Conocí al Rvdo. P. Luis Villanueva a inicios
de la década de los sesenta del pasado siglo XX, en una comunidad de enseñantes,
donde salvo tres excepciones, el propio Luis Villanueva, Pedro Gómez y
Jaurrieta, el resto, vistos en la distancia de los años transcurridos y lo que
la vida me enseñó, estaban más para ser enseñados que para enseñar.
Lo cierto y verdad es que el que esto
suscribe, no era un dechado de perfección, ni el excelente estudiante en el que
la “competencia” me convirtió. También es cierto que mis inclinaciones y
lecturas me mantenían enfrentado a todos aquellos “borricos” que poblaban la
orden: Azorín; Pio de Baroja; Ramón de Valle Inclán; Juan Antonio de
Zunzunegui; Garin, estaban proscritos, lo cual significaba, que si te pillaban
leyendo en el recreo a alguno de estos te quitaban el libro y si te dejabas,
cosa que yo no consentía, te “aostiaban”.
El “cabestro por excelencia” Prefecto a la
sazón, llegó a romperme en mis propias narices cinco (5) veces “Criton (o el
deber del ciudadano). Según él, en su confusión y confusionismo, se permitía
asegurar que no estaba preparado para tales lecturas, cuando realmente el que
carecía de dicha preparación era él.
Los Rvdos. Villanueva, Gómez y Jaurrieta,
siempre tuvieron claro que los libros eran míos. Así, siempre que la ocasión se
prestó, me los devolvieron sanos y salvos.
Tras “perderles la pista” a los otros dos,
seguí manteniendo un trato frecuente con Luis Villanueva, trato que se acentuó,
cuando destinado en A. C., por razones que no hacen al caso, establecí contacto
con su hermano y homónimo en el ser, estar y comportarse: Javier (Xavier, por
ser más rancio y propio de un español, en el nuevo mundo), de ahí que siempre
que de vacaciones venía a Gijón, le trajese a Luis los correspondientes
recortes de la prensa local de Panamá City, donde raro era el día que por
alguna razón, siempre meritoria, no ocupase lugar.
Hoy, tras muchos años de seguir su “derrota”
por las procelosas aguas que nos tocan vivir, supe de su fallecimiento y
ausencia de entre nosotros, quedándome con las ganas de felicitarle el próximo mes
de febrero, en el día de su natalicio.
Gracias Luis Villanueva, por aquellas
muestras de respeto que en lejanos días me mostraste y por el afable y amistoso
trato que con nosotros mantuviste en aquel ocasional encuentro del “Arenal” en
Bilbao, cuando tuvimos que cambiar tu ticket de “Turitrans”, para que alargases
unos días más tu asueto veraniego.
Que ÉL en su inmensa bondad y misericordia,
al margen de todas las cosas buenas que hayas podido realizar en tu paso por
ésta, te tenga en cuenta el agradecimiento de un niño, al que la incivilidad
circundante agredía siempre que ocasión tenia.
Que esa Madre Celestial bajo la invocación del
Sagrado Corazón de María, “te haya echado la mano”, que para mí llegado el caso
tengo solicitada, motivo de risa por tu parte en nuestra última conversación,
va para cuatro años.
El respeto se gana y tú supiste ganártelo.
Que en Paz Descanses.
Capt. Willie
Tras leerle y acompañandole en su pena, permitame un toque de frivolidad, si subrayo la ironía de que, ese fuese el libro sustraido. Un libro con, quizás, la mas honda reflexion acerca de la injusticia, y el deber de quien sirve a algo superior, de mostrar un comportamiento elevado y digno.
ResponderEliminarGracias por su amable mensaje - reflexión.
ResponderEliminarEl concepto de injusticia es un valor muy elevado y totalmente ajeno a aquellos borricos, que salvando las excepciones afirmadas, solamente podían hacer lo que sabían, rebuznar y dar coces.