Con harta frecuencia en nuestro país, como en
los del resto de nuestro entorno socio
cultural se tratan de confundir, interesadamente, la ciencia y la pseudociencia.
Palabra esta última, que se forma partiendo del prefijo del griego pseud1s, falso, al que le agregamos ciencia, del latín scientĭa. En los idiomas más comunes,
sus diccionarios muestran práctica unanimidad al definir la Astrología, como la supuesta influencia que ejercen los astros, en el destino
de los hombres. Dejando zanjada la diferencia con la Astronomía, a la que los
mismos diccionarios definen como ciencia.
La Astronomía
a nivel mundial, se define como: la ciencia que estudia los astros, su
constitución, sus posiciones relativas y las leyes de sus movimientos. Su
nombre procede de las palabras griegas astron,
astro, y nomos, ley. Los
conocimientos astronómicos son múltiples y muy variados. Nuevos descubrimientos
se producen cada día, a la vez que se profundizan las diferencias que se
establecen entre las distintas ramas, en las que se divide dicha ciencia:
-
Mecánica celeste o astronomía teórica: Parte de
la Astronomía que se ocupa del estudio de las leyes que fijan las posiciones y
movimientos de los astros; auxiliados por el Análisis matemático y de la
Mecánica.
-
Astronomía física: Es la que estudia a cada astro en
su constitución y fenómenos particulares. Su objeto es comparable al de la
descripción física y geológica de nuestro planeta azul, la Tierra.
-
Astronomía esférica o Geometría celeste: La que,
por la consideración de las coordenadas de los astros, determina la dirección
en que aparecen en el firmamento, para un observador situado en la Tierra.
-
Astronomía práctica: Aquella que define y estudia los
instrumentos y equipos empleados para el desarrollo de los conocimientos
astronómicos y el uso y manejo de los
mismos.
-
Astronomía aplicada a la navegación náutica y/o aérea: La que
utilizando los conocimientos proporcionados por las demás ramas de la Astronomía,
facilita al navegante su propósito de trasladarse de un punto al otro del Globo.
Valiéndose de observaciones a los astros, tanto para determinar su situación,
como para determinar el rumbo a seguir.
La Astrología y como no, los Astrólogos,
reivindican para sí una consideración de ciencia, no de creencia. Afirmando que
los astros ejercen una influencia desconocida sobre los seres humanos,
influencia que encuadrada dentro de un conjunto de reglas y procedimientos, puede
dar como resultado predicciones que cumplen en grado razonable la condición de
precisas. El contenido de los párrafos
que anteceden, es la que nos separa a los unos y a los otros. Para los
Astrónomos o para los que como navegantes estudiamos la astronomía, entendemos
por tal: El estudio de los Astros desde el punto de vista que
respondan a leyes físicas y/o matemáticas, de contrastada racionalidad. El
ejemplo más simple de diferenciación de conceptos, es el que establecen los
siguientes hechos: Por medio de un cálculo de “recta de altura” o de “una meridiana” podemos determinar con
un margen de error ínfimo, nuestra posición sobre la superficie terrestre. Demuéstrennos
los Astrónomos, con algún ejemplo irrefutable de semejante tangibilidad,
el efecto astral sobre los humanos y su entorno.
Acogiéndonos a los
conocimientos que poseemos de las antiguas civilizaciones que nos precedieron,
sabemos que desde el albor de los tiempos, el hombre relacionó los ritmos
celestes (día/noche, fases lunares,
sucesión de las estaciones, etc., etc.), con sus más inmediatas necesidades y
expectativas de supervivencia: fuesen estas la caza, pesca o agricultura.
Asociando la evidencia de estos ciclos y los cambios meteorológicos. Esta
lógica evidencia, hace normal que dando un paso más allá, les condujese a la
suposición de que algún tipo de influencia ejercería sobre los seres humanos.
Dando pie al tradicional aforismo hermético: “lo que está arriba es como lo que está abajo”. Lo cual a priori
justifica, que como creencia universal de toda la especie humana, surgiesen
teorías astrológicas más o menos desarrolladas y en consonancia con los
conocimientos y lugares. Podemos contrastar que este hecho, se sucedió en el
tiempo, entre los mayas, egipcios, hindúes
o chinos (sus primeros emperadores
eran llamados ya hijos del cielo). Sus
calendarios regían las principales actividades religiosas, políticas, sociales
o agrícolas – ganaderas, todas ellas invariablemente vinculadas entre sí.
Independientemente de los apuntes que
anteceden, la astrología, tal cual la conocemos, se cree, con fundamento, que
nació en Mesopotamia. Las tablas grabadas en escritura cuneiforme de la
biblioteca del rey Asurbanipal incluye ya, hacia el año 670 a. de C., los
iniciales vaticinios astrológicos conocidos, los cuales se refieren a cambios
climáticos, cosechas, guerras y claro está, al futuro de personajes reales. No
es de extrañar, que con toda probabilidad, aquellos puntos luminosos y/o
brillantes que se movían sin pausa sobre la inmutable bóveda terrestre, les
llevasen a estudiar el movimiento de los planetas y a establecer las iniciales
correspondencias caracterológicas aún hoy vigentes: Marte es rojo y violento; Venus,
dulce y fecunda, etc., etc.. Les corresponde asimismo a los astrólogos
caldeos, el concepto de Zodiaco (que
significa: círculo de animales),
especie de anillo virtual, con unos 20 grados de anchura, posicionado sobre la
Eclíptica, donde se produce el movimiento aparente del Sol y el resto de los
planetas vistos desde la Tierra. El Zodiaco lo subdividen en doce sectores de
30 grados. En cada uno de ellos – de forma un tanto relativa, en cuanto a sus
límites – se sitúan las constelaciones, que dan nombre a los signos del Zodiaco. A pesar de la
derrota persa ante Alejandro, en el año 331 a. de C., la cultura de éstos
penetra en Grecia por medio de Beroso el Caldeo, posible sacerdote del templo
del dios supremo Marduk, en Babilonia, quien hacia el año 250 a. de C. llega a la isla de Cos (lugar donde
con dos siglos de antelación había sido feudo intelectual de Hipócrates); se da
por hecho que escribe dos o tres libros de astronomía y astrología, donde
desarrolla todos los conocimientos astrológicos caldeos. Estos textos,
solamente son conocidos por referencias de autores posteriores. Por este medio
los griegos incorporan a su vida cotidiana el horóscopo.
A
groso modo, este es el nacimiento de lo que se podría definir, como astrología popular y populachera. Son
los griegos a su vez, los que introducen las nociones de aspectos entre los planetas y el importante concepto de Casas Zodiacales. División totalmente
arbitraria del ecuador celeste en doce sectores, donde sucintamente se
describen las distintas situaciones de la vida humana. Son a su vez los
horóscopos griegos, los primeros en prestar atención a la hora exacta del
nacimiento. Por la superposición de culturas, los romanos heredan de los
griegos la astrología. Esta alcanza su pleno apogeo con la publicación del Tetrabiblos, de Claudio Ptolomeo.
La astrología propiamente dicha, choca
frontalmente con el libre albedrio, que
la religión cristiana concede al individuo como tal, para poderse salvar o
condenar. San Agustín en sus Confesiones,
desarrolla una durísima crítica de la astrología, tanto desde el punto de vista
teológico, como desde el racional: viéndose ésta obligada a buscar refugio en
el mundo árabe. Así en la España medieval, donde el espíritu de tolerancia
practicada por la Escuela de Traductores de Toledo, la astrología, adobada con
la astronomía, la cábala, la medicina y el hermetismo, alcanza momentos de gran
esplendor.
Con
el Renacimiento y el consabido concepto de la ciencia contemporánea que
imprimen: Galileo Galilei (1564 – 1642), Tycho Brahe (1546 – 1601), Nicolás
Copérnico (1473 – 1543), Johannes Kepler (1571 – 1630) e Isaac Newton (1643 –
1727), revoluciona el antiguo concepto del universo, momento en el cual la
astronomía y la astrología divergen e
inician el proceso de una larga y continuada separación. Y eso que la
astrología, con mayor o menor dificultad, va tratando de incorporar a sus
antiguos y desfasados conceptos, los nuevos descubrimientos de planetas: Urano
en 1781, Neptuno en 1846 y Plutón en 1930. En los pasados siglos XIX y XX, la
terminología psicológica comienza a utilizarse a modo coloquial, basándose en
las referencias de Carl Gustav Jung (1875 – 1961), quien mostró gran interés
por la astrología y por el amplio campo de la simbología y del pensamiento
analógico.
To be
continued…
Capt. Willie
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