Dentro de la inmensa fortuna que el destino
me deparó, a lo largo de mi vida me fue proveyendo del incondicional apoyo y
adhesión de personas extraordinarias, por sus múltiples y variadas excelencias.
Personas estas que en demasía compensaron y compensan la mezquindad y ruindad a
la que otras hacen gala, tanto cuando de mí se trata, como de otros afines
próximos o lejanos a mi entorno.
El juzgar corporativamente a colectivos de
la índole social que sea siempre resulta arriesgado, sin perjuicio de que,
haciendo bueno el vulgar dicho “el gato escaldado, del agua fría huye”,
inconscientemente me/nos conduce, a que cuando de determinados “combinados”
solamente se reciben “coces”, la natural prevención se aviva y nos hace
reaccionar contra ellos y su entorno.
Mi natural prevención contra los
“guzmanianos” y ese su “particular” y a mis íntimas creencias, “pintoresco”
concepto del infierno, nace de las mil y una “putadas” individuales y colectivas,
que en mi contra y persona se fraguaron. Al igual que, salvando honrosas
excepciones, los seguidores del santo, que al margen de alcahuetear y absolver
los continuos y persistentes “pecados de entrepierna” de la reina, arrastraba y
confundía las “Y” y las “Ll” al hablar y pronunciar, me llevaron a la
conclusión de su total falta colectiva de educación mínima, cultura y civismo. Conclusión
ésta a la que llegué, a la temprana edad de once años recién cumplidos,
confirmada y reafirmada a través de seguir su trayectoria general durante los
posteriores cincuenta y nueve años, que al día de hoy Él me concedió de vida.
Dentro del mismo “saco”, en un momento dado
de mi vida, me vi en la imperiosa necesidad de incluir a una iglesia diocesana,
donde salvo contadas y excepcionales rarezas, aprovechando sus Obispos y
“coortes” obispales o arzobispales la secularización de presbíteros
pertenecientes a cierta orden religiosa, por todos los medios y a través de la
“estructura secular” se organizó la correspondiente “cacería”, contra ellos. No
por el hecho de su libre secularización, sino por la ambición y oportunismo de desplazarlos
de aquellas cátedras o titularidades de magisterio que impartían en reconocidas
universidades y prestigiosos centros académicos, a los que había muchos aspirantes,
independientemente de que los mismos careciesen de los más elementales
principios de idoneidad curricular, a los puestos que pretendían optar. Eso sí,
su único y gran mérito, su continuidad dentro de la disciplina formal de la
iglesia secular o de alguna orden religiosa con aspiraciones de intelectual.
Eso fue lo que el que suscribe y otros afines definimos, como el “quítate tú
para ponerme yo”, que para eso sigo diciendo “amen” y tratando de hacer “carrera”.
Los años se fueron sucediendo y desde la
perspectiva que da el tiempo como magnitud física, pude observar que el
incipiente “carrerismo” que se desarrolla dentro de la ICAR, en el primer
quinquenio de la década de los 70s del pasado siglo, va a más, es progresivo y
representativo de la falta y/o soslayo encubierto o descarado de los inmutables
valores que nacen y emanan del Evangelio. En términos generales, el “hacer
carrera” o “hacerse con una parcela de poder” justifica todas y cada una de las
más gordas iniquidades, la capacidad y la meritocracia como elementos de
progreso fueron dando paso al “lameculismo” más burdo y descarado. Seminarios
mayores donde la idoneidad para su ingreso queda definida en gran medida por la
orientación sexual del optante. Opción muy respetable, como todo aquello que
concierne a la intimidad de la persona, pero en gran medida excluyente para la
otra alternativa u opción. Seminarios menores, donde cuando por curiosidad muy
curiosa, planteas la posibilidad de acceder a la ordenación sacramental a
través de su formación, en el momento que quedan definidas unas
disponibilidades culturales mínimas y económicas acordes, como referencia a sus
“buenos oficios”, te enuncian el número de obispos y arzobispos procedentes de
tal centro formativo.
Estas realidades y experiencias vividas en
mi dilatada vida, algunas de reciente sucedido, son las que me llevan a valorar
en extremo a esas otras personas, no anónimas, pero sí por ellas mismas mimetizadas
con el entorno, que dan origen a lo citado y afirmado en el primer párrafo del
presente.
Desgraciadas y “disgustantés” situaciones temporales,
próximas a mi sentir, me conducen a sobreponerme con cierto optimismo a ese
erial en lo espiritual, al que hago reiterativa mención, optimismo del que
participa mi más cercano círculo, pues como solamente pueden y saben actuar las
personas, personas, que como tal se imponen a sí mismos su humanidad y el
sentido del deber y la bonhomía, olvidando todo primigenio agravio u ofensa. Actúan consecuentemente a
sus principios, fe y acendrado sentido del deber.
En estas horas de aflicción, no puedo
sustraerme a dar gracias a ese Ser al cual mis creencias siempre ponen en total
posición de superioridad con respeto a mi entorno, el cual, un día y siguiendo
esos inescrutables senderos por Él marcados, me llevó a la senda que me
permitió cruzarme con esa Humanidad, Persona y Pastor de Frontera, que nunca
desfallece, ni amilanan las intrincadas zarzas del monte, ni los posibles
peligros que ese monte o frontera encierren.
Gracias “amigo mío”. Me siento sumamente honrado
y orgulloso de poder expresar ese tan elemental concepto entrecomillado, cuando
a ti me dirijo y refiero. Que Él te recompense de acuerdo a esos principios a
los que en todo momento y ocasión haces gala.
Capt. Willie
Guille, Bill o Willie.
ResponderEliminarLeyéndote las excelencias que dedicas al “pastor de frontera”, diríamos te estas refiriendo a aquel, inadecuado y más aun impropiamente calificado como “komunistka”, lo de „blond” puramente anecdotico, que tanto daño té y nos hizo en boca de aquel polaco hoy inexplicablemente en los altares. Ese por ti bien juzgado y excelentemente definido, como „Okupa de los altares”.
Lejos estaba él en sus anacrónicas concepciones, de aquel otro, el “pastor rubio y entusiasta”, que para no desatar las iras de los anti USA´s, tenía que teñir el pelo y barba de negro.
Cuanto tiempo pasó de aquellas jornadas, donde sobrevivir al día a día era una concesión Divina que motivaba nuestras cotidianas gratitudes.
Siempre que mencionas la “oscura noche” que nos tocó vivir, preludio de la “negra”, con la consiguiente intervención e implantación del “Komisario Político”. Vivimos el inmenso dolor y empobrecimiento que causó en esta nuestra casa y compañía, “el quítate tú para ponerme yo”.
En este retiro en el que vivimos y convivimos algunos que bien te conocimos y mucho te respetamos y queremos, siempre es motivo de aflicción o felicidad el poder compartir en la distancia esos estados de ánimo que dejas traslucir en cada ocasión y circunstancia.
Que Él te siga deparando la suerte de poder seguir siendo tú, que esa familia por sangre, no te haga olvidar nunca ésta otra, a la que por derecho propio accediste y a la que nunca, mal que a algunos les pese, dejaste de pertenecer.
Suerte para ti que en el mundo actual puedes acceder a personas de tu misma calidad y que compartan esos valores a los que siempre fuiste y permaneces fiel.
Visítanos con esa delicia de nieta que en fotografía conocemos.
Desde la rivera del Tormes, cuatro viejos de entonces, hoy ancianos.
Por superposición de años alcanzamos los 332, lo cual creemos nos dé derecho a ser publicados en totalidad.
Mis queridos: maestro, profes y “predicadores, canónigos magistrales e incluso ñazos”, de coñazos:
EliminarA pesar de lo reciente de nuestra última conversación, el tener noticias vuestras siempre es motivo de alegría para mí.
El día que tenga que poner ejemplos de parcialidad, tener claro que os incluyo a los cuatro, entre otra pléyade de ellos. Qué poco objetivos sois y quien diría que a tenor de los “sermoneos” que a todas horas me soltabais, después fueseis y seáis tan indulgentes con las múltiples “barrabasadas”, que a decir de nuestro querido Vicent (q.e.d.) “concebía, proyectaba y ejecutaba”.
Tras oíros a vosotros a los de N.Y., C.A., Villaverde y a Fede al día de hoy, o antes me estabais tomando el pelo, o me lo estáis tomando ahora. Cómo es posible que siendo tan bueno como era y ¡ojo! soy, me cayesen los “chorreos” que me metíais a todas las horas. Para que comprobéis lo bueno que sigo siendo: ahí lo dejo.
Indudablemente lo “ablandado” que me encontráis es por el término utilizado para definir a mi adorada nietina. Es la viva encarnación de su madre, mi queridísima hija, con las facultades físicas de su abuelo y tíos abuelos (también de su padre), sus condiciones físicas son excelentes, todo deporte se le da bien, correr, nadar, lo que sea. Os enviaré por email los dos últimos pódium. Es cierto que su padre, aunque de una “escuela” distinta a la nuestra, opina como nosotros “Una mente sana en un cuerpo sano”. A sus siete años es adorable, está adornada como su madre, de esa empatía natural hacia el débil o desamparado y el mismo quitar importancia a sus buenas acciones.
En otro orden, por lógica natural, lo extraño sería que el mundo de mis amistades no fuese afín a mis propios principios éticos religiosos y aunque no pertenecientes a nosotros ni a ninguna de “mis” iglesias orientales, si es y son de una afinidad total en lo concerniente a esa devoción en la humilde mujer judía llamada María y su Santísimo hijo.
Le pido a mi hija las fotos de la mi “corredorina” y os las hago llegar.
Simplemente deciros, que si bien es cierto que os respeto mucho, creo que mi afecto es aún mayor. –Guiller-