sábado, enero 25, 2020

Cuándo salir en la foto y cobrar por la salida es lo principal…

   Dentro de esa “puritita” comprensión a lo más incompresible, que en algunos momentos de mi vida me sobreviene, se incluye el que entienda aunque no comparta, que todo hijo de vecino tiene derecho a buscarse la vida y a alcanzar la gloria, la suya y de paso, si puede llenar la bolsa, mejor que mejor. Unos lo pretenden y consiguen partiendo de formas muy simples: les basta exhibir sus partes pudendas, olvidando el pudor, bien por robado previamente pactado, casual provocado o en la gran mayoría de las ocasiones, porque el “guion así lo exige”. Otros más elevados, no dudan en “montarse en el tren” que sea, que vaya o vuelva es secundario, lo principal y por supuesto primordial, es que se le distinga en la foto, aunque la imagen se corresponda con una defecación física, mental o moral. Lo dicho, lo importante, salir en la foto y lógicamente cobrar por tal salida, aunque en la mayoría de las veces, sea de tono, como se decía en tiempos pretéritos.
 
   A pesar de esa, mí reconocida comprensión a lo más incomprensible, fruto quizás de ese interno conflicto en el que mi personal formación humana y convicciones me enfrentan en el día a día. En ese no saber que soy, si un judío o un cristiano converso y lo que es peor, donde empieza el uno y termina el otro, o termina el otro y empieza el uno. Mi propia y voluntaria inmersión en patrística y ese desesperado intento de integrar en mí pensar y sentir, los conocimientos – experiencias acumulados y documentados por otros a través de los siglos y aunados bajo la cultura resultante de Oriente (Grecia) y Occidente (Roma). Donde en un determinado momento, salvo la propia onomasiología conceptual aderezada por la filosofía con amplia presencia de la cultura griega y como no por Platón, están siempre presentes, obligándome a la búsqueda de la “cuadratura del círculo” de este mundo y época que me toca vivir. Tan poco consecuente e inconsciente de su propio caminar hacia ninguna parte.

   No creo en el axioma de que tiempos pasados fueron mejores, como tampoco lo creo de los presentes, lo que sí estoy convencido, es de que el contenido de aquella asignatura conocida como Ciencias Naturales, que se estudiaba en el 3º de bachiller, volviendo a ella en el 5º de ídem “rama de ciencias”, nos introducía en el “Ciclo del Carbono”, donde este jugaba crucial papel en la evolución de la Tierra a “Planeta Azul”, habitable y compartible con muchas especies, incluyendo entre estas al “homo sapiens”. “Sapiencia” que en el  devenir de los tiempos, en demasiadas ocasiones quedó en entredicho, siendo quizás en estos momentos en el plano intelectual y científico, uno de ellos, pues como afirmó aquella ministra semi – analfabeta, que creo sigue viviendo del cuento desde entonces, se  repitió con excesiva frecuencia su pronóstico - diagnostico: “acontecimiento histórico" para "el planeta" y supondrá "una esperanza para muchos seres humanos". De aquella “conjunción astral” y consiguiente “polvo galáctico”, aún estamos recogiendo los lodos en lo poco que ya queda de occidente.

   Esas mismas dudas existenciales propias de la formación humana a la que por suerte accedí y que me lastran en el plano humano, en gran medida se proyectan sobre mi formación técnica. Insisto aquí y ahora: las creencias las tengo muy sólidamente asumidas, mientras que en el campo de las ciencias, mi escepticismo inicialmente y en todos los casos es total. Las hipótesis de partida deben de estar avaladas por una acreditación que me las haga diferenciar de meras conjeturas. Salvo que haya pruebas evidentes y obtenidas de acuerdo con métodos aceptados y contrastados. Así y por muy mal que suene, siempre y en toda ocasión recurro a dos apotegmas: “no hay más cera que la que arde” y páguelos, quien los pague “los experimentos con gaseosa”. Como oportunamente se pudo ver en el presente Blog, ambos adagios, fueron en dados momentos motivo de crítica por parte de algunos colaboradores, no sé sí  a mi labor de coordinador, al considerarse ellos más cualificados o a mí sistemático exigir rigor en todos y cada uno de los planteamientos.

   Los “ques”: que el planeta Tierra un día pasó de cuasi negro a azul, nadie con un mínimo de conocimiento puede dudarlo. Que los cambios climáticos experimentados por el primero oscuro y posterior Planeta Azul, a través de las múltiples evoluciones – involuciones son demostrables por métodos aceptados como científicos, no admiten duda. Que muy posiblemente en el actual momento temporal se esté produciendo una de esas evoluciones – involuciones, es posible, aunque dada la periodicidad repetitiva de las condiciones climáticas al día de hoy contrastadas, tampoco se puede afirmar rotundamente. Que de estar produciéndose dicho cambio climático, las causas intrínsecas de él, seguro que pueden ser de origen múltiple, no específicamente y de forma única por razones antropogénicas, como algunos “gretas sin garbo y analfabetas” y “jetas interesados” en ello, nos tratan de hacer creer.

   Contradiciendo a los “ecológicos” indocumentados y/o interesados “gretas”, “jetas” y afines, me veo en la necesidad de repasar algunos antecedentes acreditados y contrastados, donde cambios mucho más substanciales que los hasta ahora  mostrados y no demostrados, afectaron a nuestro Planeta por “periodos tan cortos”, como la “friolera” de más de 100.000 años (¿Sabrán interpretar los “gretas” y “jetas”, tantos ceros de la cifra citada?). Aquellos, que al  igual que el suscritor del presente, que en el primer quinquenio de la década de los 70s tuvimos la suerte y oportunidad de poder acceder al conocimiento de personas anónimas por deseo propio, quienes trabajando oficialmente en el campo de la meteorología, oceanografía y vulcanología, fueron acumulando datos de fácil contraste, pero interesadamente ignorados, que ponen en seria duda ese aumento gradual de los traídos, llevados y mareados 2ºC. La afirmación que encierra el párrafo que antecede, es fácilmente demostrable en todos los casos, para áreas y espacios geográficos a cual más distantes, tanto del subcontinente europeo como de USA. Limitando en lo inmediato, por su proximidad, a los fenómenos meteorológicos acaecidos en los últimos noventa años, dentro del entorno del municipio en el que nací, crecí y tras mí retiro, retorne y habito. Del cual gracias a la bonhomía y profesionalidad que convivían en la persona de D. Efrain Ricarte (q.e.d.), ahí están debidamente tabulados y registrados, en la práctica generalidad, en el periodo  1923 – 1981, con la salvedad de los años 1937 y 1938, como consecuencia de la G.C.

    Insistiendo una vez más en la ignorancia, mala fe y ánimo de engaño, de los “gretas”, “jetas” y afines. Aquellos que culturalmente le damos a los dos palos “letras y ciencias”, quizá juguemos con la ventaja de saber que la Iglesia Católica Española, dentro de ese servicio a la sociedad no siempre reconocido y mucho menos agradecido, cuenta entre sus libros registrales, con uno, ignoto en gran medida, por los mencionados y sus “coleguis”, que es el de “Fabrica”, libro en el que los “curones de turno”, “bandidos de ellos”, registraban en gran medida el devenir de sus parroquias, incluyendo directa e indirectamente las condiciones climatológicas que en un dado momento podían darse, ya que en gran medida dichos escenarios medioambientales influían notoriamente sobre la economía de las parroquias y sus parroquianos.

    Así no es extraño que las “ferias de hielo inglesas”, acreditadas entre el siglo XVI y mediados del XIX, tengan fiel reflejo en los libros de fábrica de algunas iglesias y catedrales de las inmediaciones costeras del golfo de Vizcaya, en la península Ibérica. Registros estos, que sin entrar en cuantificaciones numéricas, si desvirtúan una vez más esas extrapolaciones con las que nos suelen “bombardear”, queriendo contradecir lo desconocido de las causas y ciclos que al Planeta Azul le “quedan por su proa”, dudando muy seriamente en mi caso, de la fiabilidad de ese “Antropoceno” que le concede al hombre esa ilimitada capacidad, hasta ahora reservada a la naturaleza y sus elementos conocidos e ignorados. Cierto que salvo a un bombardeo nuclear, creo haber estado, vivido y sobrevivido a las más dispares circunstancias. Que tras observar dos erupciones volcánicas en directo y tres filmadas, conocer las cuantificaciones en gases conocidos emanados (la presencia de gases y bacterias desconocidas no se pudieron cuantificar, por ese su propio desconocimiento), partículas sólidas en suspensión por unidad volumétrica de aire, y materias “solidificables” arrojadas, volúmenes de hielo licuados y consiguientes efectos cuantificables sobre el entorno natural. Siendo precisamente estos hechos los que me conducen a esa razonable duda de: qué es y dónde empieza el “Antropoceno” y el para mí, consabido “Naturalproceno”.

    A modo de curiosidad no demasiado difundida y sí respaldada por la fiabilidad de la que se hizo acreedora la “National Snow & Ice Date Center” (Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo de los USA), la extensión de la banquisa ártica, en su momento punta, el pasado verano alcanzó un mínimo de 4,15 millones de Km2 el día 18 de septiembre. Cifra ésta que significa la segunda mínima medición, desde que se comenzó en 1a primavera de 1979 a cuantificar vía satélite. Asimismo, dicho organismo nos confirma que a finales del mes de septiembre, la máxima extensión invernal de hielo marino en aquel continente blanco, superaba los 18 millones de Km2 estando prácticamente dentro de la media registrada en el periodo comprendido entre 1981 – 2010. ¿Ante este dato, qué actitud tomar…? ¿En mi próximo viaje a dicho continente, podré oír crujir el hielo cuando lo ponga en la bebida… o al decir de algunos, sin fundamento, ya no existirá?

    Por último decir: la libertad de cátedra, es un derecho que en un lejano día reclamé y hoy continuo y continuaré defendiendo, a la vez que distingo perfectamente lo que es dicho derecho – libertad y donde empieza el adoctrinamiento, como el que le trata de hacer a mi nieta, una semi - analfabeta profesora, quien les habla de la “Greta sin garbo”, como si de algo serio o semi – serio se tratase. Posiblemente el nivel intelectual y formativo de ambas corra parejo, de ahí su afinidad de pensamiento.

                                 Capt. Willie

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