hermanos en Él:
      Por lo repetitivo del uso, es posible que los herederos de M. Jaurés terminen cobrando derechos de autor. No obstante, sí el fin que perseguías se cumplió, admito que me llamen “negro” por escribir bajo encargo, aunque sí en la total convicción de las afirmaciones personales que pueda verter.
      Un fuerte abrazo y que Él os proteja e ilumine.

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  2. Tras la experiencia de la conversación telefónica mantenida con Ud., verá sigo su consejo, no me amilano y le hago reiteración resumida de las cuestiones y afirmaciones que le anticipé: ¿Cuándo muestra mayor resentimiento contra la Iglesia Católica, cuando la defiende o cuando la ataca? ¿Su conversión llegó a superar el contenido del Decreto de la Alhambra o Edicto de Granada? ¿Es consciente, que Tomás de Torquemada, es sinónimo de insulto para Ud.? ¿La Iglesia, su Iglesia tiene algún otro contenido, que el que se desprende de la primera epístola de S. Pablo a los corintios…? ¿Acaso Ud. se consideraba acreedor de mayores canonjías de las que en su momento se le concedieron? ¿Algún miembro de la Orden de Predicadores, le robó protagonismo, o fue el conjunto de la misma Orden? ¿Su soberbia y complejo de superioridad en natural o impostado?
    De la lectura de sus farragosos garrapateados, cuando se comparan con los contenidos de la por Ud. firmada y atribuida patrística, al menos en su tomo inicial “Iniciación”. Se aprecia perfectamente la presencia del “negro”, al que papá o mamá contrató, el cual cuando nunca reclamó, se da por hecho que le pagaron para lucimiento del “Gentil” de la familia. Me imagino que lo mismo sucederá con los cuatro tomos restantes. Para Ud. el obtener la “licencia interior”, en lo que llamaba y sigue llamando “su propia casa”, concesión… inmediata…, la requerida de la Santa Sede, ¿Quién podría ponerla en duda…? baste saber quién era Secretario de Estado. Y viniendo del judío converso: nieto, hijo, sobrino, hermanísimo y primisimo de los “paladines” de la Iglesias Orientales Católicas de todo el “urbi et orbi”.
    ¿Llegaré a poder leer en su panfletario blog esta nota? ¿Obtendré respuesta clara a alguna de las preguntas? Aquí lo dejo a la espera, en el mejor de los casos, del consabido ajo y agua, al que tiene castigado a todos aquellos que no le ensalcen.

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    1. O padece ceguera total o puede leer sus propias tribulaciones, fruto de posibles células microbianas patógenas, que la leche materna dejó en Vd.
      Prometo darle cumplida respuesta, pero… en este instante me encuentro muy atareado con una seria inquietud, que al decir ajeno, ocupó dos o tres años de mi infancia. Qué fue primero: el huevo o la gallina… He ahí la cuestión.
      El “aquí lo dejo” y el “ajo y agua”, me remonta a muchos años ha… y a ciertos toques de atención que de forma “inducida” me llegaban y que los a mí próximos, definían como simples: “pay attention” sin mayor transcendencia.

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