Antiguo proverbio judío
Aquellos
entre los que me incluyo, que tuvimos la suerte de no haber nacido en grandes
ciudades, ni en barrios más o menos pobres o ricos, sí en zonas rurales
periféricas de un puerto de mar, consolidado como tal desde el mismísimo
imperio romano, sabemos por conocerles la “leche” que da la cabra por delante,
con los dos cuernos que adornan su occipital. Mejor aún, la de todo cabrón que
se precie, sea de cuatro patas o dos piernas. Del caballo y sus coces, qué
decir, de las patadas que sueltan al hablar y no pensar algunos bípedos y no
precisamente canguros, Él con su inmenso poder nos libre.
Los tontos
por sí y para sí son mucho más dañinos que los caprinos y equinos, de ahí que
sin llegar al tonto y por añadidura cabrón, que de todo hay en la “viña del
Sr.” y que en el asiduo deambular por la vida, te “tropecientas” con ellos. Tristemente,
también existen otros dignos de todo respeto y consideración a los que a simple
vista, por sus rasgos físicos se les aprecia su majadería congénita, a los
cuales en la actualidad y para ser políticamente correctos, se les
define “batimétricamente”, de acuerdo a su “grado de profundidad”. En el caso
generalizado de los primeros, los que más abundan, dado su altísimo número, te
conducen a dudar de la “sapiencia” de aquel “jodido” sueco machista él, de
nombre Carl von Linn, que por una serie de características de orden físico –
morfológico calificó de Homo Sapiens, olvidándose del “elle” y
otras bobadas “made in spanish nonsense minister”. Él en su inmensa
sabiduría y bondad le haya perdonado por tamaña metedura de pata. Mira que no
mencionar el “elle” y encuadrar por las características biológicas a la
referida ministra, como “sapiens”… es toda una pasada.
Mor a la
referida y no nombrada, en esa lógica evolución a la que magistralmente en lo
morfológico hace referencia el “sueco”, pero que en la batimetría del
intelecto ignoro con que sima marina se la puede comparar. En lo que a esa
“sapiencia” concierne, nos encontramos con una especie que por sí misma y en la
última centuria, debido a la proliferación de los medios de comunicación de
masas y vertiginosos ascensos, se reprodujo como los champiñones, en la
oscuridad y entre la mierda. Dando lugar a la aparición del “Estulto Pijo
Progre” en acrónimo (E.P2).
Esta clase
de tontos que todo lo que tocan, por acción u omisión, siempre lo “joden”,
inicialmente surgen entre los “tontos de capirote”, hoy dentro de la política
de lo correcto, definidos en función del grado de profundidad, ignoro si en
metros, brazas o pies. Cuando el citado de “capirote” llega normalmente por la
puerta falsa y otros por la de atrás, algunas también por la de adelante, y
accede a una posición socio – económica con la que su intelecto (caso de
tenerlo) no se corresponde, viéndose él, pobre de luces, en la inexcusable
necesidad de adecuar los escasos conceptos que cree conocer, ignorando por
supuesto los billones de los que por su propia cortedad mental ni vislumbra, acude
a mostrar y demostrar su necedad en base a recursos “trillados”: manifiesta que
es ateo, de izquierdas (pero no zurdo), antisemita y pro Palestino. En resumen:
sucedáneo de no ser nada. Un simple y mero “panzista”.
El “escribidor”
del presente y de los 257 que le preceden, en más de una ocasión habló de los “EP2”
o “estulto pijo progres”, al igual que habló de sus hermanos los árabes
y de los discípulos del Profeta, claro está, de los descendientes de Ismael y
de los musulmanes. Lo hizo en este blog y en múltiples y variados foros,
algunos de estos últimos, con cierta entidad y llegado el caso trascendencia.
En el
párrafo precedente, escribo la palabra hermano y a los “EP2” de turno, antes de
“enseñarles” lo que me consta dentro de su supino NO SABER ignoran. Para
ilustrarles, les voy a relatar una anécdota ocurrida entre “hermanos” y “primos
carnales”. Allá por el año 1973 e.C., en un dado momento, donde al estado de
Israel le pintaban bastos. Una noche en una escucha radio, se oyó una petición
de socorro que realizaba una emisora civil siria, en la que se requería
urgentemente un determinado grupo sanguíneo para la obtención de plasma, con el
fin de tratar a dos pequeños gemelos o mellizos, niño y niña, abrasados no
quemados, por un bombardeo. Esa misma madrugada, un Jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel,
acompañado por dos suboficiales, para más señas drusos y tres rasos. Los cinco
voluntarios, siguiendo a su jefe natural, “montaron” y realizaron una operación
particular y personal de comando, desembarcando en tierra enemiga y “tomando”
por las armas, en pacifico asalto, un maltrecho y “desprotegido hospital civil”,
a donde con gran asombro, no exento de auténtico pánico por parte de los componentes
del “comando” y del personal sanitario. A estos últimos, se les puso a
“disposición el brazo” del susodicho jefe. Dentro del total nerviosismo
imperante y con una profesionalidad asombrosa dada la situación, el responsable
de hematología, realizó en un plazo “eterno”, que no alcanzó a los 98 minutos,
las acciones rutinarias conducentes a ejecutar el “vampirismo” necesario. A
pesar del miedo de todos los involucrados y antes de la “salida por pies” de
los en esta ocasión pacíficos invasores, por turnos, los seis aprovecharon la
ocasión para poder depositarles un beso en su “manina” a cada uno de los niños.
Tratándole de hacer razonar a la atribulada madre, que de los seis invasores, dos
eran sus hermanos y consiguientemente tíos de los niños, puesto que eran como
ella, descendientes de Ismael, mientras que el jefe - donante y los tres rasos,
eran primos carnales de ella y consiguientemente, tíos segundos de los niños, pues descendían
de Isaac.
El hecho
tan sucintamente relatado en el párrafo anterior, quedó en su día reflejado en
una causa judicial, con vista incluida, en la que inicialmente algunos de los
personajes quedaban exonerados en base a la obediencia debida, exoneración a la
que unánimemente y a pesar de las posibles consecuencias penales, de forma
voluntaria renunciaron. Oídas y estudiadas las declaraciones de los… ¿Cómo
definirlos…? Por el tribunal, tras una rapidísima instrucción, la Sra. Jueza designada
para la vista, tuvo a bien dictar sentencia absolutoria, con una muy seria
amonestación para el jefe, aunque sí eximiéndole de dar explicaciones dentro
del ámbito jerárquico militar. Este hecho con toda su trascendencia se juzgó en
un tribunal civil y con todas las garantías que un estado democrático pleno les
concede a sus ciudadanos. Es posible que de considerarlo de interés y siempre
salvaguardando por razones de seguridad, la identidad de los implicados, con la
desclasificación de documentos en proceso, este hecho vea la luz y sea de
conocimiento de aquellos a los que les pueda interesar. La niña abrasada, a
posteriori, estudió medicina en una Universidad Española y si la actual “intervención
salvadora y liberadora de los ayatolas” en su país Siria, no lo trastocó,
el entonces niño, es un próspero empresario panadero.
Dada la cultura a la que pertenezco, siempre
que la ocasión lo requiere, suscribo la afirmación: que no conozco a nadie que
desee la mujer de un Sr. al que no conoce y por supuesto a ella tampoco, que
parece ser que vive en las inmediaciones de Eilat o de Tokío: me da igual el
lugar geográfico. Por el contrario, si sé y me consta, que lo que se desea es
lo que está próximo. Que sí se desea a la vecina del quinto, a la del sexto o a
la de la puerta de enfrente. Hecho que extrapolo a las diferencias que son
susceptibles de ocurrir entre vecinos y más aún hermanos. Cuando a mi difunto
abuelo Z”L alguien le comentaba lo bien que se llevaban los hijos de tal o
cual, tras el fallecimiento paterno, siempre planteaba la siguiente pregunta
¿Ya partieron la herencia…? Yo hoy y ahora, a mi vez pregunto: ¿Cuál de los dos
descendientes de Abraham, es el primogénito? He ahí la cuestión que de antiguo
nos separa, siendo por supuesto más semántica que real. Durante siglos vivimos
sin mayor problema tal pregunta, quedando a la mera cábala de un “cabildeo de
notables”, en los que el pueblo llano y por supuesto mayoritario, en absoluto participaba.
De mis
creencias de índole transcendental, cualquiera que me conozca o me haya leído
con anterioridad las conoce. Nunca las oculté. No obstante a ellas y a ser
totalmente respetuoso con las ajenas, aunque no sean concordantes con las mías,
distingo perfectamente la fe y la ciencia aplicada a la historiografía y
asentada en la arqueología sería, la que diríamos científica y exenta de
mesianismos.
Siguiendo
un lógico orden y no solamente el alfabético, me referiré a los amorreos, filisteos
y hebreos. Los sucesivos hallazgos arqueológicos de la Cultura Natufiense,
así definida por la arqueóloga D. Garrod, la establece como uno de los primeros
pueblos mesolíticos que dejan clara huella en la región del Medio Oriente,
permitiendo establecer su rastro, hacia el 12.000 BP o 10.050 a.C. a 9.875 BP o
8.285 a.C. (sentadas dichas dataciones en el yacimiento israelí de
Wadi-en-Natuf). Su asentamiento físico puede determinarse sin total precisión
cartográfica sobre el actual área, comprendida entre el S. del desierto sirio
hasta la cuenca media del río Éufrates, incluyendo parte del Sinaí, Israel, E.
Bank, Líbano, parte del W. de Jordania y del E. de Siria. Al N. las montañas
del Taurus, meseta de Anatolia, montes Zagros y en el E. con límite en las
cuencas hídricas del Éufrates y Tigris.
Como
resultado de los trabajos arqueológicos realizados por los SJ. Alexis Mallón y
Robert Koeppel, en el periodo comprendido entre 1929 y 1938, en la parte baja
del valle del río Jordán, más exactamente, en las romas colinas de Talaylât
al Ghassûl, próximas a Jericó y al NW del mar Muerto. Encontraron rastros
fehacientes de la denominada cultura Ghassulian, que posteriores
excavaciones realizadas por el también SJ. Robert North entre 1959 y 1960,
confirman y ratifican. La dicha civilización que se desarrolló en el periodo Calcolítico
Medio y tardío, aproximadamente delimitado por el 6.350 BP o 4.400 a.C. y
5.450 BP o 3.500 a.C.
La
existencia acreditada de estas dos civilizaciones, son prueba evidente de la antigüedad
poblacional de esta área del Medio Oriente y su importancia como “cruce de
caminos” con los pueblos y futuros imperios emergentes en el área de
influencia. Con esas y con todas, la “conocida” como edad del bronce, no
encuentra una entidad política consolidada, dándose pequeñas ciudades – estado
de origen amorritas, amoritas o amorreos, pueblo con origen semítico,
indoeuropeo, muy belicosos y formados por tribus nómadas con periodos de seden
tizarse. Como resultado de distintas excavaciones, con independencia de
leyendas patriótico – religiosas, se pueden nombrar como muestra de las citadas ciudad estado a:
Hatsor, Lakish o Megido, gobernadas por las correspondientes élites tribales.
Estoy afirmando, pobladas por amorreos y cito su ascendencia semítica.
Sobre el
3160 BP o 1.210 a.C. las obligadas migraciones que crean los Pueblos de Mar,
semitas cananeos, en los convulso movimientos migratorios y sucesos que
ellos encierran. Dieron origen a la presencia de los originarios hebreos
y filisteos, admitiendo como posible el desplazamiento de primitivas
tribus fenicio – púnicas por otras originarias de Mesopotamia,
entre las cuencas hídricas del Éufrates y el Tigris, hechos estos que por sí justifican
la presencia de los hebreos en la región.
Al día de
hoy mucho más difícil de precisar el origen de los filisteos, población
de la que tenemos referencias a partir del “bronce tardío” y siempre por
testimonios indirectos de procedencia egipcia, asiria y/o hebrea. Por el
contrario si se conoce su aproximado asentamiento, en un área geográfica, que más o menos podría
coincidir con la actual zona de Gaza y límite N. en las inmediaciones de la
contemporánea Tel Aviv.
¿Su origen era insular…? ¿Procedían de algunas
de las islas próximas a las costas de Medio Oriente…? O por el contrario, su cuna
sería continental y migrarían de la península de Anatolia. El punto de partida,
aún hoy, sigue levantando controversia, siendo un hecho que a priori resulta
extraño, ya que en aquella, su organización pentatárquica de ciudades, no
solamente confirió su identidad en la franja costera, proyectando una considerable
penetración hacia el interior. Se supone que inicialmente mantuvieron
enfrentamientos con los cananeos asentados de antiguo en la zona,
quienes en colaboración con los hebreos, que habían comenzado el retorno
de la emigración forzada a Egipto del 3.725 BP o 1.775 a.C., se hicieron fuertes
y comenzaron la conquista de la “Tierra Prometida”.
Al que
esto suscribe, tras poner en un dado momento de su vida, muchísimo interés en
“aproximarse al conocimiento” de los filisteos, no le resultó fácil el
tener que aceptar que, a pesar de ignorar cuál era su originaria cultura, ésta
fuese tan rápidamente diluida en la cananea y hebrea.
A nivel personal, ni tan siquiera de niño fui
capaz de digerir las historias de los únicos filisteos a los que “llegue
a conocer” por su nombre: el gigante Goliat y su homónimo Sansón.
(“Dalilahs” en el discurrir de los años conocí algunas). Llevándome a la
creencia, que posiblemente con respecto al resto de los pobladores
contemporáneos del área, fuesen más fuertes y corpulentos, de ahí que desde
niño a todo aquel que consideraba sobresaliente por su fortaleza física, aunque
no por su inteligencia, en mi fuero interno lo calificase, de “filisteo”.
En esa mi
especialidad de llevar la contraria a los bien pensantes, que no siempre son
bien pensados y mucho menos acertados y en contra de las “grandes teorías”
desarrolladas por sapientes cabezas. A inicios de la década de los 70s del
pasado siglo XX, tras “andar” y “patear” profusamente el área y estudiar en
profundidad cuanta documentación directa o colateral pude recopilar (que por
tratarse de la materia que es, fue muchísima), afirmo y mantengo, que la
etimología de palestino, tiene de griego, lo que yo de marciano. Muy a
pesar de mi pobre español y de mi reconocida mala acentuación, la adjetivación
de “palestino”, que facilita el DRAE es la única creíble, para aquellos
que no ignoren la carencia de vocales en hebreo, de ahí que “P L S H T” como raíz
a la hora de pronunciarlo resultaría algo “parecido” a “pelisti”, que
guste o disguste, literalmente traducido significa “EXTRANJERO o EMIGRANTE”.
Hecho este que dada su presencia con respecto a la sucinta y sucesiva aparición
de pueblos y culturase en el área, resulta totalmente lógica.
Con
independencia de las afirmaciones del “Libro de los Jueces”, contrastada que
fue la existencia del bíblico rey David y remitiéndonos a los hechos. Si bien
inicialmente los “inmigrantes” llevaron las de ganar, manejaban armas de hierro,
las circunstancias del momento, con la manifiesta debilidad de los imperios
vecinos y el prestigio del citado rey David (2.960 BP o 1.010 a.C. a 2.905 BP o
955 a.C.), invirtieron las tornas, dando como resultado la victoria de las
tribus hebreas y la unificación de lo que serían los reinos de Israel y Judá.
Las victorias de David no solamente fueron sobre los filisteos, a los
que sometió a vasallaje y como anteriormente se indicó, los “semitizó” en un
relativo corto periodo de tiempo. También venció a sus vecinos amonitas,
edomitas y moabitas. En estas guerras conquistaría Jebú, a
los jabuseos, ciudad que convertiría en Jerusalén y por su posición
estratégica en la capital de su reino.
Sin
menosprecio alguno para la fama de sabio de Salomón, su hijo, lejos del ánimo
de ofender ninguna creencia, reiterándome en esos “personalismos” que fruto de
“patear” y “husmear” en el área poseo. David, a la visión de alguien que
tiene a sus dorsos prácticamente todos los cursos de Estado Mayor existentes,
quizás no fuese un sabio, pero sí uno de los mejores estrategas de la
antigüedad y modernidad, a quien en un dado momento el imperio otomano, usando
los popes ortodoxos, imitaron.
Nadie que
estudiase in situ Jerusalén y la evolución como ciudad desde la antigüedad
conocida, podría dudar de los esfuerzos que David realizó para dotarla de las
infraestructuras propias de una capital de la época, lo mismo que a nadie con
dos dedos de frente se le escapa, el “maridaje” político – religioso, que crea
y organiza, fuente y origen en su momento de la fuerza de los hebreos y
mantenedora al día de hoy de la “llama viva” que dura y perdura contra todo
desaliento.
Su “sabio” hijo Salomón (2.905 BP o 955
a.C. a 2.885 BP o 935), mostró al mundo entonces conocido, la magnificencia del
Templo de Jerusalén, orgullo de los coterráneos y motivo directo del declive
económico, ya que los gastos suntuarios que tal despliegue exigía eran insostenibles
para la economía del reino, viendo los “paganinis”, las diez tribus del N. su
financiación, como un claro signo de opresión y atropello. Tal esplendor duró,
mientras duró la herencia recibida por su hijo Roboam (2.885 BP o 935
a.C. a 2.863 BP o 913 a.C.), esta se vio seriamente mermada, cuando las diez
tribus se ven obligadas a la creación de su propio reino, Israel, designando
como rey a Jeroboam (2.880 BP o 930 a.C. a 1.060 o 910 a.C.), quien
establece la capital del nuevo reino en Samaría. Dándose así los dos reinos
judíos, uno, el del S. con capitalidad en Jerusalén, regido por los
descendientes de David y el otro, el del N. con capitalidad en la ya
citada Samaría.
La división
de los hebreos y su consiguiente pérdida de capacidad económica y consecuentemente ofensiva – defensiva, unida a la evolución de los imperios que a su alrededor
se iban desarrollando, le conducen a su caída en el 2671 BP o 721 a.C. ante el
Asirio Sergón II, quien toma Samaría y deporta a la gran mayoría de sus
habitantes. Esta diáspora fue el inicio de las sucesivas. La sustitución de
población por babilonios y árabes, unidos los anteriores a los hebreos no
deportados, daría lugar a la etnia samaritana, aún presente en nuestros días.
Se habla de mestizaje con hebreos, lo cual quiere decir, que no todos
abandonaron el reino del Norte o de Samaría.
Entretanto
Judá, a la “sombra” de Egipto, mantuvo su independencia por dos siglos más,
viéndola truncada por la invasión babilónica a cargo de Nabucodonosor,
quien toma Jerusalén en el 2.537 BP o 585 a.C. y a su vez deporta a Babilonia a
la gran mayoría de la población judía, de donde en parte retornarían en el 2487
BP o 587 a.C. tras la caída de Babilonia en poder del persa, Ciro.
De esta
primera parte, muy resumida, pero sí muy referenciada y “abriendo puertas” a
quien no las quiera cerrar, a priori. Procurando por todos los medios evitar el
caer por acción u omisión, en sentimentalismos patriótico – religiosos y mucho
menos en buenos y/o malos. Solamente decir que cabras y cabrones hay muchos, lo
mismo que equinos y bípedos que dan coces, que los tres son peligrosos, sí, pero
en ninguno de los casos, tanto como los tontos con complejo de listos o
“Estulto Pijos Progres”.
Capt. Willie
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