lunes, enero 25, 2016

Astrología: Contra estudios serios, estadísticas y la arcaica concepción del universo…


     Las actuales investigaciones del cosmos, debidamente “condimentadas”, pareciese que pudieran proporcionar base científica a la astrología. Así, dado que los ciclos lunares determinaban hechos, tan evidentes como la acción de las mareas; las tormentas solares afectaban de forma clara a las comunicaciones e influían directamente en los fenómenos meteorológicos ¿Por qué no iba a afectar, aunque fuese sutilmente, a los seres humanos? Así las investigaciones iniciadas a finales de los años ochenta del pasado siglo, por el profesor de Biología Frank A. Brown, en la prestigiosa Nosrtwester University (Evaston, Ilinois), quien demostró, que los relojes internos de los seres vivientes pueden ser sincronizados, no solo por cambios externos de luz o temperatura, sino por otras causas ambientales mucho más leves: caso de la presión atmosférica, la gravedad, el magnetismo terrestre, la ionización atmosférica, la radiación cósmica e incluso campos electromagnéticos artificiales. El profesor Brown, estudió con todo detenimiento la influencia de las fases lunares en la creación de bancos de langostinos, en las aguas costeras inmediatas a las Bermudas, o de los gusanos de luz en el área ecuatorial Atlántica. Animado por sus iniciales éxitos, decidió aislar en el laboratorio, en el año 1989, a estos especímenes, para mantener constantes las condiciones ambientales, privando por tanto a estos animales de esa necesaria sincronización condicionada por el medioambiente exterior. En sus experiencias con ostras, cuyo ciclo de actividad está directamente condicionado por las mareas y con las fases lunares, observó, que sorprendentemente, cuando estas bivalvas eran llevadas lejos del lugar de origen y aislados totalmente del mundo exterior, volvían a reajustar sus ritmos biológicos, sincronizándolos exactamente con el paso de la Luna por el meridiano de su nuevo emplazamiento. Esto, indudablemente, establecía en algún modo, que las ostras percibían esta información a través de algún conducto desconocido. También es cierto que la comunidad científica pone ciertos reparos a dichos experimentos, continuando veintiséis años después con el desarrollo de los mismos y tratando de plasmar de forma inequívoca dichas aseveraciones.

     Con anterioridad a los experimentos a que se hace referencia en el párrafo precedente. En octubre de 1922, la Academia de las Ciencias de París, a través de su boletín de información, comunica los experimentos llevados a cabo por los doctores Faure, Sardot y Vallot, los cuales creyeron poder establecer una correlación entre la aparición de manchas solares y el incremento de enfermedades y del número de muertes repentinas. A su vez, el biólogo japonés Maki Takata, creyó poder determinar una clara relación entre la influencia del astro Sol y la floculación del suero sanguíneo en los mamíferos superiores minutos antes del amanecer, a imagen de un presentimiento por parte de la sangre, a la presencia de los rayos solares matutinos… Muchos científicos creyeron encontrar correspondencias entre los ritmos lunares o solares y otros parámetros fisiológicos o del comportamiento humano. Pero el método científico, es reiterativo en lo concerniente a correlacionar dos o más series de sucesos independientes. A fecha actual,  enero de 2016, estamos aún muy lejos de poder determinar cuáles pueden ser esas sutilísimas influencias cósmicas. No obstante se puede afirmar con rotundidad, que nada se ha descubierto sobre la influencia planetaria que haga variar los esquemas de la Astrología clásica. No siendo posible el investigar en otros campos ni terrenos.

      Michel Gaugelin (1928 – 1991), psicólogo y estadístico francés, en compañía de su primera esposa Françoise. No lo creyeron así. Afirmando que debido a un dato encontrado al albur – la frecuencia con la que Marte y Saturno se levantaban o culminaban la Carta Natal de 576 miembros de la Academia Francesa de Medicina - , se dedicaron en el discurrir de la década de los cincuenta del pasado siglo a reunir en torno a las 20.000 fechas de nacimiento pertenecientes a determinadas colectividades profesionales – actores, atletas, escritores, militares, políticos, etc.- vislumbró unas agrupaciones significativas, las cuales, sin guardar ningún parecido con los supuestos astrológicos habituales, llevaron a Michel y a Françoise a establecer una relación estadística entre el momento del nacimiento y la futura profesión del infante. Según sus propias declaraciones, les costaba admitir que la influencia planetaria, fuera cual fuese ésta, pudiera tener alguna influencia sobre el porvenir del recién nacido, que ya viene al mundo completamente formado y poseyendo una herencia genética totalmente prefijada… Así Gauguelin desarrolló su “teoría de la herencia planetaria: El niño nace cuando los planetas ocupan una determinada posición porque está condicionado genéticamente para ello”. Tras el desarrollo de dicha teoría, ya solo le faltaba probar la existencia de una relación estadística entre la posición de los planetas al nacer sus padres y la que tenían al nacer los hijos. Procediendo a tal fin a recopilar datos sobre más de 30.000 padres e hijos, y encontrando según afirmaciones suyas, que “la magnitud de semejanza hereditaria era tal, que solo había una posibilidad entre medio millón de que los resultados fueran debidos a la casualidad”. Por el contrario, ofreciendo mucha más fiabilidad a la comunidad científica mundial, el Físico John McGervy, tras analizar más de 20.000 fechas de nacimiento de científicos y políticos, afirma rotundamente no haber encontrado sino distribuciones repartidas al azar.

     Abundando en la argumentación de la comunidad científica contra la astrología. En 1985 Shawn Carlson, convocó a treinta famosos astrólogos europeos y americanos – quienes se prestaron voluntariamente a la prueba – pidiéndoles que relacionasen el perfil psicológico de 116 individuos con sus respectivos horóscopos. El resultado, tal como era de esperar, fue un rotundo fracaso. Otros estudiosos del tema, afirman haber recopilado más de 3.500 predicciones, anunciadas por astrólogos  famosos en prensa durante los últimos cinco años, no obteniendo un porcentaje de aciertos superior al 8,75 por ciento.

     ¿Qué decir de las vetustas concepciones que la astrología tiene del universo? Que a los actuales conocimientos de Astronomía, alguien se permita decir, que: la Tierra ocupa el centro de nuestro Sistema Solar, causa risa, sin que los astrólogos contesten, que la visión geocéntrica es una convención cómoda para trabajar y para expresarse, sabiendo rotundamente que es la Tierra la se mueve. Si a tal desatino, se une el ignorar deliberadamente el fenómeno conocido por precesión de los equinoccios, debido al cual los signos del zodiaco en la actualidad no coinciden con las constelaciones celestes  correspondientes. Si la centralidad de la Tierra en nuestro Sistema Solar, es motivo de risa. El obviar este fenómeno bajo el argumento de que lo verdaderamente importante es el segmento virtual del zodiaco, que lleva el nombre del signo, sea cual sea la constelación situada detrás, pasa a ser insólito y complica al límite la cuestión que nos ocupa: Pues de no ser las estrellas las que influyen, ¿Qué otra cosa o ente puede ser?. A estas alturas, me perdí y lo que es peor no me encuentro…

 To be continued…

                               Capt. Willie

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