sábado, febrero 10, 2018

A la contra y/o a contra corriente…



    Créanme amables lectores, que con gran sorpresa por parte de mi querida y difunta madre (de bendito recuerdo), en más de una ocasión le pregunte, si mí arribada a este mundo la hice de cabeza o de pies. Pues desde mí más tierna infancia anduve a “contra pelo” de casi todo y todos.

    Los años transcurridos desde aquella, por mi dudosa forma de “arribar” al Planeta Azul, en más ocasiones de las que realmente hubiese querido, mi caminar a la “contra” me dio la razón y obligaron a otros “sesudos” y razonables marchantes en el sentido correcto, a que recurriendo a grandes circunloquios, implícita y explícitamente tuviesen que reconocer aquella razón por mi preconizada a priori. Esos “retratos” a toro pasado, en ningún caso me favorecieron, pues sí existe algo no perdonable en este mundo, es el tener que darle la razón al que realmente la tiene; máxime cuando el poseedor de la misma, al concepto del errado (quien realmente aparte de estar, debía de andar herrado), debe de ocupar un “escalón” inferior en el área del conocimiento. Pues a su afirmar, el que esto suscribe, siempre tuvo “negros”, pagados familiarmente, que le hiciesen y desarrollasen sus trabajos, investigaciones y publicaciones.

    Confundiendo esos del “escalón superior”, que el hecho para ellos irrevocable de considerarse a sí mismos “gentiles” (extremo que en muchas de las ocasiones me conduce a serias dudas, al menos en lo concerniente a la paternidad), descendientes de la “pata derecha del Cid” o héroe mitológico acorde a su cretinismo. Unido a mi desinteresado desinterés en la colección de “papelería  honoraria”, “quincalla en forma de condecoraciones” y otras manifestaciones conducentes a hacerme perder mi tiempo, les lleva a ellos, que disponen de ese tiempo que a mí me falta, a aprovecharlo apuntándose si hay medallas, desde un bombardeo convencional a uno atómico. ¡Todo sea por el diploma o la medalla!

   Hasta cierto punto, me resulta compresible, que aquel o aquellos, que a base de grandes, cuasi sobrehumanos esfuerzos, consiguen graduarse en una “carrera”, yo diría en el mejor de los casos “trote largo”, por el número de cursos que precisó y sus padres o “papá estado” pagaron. Ya, en el límite del límite, accede/n en el mejor de los casos, tras “semiplagiar” una tesis doctoral y, obtener el correspondiente, terminan creyéndose doctores. Aunque la tesis por sí plagiada tratase sobre la “faba de la granja” asturiana, ignorando que la citada alubia, como su nombre indica, en su origen peninsular proviene de la provincia de Segovia. Concretamente del pueblo de  Valsaín, a donde llegó en fecha indeterminada del invierno de 1670, desde el puerto de Sevilla, como planta viva (no semilla) a bordo de un carro de bueyes, siendo trasplantadas a modo de plantas ornamentales en el huerto del palacio real, en el área inundable por el rio Eresma. La ingestión del fruto crudo en sus iniciales brotes verdes, causó graves envenenamientos que hicieron estragos entre el personal agrícola del palacio. A grandes rasgos, esta es la antítesis de la tesis doctoral del excelso  Catedrático de Ecología. Pues el jodido de él no la consiguió en su totalidad y le faltó la introducción, donde se desarrollaba lo que a groso modo antecede.

   Lógicamente, alguien como yo, que “disponía de negros”, obtiene titulaciones en las más dispares materias: para terminar de “joderla”, una de sus tesis se basa en el estudio, desarrollo y aplicación de las ondas electromagnéticas al calentamiento de cuerpos porosos. Los magnetrones desechados de los antiguos radares, sirvieron como elemento práctico de secado de maderas resinosas. Doce años más tarde nacieron los hornos microondas de todos conocidos.

   En el mundo de la filosofía – apologética, mejor no entrar, pues a los negros y las “negras” (que de todo hubo), para ser más exactos, singular y Armenia. A nivel familiar se lucieron. Les/nos costó un auténtico pastizal, pero conste que siempre inferior, a aquel, en el que mis “amigos” vienen pastando y empastando a costa de los demás. En mí caso y de ser ciertos sus argumentos, tiré siempre con pólvora propia, extremo que unos y otros ignoran y no distinguen lo propio de lo ajeno.

   Ciertamente entiendo y participo de sus “malas leches”. Qué tras años de retiro y no decir ni “mu”, ni “tu”, alguien recuerde con fechas, contenidos y aplicaciones de mis tesis doctorales; aquella teoría del enfriamiento global, que desataba mi pública hilaridad en lugares tan serios como las sesiones al respecto de la USEPA y el contenido de algunas de las “PL”  de la década de los 70s. Lógicamente, las mismas risas por mi parte y de los mismos, del ahora calentamiento global. Pero aún sin conseguir explicar, como si el CO2 es transparente y el vapor de H2O no, el primero es el que produce el efecto invernadero. Continúan sin explicarme, ni explicar los efectos vulcanológicos en comparación con la contaminación industrial. Siendo muy benigno el “cachondeo” de las energías alternativas y quien y como se van a pagar y un largo etc. que sería interminable de enumerar.

   El orden ético o moral, ni tocarlo. Que cada uno responda por él. Una vez más me repito: de ser necesario daré y rendiré cuentas únicamente a Él y ante Él. Sin intermediarios.

    Este es el último escrito donde omito nombres, apellidos, cargos y “descargos” (como en las cuentas de fábrica). El agua y el ajo que habitualmente recomiendo, creo que les hace repetirse demasiado… solamente decirles a unos y a otros ¡Jodánse!

                            Capt. Willie

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