Las actuales investigaciones del cosmos,
debidamente “condimentadas”, pareciese que pudieran proporcionar base
científica a la astrología. Así,
dado que los ciclos lunares determinaban hechos, tan evidentes como la acción
de las mareas; las tormentas solares afectaban de forma clara a las
comunicaciones e influían directamente en los fenómenos meteorológicos ¿Por qué
no iba a afectar, aunque fuese sutilmente, a los seres humanos? Así las
investigaciones iniciadas a finales de los años ochenta del pasado siglo, por
el profesor de Biología Frank A. Brown, en la prestigiosa Nosrtwester
University (Evaston, Ilinois), quien demostró, que los relojes internos de los seres vivientes pueden ser sincronizados,
no solo por cambios externos de luz o temperatura, sino por otras causas
ambientales mucho más leves: caso de la presión atmosférica, la gravedad, el
magnetismo terrestre, la ionización atmosférica, la radiación cósmica e incluso
campos electromagnéticos artificiales. El profesor Brown, estudió con todo
detenimiento la influencia de las fases lunares en la creación de bancos de
langostinos, en las aguas costeras inmediatas a las Bermudas, o de los gusanos
de luz en el área ecuatorial Atlántica. Animado por sus iniciales éxitos,
decidió aislar en el laboratorio, en el año 1989, a estos especímenes, para
mantener constantes las condiciones ambientales, privando por tanto a estos
animales de esa necesaria sincronización
condicionada por el medioambiente exterior. En sus experiencias con ostras,
cuyo ciclo de actividad está directamente condicionado por las mareas y con las
fases lunares, observó, que sorprendentemente, cuando estas bivalvas eran
llevadas lejos del lugar de origen y aislados totalmente del mundo exterior,
volvían a reajustar sus ritmos biológicos, sincronizándolos exactamente con el
paso de la Luna por el meridiano de su nuevo emplazamiento. Esto,
indudablemente, establecía en algún modo, que las ostras percibían esta
información a través de algún conducto desconocido. También es cierto que la
comunidad científica pone ciertos reparos a dichos experimentos, continuando
veintiséis años después con el desarrollo de los mismos y tratando de plasmar
de forma inequívoca dichas aseveraciones.
Con anterioridad a los experimentos a que
se hace referencia en el párrafo precedente. En octubre de 1922, la Academia de
las Ciencias de París, a través de su boletín de información, comunica los
experimentos llevados a cabo por los doctores Faure, Sardot y Vallot, los
cuales creyeron poder establecer una correlación entre la aparición de manchas
solares y el incremento de enfermedades y del número de muertes repentinas. A
su vez, el biólogo japonés Maki Takata, creyó poder determinar una clara
relación entre la influencia del astro Sol y la floculación del suero sanguíneo
en los mamíferos superiores minutos antes del amanecer, a imagen de un
presentimiento por parte de la sangre, a la presencia de los rayos solares
matutinos… Muchos científicos creyeron encontrar correspondencias entre los
ritmos lunares o solares y otros parámetros fisiológicos o del comportamiento
humano. Pero el método científico, es reiterativo en lo concerniente a
correlacionar dos o más series de sucesos independientes. A fecha actual, enero de 2016, estamos aún muy lejos de poder
determinar cuáles pueden ser esas sutilísimas influencias cósmicas. No obstante
se puede afirmar con rotundidad, que nada se ha descubierto sobre la influencia
planetaria que haga variar los esquemas de la Astrología clásica. No siendo posible el investigar en otros campos
ni terrenos.
Michel
Gaugelin (1928 – 1991), psicólogo y estadístico francés, en compañía de su
primera esposa Françoise. No lo
creyeron así. Afirmando que debido a un dato encontrado al albur – la
frecuencia con la que Marte y Saturno se levantaban o culminaban la Carta Natal
de 576 miembros de la Academia Francesa de Medicina - , se dedicaron en el
discurrir de la década de los cincuenta del pasado siglo a reunir en torno a
las 20.000 fechas de nacimiento pertenecientes a determinadas colectividades
profesionales – actores, atletas, escritores, militares, políticos, etc.-
vislumbró unas agrupaciones significativas, las cuales, sin guardar ningún
parecido con los supuestos astrológicos habituales, llevaron a Michel y a
Françoise a establecer una relación estadística entre el momento del nacimiento
y la futura profesión del infante. Según sus propias declaraciones, les costaba
admitir que la influencia planetaria, fuera cual fuese ésta, pudiera tener
alguna influencia sobre el porvenir del recién nacido, que ya viene al mundo
completamente formado y poseyendo una herencia genética totalmente prefijada…
Así Gauguelin desarrolló su “teoría de la
herencia planetaria: El niño nace
cuando los planetas ocupan una determinada posición porque está condicionado
genéticamente para ello”. Tras el desarrollo de dicha teoría, ya solo le
faltaba probar la existencia de una relación estadística entre la posición de
los planetas al nacer sus padres y la que tenían al nacer los hijos.
Procediendo a tal fin a recopilar datos sobre más de 30.000 padres e hijos, y
encontrando según afirmaciones suyas, que “la
magnitud de semejanza hereditaria era tal, que solo había una posibilidad entre
medio millón de que los resultados fueran debidos a la casualidad”. Por el
contrario, ofreciendo mucha más fiabilidad a la comunidad científica mundial,
el Físico John McGervy, tras analizar
más de 20.000 fechas de nacimiento de científicos y políticos, afirma
rotundamente no haber encontrado sino distribuciones repartidas al azar.
Abundando en la argumentación de la
comunidad científica contra la astrología. En 1985 Shawn Carlson, convocó a
treinta famosos astrólogos europeos y americanos – quienes se prestaron
voluntariamente a la prueba – pidiéndoles que relacionasen el perfil
psicológico de 116 individuos con sus respectivos horóscopos. El resultado, tal
como era de esperar, fue un rotundo fracaso. Otros estudiosos del tema, afirman
haber recopilado más de 3.500 predicciones, anunciadas por astrólogos famosos en prensa durante los últimos cinco
años, no obteniendo un porcentaje de aciertos superior al 8,75 por ciento.
¿Qué
decir de las vetustas concepciones que la astrología tiene del universo? Que a
los actuales conocimientos de Astronomía, alguien se permita decir, que: la Tierra ocupa el centro de nuestro Sistema
Solar, causa risa, sin que los astrólogos contesten, que la visión
geocéntrica es una convención cómoda para trabajar y para expresarse, sabiendo
rotundamente que es la Tierra la se mueve. Si a tal desatino, se une el ignorar
deliberadamente el fenómeno conocido por precesión
de los equinoccios, debido al cual los signos del zodiaco en la actualidad
no coinciden con las constelaciones celestes
correspondientes. Si la centralidad
de la Tierra en nuestro Sistema Solar, es motivo de risa. El obviar este fenómeno bajo el argumento de que lo
verdaderamente importante es el segmento virtual del zodiaco, que lleva el
nombre del signo, sea cual sea la constelación situada detrás, pasa a ser
insólito y complica al límite la cuestión que nos ocupa: Pues de no ser las estrellas las que influyen, ¿Qué otra cosa o ente
puede ser?. A estas alturas, me perdí y lo que es peor no me encuentro…
Capt. Willie
No hay comentarios:
Publicar un comentario