Uno puede ser pro o anti judío,
pero independiente de ello, no piensen que el “estultismo pijo progre”
solamente se da entre las “izquierdas acomodadas”; también afecta a esa derecha
“progresista”, elegante por antonomasia, que cuando abre la boca para emitir
palabras, pareciese que tiene una masa de engrudo que le impide el hablar
normalmente. Vamos, dicho en vulgar, que sus palabras deben de ir adornadas con
el “engolamiento” y la entonación precisa, para que se pueda distinguir estamos
en presencia de un “estulto pijo progre”, pero ojo, de los de “casa bien”.
A inicios de la década de los 70s del
pasado siglo, en aquel Nueva York de entonces, asiduamente coincidíamos con un
famoso corresponsal español, que trabajaba al alimón, para una conocida
televisión mexicana, como comentarista y/o como y además de profesor, o algo
por el estilo, de futuros reporteros, periodistas, presentadores, “showmen”, “I don’t know”. Lo cierto es, que en las ocasiones que nos
encontrábamos en los “italianos”, con él
y sus “pupilos”, recuerdo que les decía con mucha “coña” al corregirles ante
nosotros: las palabras deben de fluir como el agua del Guadiana al Atlántico.
Así fluían las de él, pero… entre nosotros, los dos o tres españoles que
“confluíamos”, no dejábamos de comentar el citado fluir…, manar… a nuestro
entender y por el empaque y tono, era casi de “refluir…” Cierto que la marisma,
es flujo y reflujo, de acuerdo a las mareas. Que en paz descanse. Era un
excelente tipo y amigo de hacer desinteresados favores.