jueves, marzo 08, 2018

Qué mundo éste, donde los Putin, Kim Jong-un, Recep Tayyip Erdoğan y otros “enanos” similares son “jefucos”.




   Dado que el concepto básico en el que asentamos el pensamiento político identificado como occidental, al que reiterativamente, una y otra vez hago referencia. A fin de atajar la confusión y confusionismo interesado,  al que en gran medida nos tratan de llevar los “gurús del humo” o “populistas políticos de la anti – política”.


  Contrariando a la ignorancia supina o mala fe de los “gaseosos y presuntuosos” (esos del humo) y “demagógicos defensores de los de a pie” (auténticos malversadores de la buena fe de incautos). Los jodidos griegos, con “cierta antigüedad” sobre ambos, ya nos legaron conceptos aún hoy en boga, como el tan traído, llevado y a poder ser por los dos primeros secuestrado: de Democracia, del griego δημοκρατία (dēmokratía), latinizada tardíamente por democratĭa.


   Siguiendo la estela de los padres del término y concepto, con Platón primero y después con Aristóteles, vemos que la democracia se puede definir en función de las clases de gobierno: monarquía o «gobierno de uno»; aristocracia, para Platón, «gobierno de los mejores y más preparados», al decir de Aristóteles, de «los menos». Democracia o «gobierno de la multitud» para Platón, según Aristóteles «de los más».

    Independientemente de las diferencias semánticas y conceptuales anteriormente expuestas. La democracia en el actual contexto occidental, se interpreta, como la forma organizativa del Estado, en el cual todos sus miembros son libres e iguales, donde “teóricamente” las decisiones de carácter colectivo deben de ser acordadas por el pueblo, a través de medios participativos bien directos o indirectos, que en alguna medida confieran la debida legitimación a las acciones a emprender por sus representantes, “hipotéticamente” en consonancia con los deseos y demandas de los representados.


    Llegados aquí, entramos de nuevo en la semántica y las concepciones y/o percepciones más o menos torticeras, donde los iluminados salva patrias y afines, jugando con ese especial estado de “gurús del humo” o “populistas políticos de la anti – política”; tratando de salvar al mundo, y por extensión ser ellos quienes decidan y dicten lo mejor en cada momento y ocasión para el Estado y por extensión para el Pueblo, tienden inequívocamente, a sustituir la democracia indirecta o representativa, por otras, que en teoría son más participativas y claras del sentir colectivo o individual, pero que en el fondo son más “manejables” a esos fines del ungido salva patrias de turno. Llegando así a la democracia participativa. En España, en un lejano día, conocida como democracia orgánica, a la que tristemente y en la actualidad, aunque de distinto signo, hay personajillos empeñados en llevarnos de nuevo. ¿Los españoles, no mereceremos otra cosa…?



   Como colofón a los tipos de democracia, nos encontramos con la democracia directa o plebiscitaria, vulgo asamblearia y lo último de lo último ¡Sí Platón y Aristóteles levantasen cabeza…! La democracia líquida.

 
    Indudablemente, todo iluminado que se precie, necesita recurrir a una democracia a la medida, a su medida, pero siempre y en toda ocasión tratando de encubrir su “redentorismo”, bajo los más variados subterfugios, conducentes en todos los casos a sustraerle al pueblo, como tal, toda posibilidad real de decisión. Representativo de ello, es el “todo por el pueblo y para el pueblo, pero sin contar con él. El propio Pueblo”.

    Cuando los del “humo” o los “anti – política” hablan de Monarquía o República, lo hacen pretendiendo transmitir el principio que llegado el caso se desprende del mismo concepto greco - latino μοναρχία (monarchía) o monarchĭa, tratando inequívocamente de confundirlo, evitando a toda costa la “apostilla” Parlamentaria, donde el Rey como tal, sin llegar a ser una figura decorativa (como algunos tratan de hacer y que aparezca), sí reina, pero no gobierna. Reservándole las funciones y atribuciones, que de acuerdo a cada Constitución en particular se le asignan.

   El que esto suscribe, siempre hizo profesión de fe republicana. Idea y convicción en la que le ratificó el “emérito” y sus “antes – emeritadas”, claro está, con la colaboración necesaria de políticos electos, teóricamente más afines a las ideas republicanas que a las monárquicas; pero colaboradores necesarios y participes en alguna medida de dichas “emeritadas”, “querindangas”, “hijadas” y “yernadas”. Que a mi corto entender de todo hubo.

   No obstante y antes de continuar quiero dejar claro, que por el conocimiento histórico del país en la última centuria y por la participación en ínfima medida de ascendentes directos, en el desarrollo de dicha historia: tras las últimas intervenciones y actuaciones de S.M. Felipe VI, estoy auténticamente descolocado. Surgiéndome profundas dudas sobre la supuesta actuación de un hipotético Presidente de la Republica, ante la situación creada por la cobardía, irresponsabilidad y “reditismo político” de los unos, los otros y los de más allá. 

    Cierto que extrapolando al mundo mundial (Sil, esta expresión es tuya) la situación creada en España,  por la constante busca de réditos políticos a corto plazo, siempre sin visión de futuro, al clásico “tira que libras”. La conculcación en base a subterfugios de la letra y espíritu de la Constitución, me lleva a entender, aunque nunca a comprender y menos a disculpar, nuestra realidad nacional. Escapándoseme las situaciones creadas en esas “Democracias” auténticamente “sui géneris”, donde dicho concepto democrático queda limitado al representado por el “Redentor de Turno”. Quien ineludiblemente, en base a todo tipo de argucias, trampas y falsedades, le da a “su pueblo” (como propiedad) lo que más le conviene (claro está, a él), sacrificándose por y para ese pueblo pero… insisto, sin contar con el pueblo, que al fin y al cabo, no sabe lo que le conviene. ¡Qué pueblo más falto de conocimientos y madurez…! ¡Menos mal, que cuenta con redentores como el de turno…!

 
   Indudablemente Putín; Kin Jon-un; Recep Tayyip Erdoğan; el “Castrón momificado”; el heredero vitalicio de “Tachito Somoza”; Maduro, ya pasado y actual “Podrido” y una interminable lista de “Salva Patrias” en activo, con la interminable retahíla de optantes a imitarlos. Ignoran o quieren ignorar la existencia de una antigua “guerra civil” europea, de 30 años de duración, a la que pone fin en 1648, el Tratado de Westfalia, cuando aquellos obispos, arzobispos, príncipes y princesas (que de todo había) agotados ellos y al borde de la extenuación sus súbditos, acordaron dividir Europa en Estados. Este hecho, de forma directa, convirtió a los europeos en súbditos, y en algunos casos, no en todos, a posteriori en ciudadanos, entroncados a un territorio determinado, delimitado por unas fronteras más o menos seguras; decayendo así las guerras religiosas y civiles, siempre en función de la apropiación y monopolio de la fuerza por parte de los soberanos. La seguridad aludida a las fronteras, en todos los casos la hubo que pagar en base a renunciar a ciertas libertades, donde los citados y otros muchos sátrapas en activo y/o aspirantes a serlo, se aprovecharon y siguen aprovechando en favor propio y de sus camarillas.




     El “espíritu” emanado de Westfalia progresivamente, se fue extendiendo por el ancho mundo, permaneciendo ajeno desde su inicio el Imperio Ruso, encarnado desde 1613 por la dinastía Romanov, quien cual maldición contraria al clásico refrán, superó con creces los “cien” años y el pueblo llano ruso lo aguantó y sigue aguantando.


    Sucediéndose con el devenir de los siglos las dictaduras, de todo signo y “color más o menos subido”, hasta nuestros días. Tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, de forma automática se retorna a lo conocido, a Westfalia, sin perjuicio que la Rusia Roja a falta de colonias en el sentido clásico, recurriese a la “satelización” de cuantos países pudo, siempre y en todos los casos bajo la “disculpa” del internacionalismo del partido comunista y como no, de la fuerza. Penúltima hazaña: la anexión por la fuerza de Crimea. Sí, afirmo, penúltima, pues o lo impide occidente o más antes que después, veremos la misma operación en una república báltica. Por algo y para algo el futuro zar imperial de Rusia, Vladimir Putin, “saca pecho y amenaza” llevando de nuevo al país a una carrera armamentista, donde el único fin es mantenerse a sí mismo y a sus “testaferros” económicos, en base a empobrecer aún más si cabe, a su propio pueblo.




     La descolonización exigida, pactada y obligada por el asesino J. Stalin en Yalta, y aceptada de buena fe por parte de Franklin D. Roosevelt, sin dejarse asesorar por Winston Churchill, lleva en la década de los cincuenta y sesenta del pasado siglo, al nacimiento  de una serie de países con fronteras totalmente absurdas y divisiones de etnias ilógicas. Pero eso sí, dentro del “orden” Westfaliano.



     Fruto de la apresurada descolonización, las irracionales fronteras y las divisiones étnicas creadas, son la proliferación de esas “democracias” a las que se hizo mención y referencia, donde tras un ejército regular, irregular o “medio pensionista”, se desarrollaron los más despóticos mandatarios, bien apoyados por una u otra potencia de las vencedoras de la Segunda Mundial, y en otros casos por los intereses de las antiguas potencias coloniales.


 

  Estas situaciones límite, teóricamente dentro del “espíritu” Westfalia, son las que llevaron al concepto y opinión generalizada, que los ciudadanos del mundo tenemos de la ONU, como un “organismo internacional que hace agua por todas las partes”. La economía se convirtió en una entelequia global en la cual se ignora dónde empieza o termina la especulación; los inmigrantes ayudados por intereses poco claros y el “buenismo” de los unos y/o el “papanatismo” de los otros, burlan las fronteras; los genocidios por dictadores de toda índole, se justifican en base a la propia soberanía interna. Con estas y con todas, por aquello de que: “lo malo conocido siempre es menos malo, que lo bueno por conocer”, Westfalia: ahí la tenemos y sigue.

 
     La creación de un nuevo orden se hace imposible. De ahí los continuos “parcheos” que se le añaden al conocido y arcaico: derecho de asilo (algunas veces con “calzador”); Tribunal Internacional, a fin de juzgar los crímenes de lesa humanidad; la injerencia de carácter humanitario, pero no la solución del problema que da pie a dicha injerencia. Las conflagraciones internacionales de alta intensidad son infrecuentes, no así las asimétricas o de baja intensidad, pero que ocasionan miles de muertos y desplazados.
 

    Ese Tribunal Internacional al que se hace referencia, evitando injerencias internas, se hace inoperativo en la gran mayoría de las veces. De no ser así, cuando el que esto escribe, clamaba sobre los crímenes en la antigua Yugoslavia, o sobre las matanzas en los grandes lagos africanos, ¿quién le hizo caso…? NADIE: ni reyes, ni máximas autoridades de las distintas religiones. NADIE EN ABSOLUTO.
 
    ¿Qué decir de la actual situación de desmembramiento organizado de Siria? O es que el “Carnicero de Damasco” es peor que los de Teherán o los reyezuelos y “principucos” de esas “sui generis democracias” de golfos “golfeños, en el golfo. Las hambrunas de Corea del Norte, quién es el guapo que dice ignorarlas; qué derechos tiene el pueblo chino (los emanados de la Plaza de “Tiananment”); los tibetanos; los pobres “parias” de Birmania errantes a flote, mientras flotan por el mar de Adaman; las mujeres esclavizadas en Afganistán, las niñas sometidas a ablación, por norma de esa religión de paz; el exterminio organizado y programado del pueblo Kurdo y por los mismos que ya lo experimentaron con el Armenio,  y un tan larguísimo etc. que haría interminable el número de miserables “jefucos”, siempre bien dispuestos a salvar a sus coterráneos y a poco que los dejemos al mundo entero.
 
    Pregunto y les pregunto a todos esos organismos internacionales, siempre bien dispuestos a repartir sus cargos y excelentes salarios entre amigos y amiguetes ¿Dónde están, qué hacen y a que destinan su tiempo y las ingentes sumas de dinero que manejan? ¿Cuándo el Tribunal Penal Internacional pondrá sobre el banquillo a todos esos “salva patrias” asesinos y a sus mediadores y alcahuetes? ¿Lo que está pasando en la actual República Bolivariana de Pobrezuela, lo ignora alguien? ¿A demás de “cobrar el barato”, qué pinta Rodríguez Zapatero en este tema? ¿Cuándo empezaremos a olvidarnos de Westfalia y tomaremos conciencia del mundo actual y de los criminales, genocidas y alcahuetes asalariados?
 
    Aquí lo dejo y espero que esos “demócratas de toda la vida”, habitualmente con patente de ello, por ser de izquierdas, se les ponga la cara tan roja como rojos son, pero de la desvergüenza a la que hace cien años hacen gala.
 
                                      Capt. Willie

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