lunes, enero 07, 2019

El efugio como elemento a la hora de eludir responsabilidades…


     Desde algunas instancias eclesiales de la ICAR y de tres patriarcales católicas orientales, en cierta medida se me está pidiendo “cuenta y razón” sobre las opiniones, afirmaciones, planteamientos y compromisos, que vierto en éste mi blog y, de viva voz siempre que tengo oportunidad para hacerlo. Siendo “especialmente sensibles” las que oportunamente citaré, en ellas una a una, me reitero dentro de las limitaciones que el “decoro” me impone. Teniendo claro, que doy por buena la primera acepción del Mª. Moliner, aunque considero que la tercera va que ni “pintada” para ciertos personajillos, donde sustituiría lo de la fémina por el clérigo. Dejando claro y aclarado que no quiero que se confunda el término anteriormente citado con el del respeto. Este último es para mí un sentimiento de carácter positivo que incitan y/o propagan en mí determinadas personas, ideas o aptitudes, con independencia de mi identificación o no personal con ellas.

     Consciente y consecuente con ese sentimiento de carácter positivo, al que hago referencia en el final del párrafo que antecede, me “doblego” ante ciertas leyes y normas, con independencia de que las considere injustas y dentro de mis humildes posibilidades luche contra ellas. Pero distingo perfectamente en mi cabeza lo que es doblegarme a respetar. Con estos conceptos una y mil veces aclarados, quede evidente que cuando hablo de algo que me preocupa muy mucho: la civilización occidental cristiana y por añadidura la base espiritual – sobrenatural sobre la que se asentó, sin menosprecio claro está, para la filosofía o el derecho, dos patas complementarias con las que determinar ese plano. “Plano” que mientras no me puedan demostrar fehacientemente con irrefutables pruebas, es con todos sus defectos, la menos mala de las civilizaciones hasta el día de hoy conocidas. Con grave perjuicio, que mor a la dejadez o ceguera bien administrada, esa “añadida base espiritual” se diluya como la sal en el agua.

   Muchas veces afirmé y en ello me reafirmo, que a pesar de vivir y convivir en muy, muy, respetables y pacificas comunidades, donde la “teología de la liberación”, la de verdad, la de por aquellos convivida y compartida hasta entregar su propia vida sin ánimo de protagonismo o lucro alguno. Nunca fui afín a ella y eso que las condiciones sociales y humanas imperantes predisponían, por las injusticias flagrantes que a uno le rodeaban. Mí Jesús, ni mejor ni peor que Él de ellos, aunque compartía con el suyo muchísimas cosas, difería en el concepto de la “carga con la cruz”. Quizás deba aclarar, que posiblemente en el fondo de ello, subyace mi innata tendencia cultural al “ojo por ojo…”, extremo éste que me asusta en mi más íntimo yo. Como también me asustó y continúan asustándome algunas suspensiones a “divinis”, por el simple hecho de hacer sombra a un mediocre teólogo, que si no llega a ser dimisionario, no ocuparía más de una docena de renglones en la historia universal. No suspendiendo por méritos propios a quienes con su comportamiento y escandalosa actuación hacen autentica opción a ello. ¡Vamos, la ceguera bien administrada…!

   Sobre el relativismo, modernidad líquida u otros eufemismos propios de nuestro tiempo espacial, al que hago referencia expresa en esos escritos (links) a los que aludo, no deja de sorprenderme cuando de esa “verdad revelada” se trata, pues es tan simple como si fue o no fue revelada, y que “pintan” viviendo de, y a costa de ella, tanto desvergonzado. Indudablemente la desvergüenza en la ICAR, como en toda organización humana del índole que sea prolifera, la diferencia está, en que dentro de la estructura orgánica de esta, con harta frecuencia, solamente se aplica el “perdón”, no como tal, sino más bien como medio de encubrimiento a los desmanes cometidos, dentro del seno orgánico de la propia ICAR. ¿Quiere esto decir que se hace precisa la creación de un departamento, a semejanza de “asuntos internos” de los cuerpos de seguridad del estado…? Sí y no. Teóricamente ya existe y existen los elementos correctores de los desmanes, faltas y delitos, el problema está en que el encubrimiento y el qué dirán, está por encima de la sagrada (digo y afirmo, sagrada obligación de ser consecuentes con las obligaciones que se desprenden de la vida consagrada y muy particularmente de las que conlleva el Sacramento del Orden). Lo malo o peor aún y más convincente, son esas fotos, bien en negativo o digitales…, esos cuadernillos de notas personales con pastas negras o azules…, donde con fechas y fechorías ajenas documentadas, permiten el encubrir e incluso diluir, las propias. Mal que les pese a algunos, dada mi total abstemia, salvo a unas gotas de la “Sangre de Cristo”, los “explayados” ajenos, tras las más o menos copiosas comidas y no digamos “pródigos trasiegos” de vinos y licores, la consiguiente locuacidad de algunos, me permitió en distintos estamentos, el conocer saberes muy poco edificantes, pero si lo suficientemente convincentes para que otros se doblegaran y pasasen por lo que vulgarmente se denominan “el aro” o los “carros y carretas”. ¿Se da el caso que apunto, en él, el que administra su propia ceguera…?

    Claro está, que siguiendo la doctrina de Cristo a través de Juan a Él me remito: “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Aunque claro está, Él habló de “piedra”, no de pedraplén (rocas con lados y formas más o menos irregulares, pero con longitudes delimitadas entre los 100 y 900 mm.). ¿En qué cabeza, salvo que esté hueca, cabe pensar que miembros laicos u Ordenados de la ICAR, practicantes del “crimen de pederastia” van a acudir inculpándose a la justicia civil? ¿Esta sandez, la incluimos en el mismo apartado de la ceguera bien administrada, para no distinguir a las “locas” obispales y arzobispales y a los “príncipes”, con aspiraciones de “princesas”, por el de la “ceguera bien administrada” nombrados? ¿Quién es el guapo, que se atreve a pedirme respeto, hacia alguien que deliberadamente me está llamando, públicamente, tonto y consiguientemente faltándome al más elemental principio de la objetividad?

    Una vez más le reitero que se deje de milongas, por muy melodiosas o famosas que sean y empiece, de una “jodida” vez a dar “sartenazos”, que tiene tantos que dar, que por el ruido producido más pareciese el “Desfile de Llamadas” con el “Candombe” discurriendo en el mes de febrero, por las calles de los barrios Sur y Palermo en Montevideo. De paso, no se olvide ni se olviden de que las afirmaciones que realizo en todos y cada uno de mis escritos y conversaciones, estoy en disposición de mantenerlos ante tribunales civiles o eclesiásticos, pero una vez más insisto, con pruebas periciales médicas y adicionalmente con la lectura de dos o tres cuadernillos de notas manuscritas.




   Se hace muy fácil acusarme en algunos ambientes de homofóbico, islamofóbico  e incluso, de pretender desprestigiar a la ICAR. Nada de eso. Cada cual es muy libre de actuar de acuerdo a su conciencia, con su “entrepierna” o su “popa”, pero no es compatible ese “lobby rosa” dentro de la ICAR. Como tampoco cuando los doctos en Islámicas, formados en base a la “riochada” de “petrodólares”, me hablan de la secularidad del islam. Menos aún las milongas Papales y por añadidura el silencio sepulcral que se pretende implantar a los “rum rum” de pederastia, en algunas diócesis y/o archidiócesis, donde el ordinario, a sabiendas o no de la existencia de dichos “rum rum”, hace gala de su personal apoyo a algunos “rum rumneados”.

    Esto es lo que hay y no se soluciona con ajo y agua, salvo que el agua sea fuerte, ácido clorhídrico o muriático y se aplique puro, duro y en cantidades industriales.

                                Capt. Willie

No hay comentarios:

Publicar un comentario