viernes, enero 31, 2020

El anunciado “goodbye” del U.K. a una política impuesta, imposible de digerir.

   En esa mal intencionada política de tergiversación de las realidades por deseos, claro está, de la Alemania reunificada, a costa de toda la entonces Europa libre y con la Francia de la “trilocacion” (la mismita que en otra hora estuvo a la vez y simultáneamente con Vichy, la resistencia o con el último que llegase). Libre mor a la “sangre, sudor y lágrimas” de los ciudadanos de esos dos “desagradecidos” países, poblados por “yankees” y “tommies”. Nos encontramos con una CEE, que antes de pensar en la defensa colectiva del subcontinente, especula con repartirse las posibles migajas de la salida con portazo, del U.K. de esa comunidad mandada y mangoneada por la “Kartofelera”, en la que para no perder la costumbre, actúa de “palanganero mayor” “el de los amores infantiles no superados”.


   Si malo es el hartazgo del U.K. a esa política dirigida hacia ninguna parte, donde los intereses y resentimiento de la Alemania reunificada están por encima del resto: sea la dependencia del gas suministrado por el futuro zar de todas las “rusias”, la política o carencia de ella con respecto al futuro sultán otomano, el continuo “mangonear” en las políticas de inmigración que en cada momento más le puedan convenir o el achatarramiento de las más que “mierdosas” industrias “ossi”, a cambio de poder seguir haciendo lo que quiera, polucionando a deseo y conveniencia. Recordar que U.K. se vio obligado a la clausura de sus centrales térmicas alimentadas por carbón, tan mucho o poco contaminantes como pueda ser la recién inaugurada a “bombo y platillo” por la “dueña” o actuante como tal, de esa asociación de serviles conocida por CEE.

sábado, enero 25, 2020

Cuándo salir en la foto y cobrar por la salida es lo principal…

   Dentro de esa “puritita” comprensión a lo más incompresible, que en algunos momentos de mi vida me sobreviene, se incluye el que entienda aunque no comparta, que todo hijo de vecino tiene derecho a buscarse la vida y a alcanzar la gloria, la suya y de paso, si puede llenar la bolsa, mejor que mejor. Unos lo pretenden y consiguen partiendo de formas muy simples: les basta exhibir sus partes pudendas, olvidando el pudor, bien por robado previamente pactado, casual provocado o en la gran mayoría de las ocasiones, porque el “guion así lo exige”. Otros más elevados, no dudan en “montarse en el tren” que sea, que vaya o vuelva es secundario, lo principal y por supuesto primordial, es que se le distinga en la foto, aunque la imagen se corresponda con una defecación física, mental o moral. Lo dicho, lo importante, salir en la foto y lógicamente cobrar por tal salida, aunque en la mayoría de las veces, sea de tono, como se decía en tiempos pretéritos.
 
   A pesar de esa, mí reconocida comprensión a lo más incomprensible, fruto quizás de ese interno conflicto en el que mi personal formación humana y convicciones me enfrentan en el día a día. En ese no saber que soy, si un judío o un cristiano converso y lo que es peor, donde empieza el uno y termina el otro, o termina el otro y empieza el uno. Mi propia y voluntaria inmersión en patrística y ese desesperado intento de integrar en mí pensar y sentir, los conocimientos – experiencias acumulados y documentados por otros a través de los siglos y aunados bajo la cultura resultante de Oriente (Grecia) y Occidente (Roma). Donde en un determinado momento, salvo la propia onomasiología conceptual aderezada por la filosofía con amplia presencia de la cultura griega y como no por Platón, están siempre presentes, obligándome a la búsqueda de la “cuadratura del círculo” de este mundo y época que me toca vivir. Tan poco consecuente e inconsciente de su propio caminar hacia ninguna parte.

domingo, enero 19, 2020

“Muchas doctrinas son como un cristal de ventana. Vemos la verdad a través de ellas, pero nos separan de esa misma verdad.”

Frase en traducción muy literal, del poeta, ensayista, pensador libanés y maronita practicante, Gibran Kahlil Gibran جبران خليل جبران بن ميخائل بن سعد.

    Desde que el mundo es mundo y mal que les pese a algunos, hace bastante más tiempo del que ellos en su cortedad mental pueden aceptar, las distintas “doctrinas” de las que se sirvieron los humanos para poder sobrevivir a la dura realidad de la cotidianidad, fueron de lo más variado. De forma generalizada se recurrió a la creación de “deidades”, siempre y en todos los casos muy por encima de los limitados atributos humanos.

    Vistas desde la actual perspectiva de estos inicios del siglo XXI d.C. algunas de esas mismas doctrinas, que en un determinado momento y lugar fueron motivo, eje y justificación de los más sublimes actos de generosidad y/o de las mayores barbaries, no sirvieron como elemento de reflexión que evitase el desarrollo de otras, conducentes a caer en los mismos lugares comunes, con la única variación, que es la marcada y condicionada por el particular “cristal de esa ventana”, que en cada momento establecen las sociedades en la que nacen y se desarrollan, pero que más antes que después, ese inicial “transparente cristal”, termina interponiéndose como una autentica barrera, entre la doctrina inicial y la real en la que suelen degenerar.

    No me cabe la menor duda de que la incultura, fruto de la dejación del concepto clásico de la formación humanística, llevó a gran parte de la actual sociedad al desconocimiento de hechos y pasajes, debidamente documentados en la propia historia de las distintas civilizaciones que nos precedieron. De relativo fácil acceso, en aquel momento en el que alguien se sumerge sin prejuicios en la recopilación y contrastado de informaciones al respecto. A fuer de ser una vez más criticado, debo decir, que la gran suerte de haber nacido en un lugar, para mí idílico o idealizado, en base a las experiencias vitales que me permitieron desarrollarme desde mi infancia, al compartir la naturaleza en un entorno rural – semi-industrial con una excelente representación vegetal de la región biogeográfica atlántica, con poblaciones relativamente elevadas de especies animales domésticas y silvestres (medianos y pequeños mamíferos, aves, peces y reptiles), representativos a su vez del propio hábitat de la región floral eurosiberiana. Siendo esa “parte” semi-industrial, quien despertó en mí un temprano recelo a lo que, a inicios de los 50s del pasado siglo XX, se definía en todos los ambientes como progreso y desarrollo. Lo bueno que haya podido quedar de aquella época lo vamos a “joder” ahora.

miércoles, enero 15, 2020

“La perplejidad es el comienzo del conocimiento.”

Frase del poeta, ensayista, pensador libanés y maronita practicante, Gibran Kahlil Gibran جبران خليل جبران بن ميخائل بن سعد.

     No cabe otra conjetura, para poderse sentir perplejo (del lat. perplexus), se hace necesario imponerse de un mínimo de raciocinio, que al menos, lleve confusión o duda a nuestras creencias y/o convicciones. Lo malo, o aún peor, es cuando nuestra única intuición, convicción y/o interés nos impide la perplejidad ante efemérides debidamente contrastadas por medios, hoy aceptados como científicos. Hecho este, que por sí mismo, desvirtúa todo lo realmente verificado, conduciendo  a las más voluntariosas y variopintas aseveraciones, aunque éstas carezcan del mínimo rigor científico exigido

     De la “verdad líquida”, al “irrealismo humo”, la distancia que les separa es prácticamente inexistente, ya que la cohesión molecular de la primera con respecto al segundo, permite en ambos casos, la adaptación a la forma o formas del recipiente que los contenga. El papel como elemento soporte, aguanta lo que se le ponga como elemento soportado. ¿Qué decir de las pantallas de los computadores? En síntesis, cuando se parte de escasos datos contrastados, no representativos por la cortedad del espacio temporal entre la fecha de inicio cuantitativo y la utilización como elemento de partida al desarrollar una hipótesis de trabajo, se hace necesario “cubrir el vacío real” en base a simulaciones. Así, los datos obtenidos por tales métodos, lo más lógico es que sean proporcionales a las propias carencias de partida. Dando como resultado una nula fiabilidad de los parámetros cuantificados y espacio temporal o periodo a extrapolar. Hecho por sí que justifica esos continuos errores sobre predicciones catastrofistas de subidas del nivel del mar, deshielos, presencia de insectos tropicales y “barrabasadas” afines.