sábado, abril 11, 2020

Mi estado de ánimo me condiciona en el transmitir los deseos de Paz y Felicidad que el acaecido exige.


     Con hondo pesar por no poder sustraerme a la zozobra, que como humano me genera el ominoso orden político, social y económico que me rodean,  sin ni siquiera la esperanza de poder sentirme reconfortado con la ayuda que la religión, la mía, la Católica, me pueda dar, por esa clara cobardía, oportunismo y dejación de funciones de sus Jerarcas y corte de “carreristas” de los que se rodean.

     Hoy, en tan señalado día como es la reiteración del milagro de la resurrección de Jesús, el hijo de Dios, un día encarnado en mi santísima madre María, de la tribu de David, por sí judía y por tanto, el hijo de Dios en ella encarnado judío. Excelso y exclusivo revolucionario, que asentó su revolución libertadora, en un único  e inicial mártir. ¡Él mismo! y por la redención de toda la humanidad sin excepciones, ni cuotas.

      A pesar de todas las tribulaciones y pesares, que son muchos y muy serios, sucintamente expuestos en el primer párrafo, no puedo menos que desear a todos mis lectores, amigos y demás personas de buena fe: MIS MÁS SINCEROS DESEOS DE PAZ Y FELICIDAD y que Él tras su experiencia de “descenso a los infiernos”, nos acoja y acoja con esa su innata e infinita  benevolencia, a los millares y millares de españoles al día de hoy fallecidos, fruto de la dejación de funciones de unas autoridades políticas mandantes y no gobernantes, a las cuales, de cumplirse los más elementales principios de la justicia divina y humana, deberíamos ver sentenciados por el delito de lesa humanidad y estragos, sobre la indefensa población civil.

     Que Él, con su triunfante resurrección, ante tan aciagos momentos, nos dé la fe y el valor necesarios para poder sobrellevarlo.
 
                               Capt. Willie

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