Hacerse acreedor de “pay attentions” a estas alturas de mi vida…

   Humildemente he de reconocer que en mis años mozos, en particular en mis estancias en el entonces Salvador, del Col. A. Molina y/o en la Managua de Tacho Somoza, dadas mis “buenas” relaciones con los “guzmanianos” discípulos ellos del Maestro de la Iglesia, Domingo de Guzmán, con más asiduidad de lo que quisiese, solía recibir los correspondientes “pay attentions”, que desde Roma me “embutían” vía telefónica, un día sí y el otro también.

    Quizás fruto de los pocos años y del desenfado a que hacía gala en aquellos lejanos tiempos, sin llegar a que me entrase por un oído y me saliese por el otro, las sentidas palabras que me trasladaba, el hoy ausente, Rvdo. P. J. Iglesias, solían influir muy poco sobre mi actitud, ya que las grandes diferencias conceptuales que me separaban de aquellos “agentes propaladores” de los horrores de las “Calderas de Pedro Botero”, y su escasa capacidad de visión del infierno que nos rodeaba en nuestra diaria cotidianidad, me llevaban de continuo a aseverar en público y en privado, que su Cristo y el mío no tenían nada en común. Extremo este, que aún hoy en la distancia del tiempo, creo siguen tan antagónicos como entonces.

   Estas reflexiones que a modo introductorio realizo, me llevan a dar respuesta a un “pay attention”, que recibí vía telefónica en el día de hoy. “Pay Attention”, que contrariamente a aquellos y en común con ellos: que éste sí me afecto profundamente, por lo razonado del mismo, a la vez que la persona que me lo dirigió, dentro de mi escala de aprecio y valoración, aunque con menos familiaridad que la mantenida en su día con el difunto P. Iglesias, ocupa un especial lugar de respeto y consideración.

   Tengo y debo de reconocer, que quizás haga un uso indebido de una frase recurrente, que utilizo ante lo que mi sensibilidad y conciencia me dicta. Dicha frase, que literalmente afirma: “La justicia siempre va a la cabeza, pero a la del más pequeño, ya que lo contrario sería anarquía”, sacada de su propio contexto, pasa a ser una terrible e injustificada falta de respeto a la dificilísima actuación de cualquier persona a la hora de administrar justicia, aunque dicha persona tenga formación específica para ello. De ahí, que de ahora en adelante sea mucho más cauto en su uso, sin perjuicio, que cuando la utilice realice las oportunas salvedades.Como bien me recordó el comunicante del “Pay”, debo aclarar a priori, que a pesar de carecer de formación jurídica específica, en un dado momento de mi vida, actué en la instrucción de las más variadas causas y expedientes: desde fallecimientos por ahogamiento, colisiones, remolques y/o salvamentos en la mar. Pérdidas o destrucciones de documentación, concesiones de recolección o extracción y un variado etc.

  Si de aquellas mis actuaciones en la instrucción de causas y expedientes administrativos, donde en algunos casos las cuantías económicas o intereses revestían cierta importancia, antepuse a todo mi total apego al escrupuloso cumplimiento de la ley. ¿En qué puedo basar hoy mi duda, sobre las actuaciones ajenas en cualquier instrucción y/o consiguiente resolución? FRANCAMENTE EN NADA. No obstante a ello, no pretendiendo disculparme del reiterado error cometido y aceptando de antemano el razonado “pay attention” de que fui objeto, retiro dicha frase de mi anterior escrito, extendiéndolo a todas las veces en que lo haya dicho de viva voz o por escrito. Eso sí, me resulta inexplicable, aunque sus razones habrá, que la Corte Internacional haya permitido “irse de rositas”, sin empapelarla por perjurio, a esa amnésica desvergonzada de la premio Nobel Aung San Suu Kyi, para más inri, de la paz (posiblemente de los asesinados).

    Mis más sinceras disculpas y respeto a la difícil decisión que encierra la recta administración de la justicia. Reiterando mi total desprecio en general a los vividores a cuenta y por cuenta ajena, de los pobladores de las covachas de todos esos organismos supranacionales, generadores de costosísimos informes y resoluciones, en todos los casos condenados a no servir para nada, desde el mismo inicio a resolución de los mismos.  

                            Capt. Willie