Soy consciente de mi gran capacidad para
buscar los cinco pies al gato, animal que por sí es cuadrúpedo. En el discurrir
de la mañana de hoy me vi en la ineludible necesidad de desplazarme a un centro
sanitario – hospitalario, el segundo en el orden local. Tras tomar el
itinerario más lógico entre mi residencia y dicho centro, los agentes
municipales dispuestos a tal fin, con total corrección y profesionalidad me
obligan a desviarme, por estar cortado el tráfico en dicho trayecto. Opto por
una posibilidad alternativa y cuando me faltan 700 metros para acceder a dicho
centro médico, me veo en la imposibilidad de llegar a él, ya que los sres. (no
merecen las mayúculas) políticos y “coorte de ojetes de los que se rodean”,
decidieron aislar sin posibilidades de acceso el “gran molino” del que dicen
comemos (El Puerto de Mar), ya que el itinerario diseñado por esas “lumbreras”
para el discurrir de la “Carrera Contra el Cáncer de mama”, aislaba de hecho
toda la zona Oeste de esta Imperial Villa de Octavio Augusto.
Siempre diré que cada país, ciudad, villa o villorrio, tiene lo que merece, y esta mi villa, solamente merece lo que tiene, la panda de inútiles, desvergonzados y “ojetes” de los que se acompañan. Menos mal que disponemos de las palomas muy colúmbidas ellas, pero auténticas demócratas, que lo mismo cagan sobre la cabeza de todo un Octavio Augusto, dispuesto sobre un pedestal, en un simulacro de jardín, que sobre este cabreado ciudadano. Al que las bicicletas por las aceras, sin seguro de responsabilidad civil, el paseante del perrito, con la barra de pan “bajo el sobaco”, agachado recogiendo la “cagada del animalito” (de esos escasos especímenes que tantos derechos gozan en esta villa), recogedor de cagada, que por simple posición y posicionamiento, perfumaba con los efluvios “sobaquiles” y “cagatiles”: el pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre…
Si a estas “profundas”, “reflexivas” y
“encabronadas” conclusiones me lleva la negligencia infinita de aquellos que
nos mandan, no nos gobiernan, y que llegado el caso serán sustituidos por otros
de igual incapacidad y pelaje. No puedo sustraerme a proponerles a tan ilustres
inútiles, desvergonzados y engolfados del pro – común: que cuando organicen
maratones o tocadas de coj… colectivos a los contribuyentes, mirando un poco
por los costes económicos que encierra el soltar a una “partida de paquidermos”
sobre el asfalto (más dañinos para él que las orugas de un carro de combate),
exijan a la hora de apuntarse, el que los participantes posean un mínimo de
conocimiento del concepto correr. Pues puedo asegurar que en más de una ocasión
asistí a espantar la invasión de Elefantes en una plantación de brotes tiernos
de café o cacao, y que cuando la “Indígena” disparaba las salvas para
espantarlos, producían menor impacto sobre el terreno que la gran mayoría de
estos “pedestres” villanos corredores.
A la vista de lo visto y sobre todo de lo
“oído”, me pregunto y les pregunto a esos vividores del erario público,
engolfados en golferías y otras marrullerías afines ¿Quién va a pagar los desaguisados
de los en general “elefanticos desfiles” de esos engañados ciudadanos, que por
no saber no saben ni andar y mucho menos correr? No hay ni habrá suela especial
ni cámara de aire que pueda impedir que sus tobillos, rodillas, cadera, columna
y estructura ósea se vayan al carajo. Lugar al que tenían que irse los
organizadores de tales eventos.
Cuanto ganó este país con la abolición de la
“mili obligatoria” y el consiguiente antimilitarismo a ultranza. Ya no sabemos
ni andar, ni correr. Lo cual justifica que “no corramos” a todos esos “vividores
ojetes” que nos mal mandan, pero nunca nunca nos gobiernan.
Capt. Willie
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