jueves, febrero 15, 2018

Cuando nos olvidamos de lo principal y caemos en lo accesorio…



   Todos, incluido el que esto suscribe, posiblemente estemos cayendo en una serie de tópicos que afectan a la cotidianidad de nuestras vidas, sea en el plano político – social, económico, cultural y por supuesto en el religioso. Nuestro credo nunca fue ni puede ser aséptico a los conceptos anteriormente citados, pero… mor  a actuaciones más o menos afortunadas de miembros de la estructura orgánica de nuestra ICAR, desde simples miembros de la comunidad de fieles, presbíteros  u obispos, incluido el de Roma damos/dan la “nota” con más asiduidad de la debida y, no precisamente para bien.

    Esta peripecia generalizada, nos está conduciendo a un paulatino abandono de lo realmente importante. Esto es la transmisión de la palabra y a poder ser de la materialización en hechos imitativos de Jesús, el hijo de Dios encarnado por obra y gracia del Espíritu Santo, en María. Una humilde judía, hija de Ana y Joaquín. Mi Santísima Madre, con ÉL compartida.  


    Nadie con dos dedos de frente, puede dudar de la importancia que en un mundo prolífico en necesidades de toda índole, debe de ocupar la Doctrina Social de la Iglesia. Lo cual no es otra cosa, que la ineludible obligación de participar en el devenir del “mundo temporal”, pues  nuestra fe y fieles se nutren de personas que al concepto tradicional del término, “viven en el siglo”,  pero… y no manzano, la confusión en la que a mí entender, involuntariamente, se cayó, es el reducir en gran medida el papel de la Iglesia, desposeyéndolo de su transcendental espiritualidad, irrumpiendo claramente en el terreno de la competición con las ONS y reivindicaciones, por justas que éstas sean, de carácter meramente civil.

    Con independencia de otras consideraciones, para nadie que me conozca o lea puede resultarle sorpresiva, mi habitual comunión de conceptos, ideas y exposiciones con las del cardenal Cañizares. De ahí que me acoja al espíritu que se desprende de su conferencia inaugural, en el campus de Santa Úrsula, de la Universidad  Católica Valenciana, con motivo del Congreso de Santo Tomás de Villanueva (OSA), predecesor suyo en el arzobispado de la capital del Turia. Copio literal al cardenal Hay más que su­fi­cien­tes mé­ri­tos como para que san­to To­más sea pro­cla­ma­do doc­tor uni­ver­sal de la Igle­sia. No solo por su gran doc­tri­na, sino tam­bién por su teo­lo­gía del mi­nis­te­rio  pas­to­ral, que su­po­ne una vi­sión teo­ló­gi­ca ne­ce­sa­ria para nues­tros días”. Totalmente de acuerdo con él y con la magnífica forma de traer a nuestros días esa doctrina, teología del ministerio pastoral y visión teológica aplicable, no siendo menos rotunda su afirmación “Es urgente que hablemos públicamente de Dios”, concepto semi tabú en aquella “nueva” iglesia del siglo I y tristemente vieja y envejecida del XXI.

   Quizás fuera de lugar, pero cuando hago mención a santo Tomás de Villanueva, no pueda sustraerme a la frase a él atribuida, donde compara al Sagrado Corazón de nuestra Santísima Madre, María, con “la zarza ardiente que nunca se consumía”. Siendo a su vez incombustible la proyección que su nombre y memoria da a la prestigiosa “Villanova University”, con elocuente moto, que por sí solo la define: “Veritas, Unitas, Caritas”, y que ejerce su magisterio magníficamente “comandada” por los Agustinos, en el entorno de Philadelphia (PA), USA.

   Superado el inciso “incrustado”, una muestra evidente de esa clara necesidad de hablar de Dios a la que hace alusión el cardenal, la veo y palpo a través de una de las “dos niñas de mis ojos”, mi adorada “nietina”, la cual, a sus siete recién estrenados años, a través del ambiente familiar y del “Oratorio” que desarrollan en el CODEMA (CMF), no “siente empacho” alguno en hablar públicamente de Dios, ni de las intervenciones, que en su infantil cabeza, a Él le atribuye. Este hecho que palpo en mi inmediatez familiar, tristemente, no es extrapolable a todos los niños de su entorno, pues en el fondo, la falta de sincronía entre el “estar” de nuestra iglesia y el “ser”, nos conduce en la mayoría de las veces a perdernos en el “kerygma” (del gr. κήρυγμα), tomado en el más literal concepto del término: “anuncio o proclamación”. Kerygmas del y en el Nuevo Testamento, que esa mí adorada niña pequeña, desconoce proceden de los Hechos de los Apóstoles, pero que en definitiva y dentro de su lógicamente limitada cultura, sabe de la: venida de Jesús como Mesías, bautismo y unción; inicio de su magisterio, etc., etc.

   En este crucial momento del que quizás no somos conscientes, cuando a la gran mayoría de nosotros nos fallaron las concepciones políticas y económicas tradicionales y las verdades se “volvieron líquidas”, o nos ilusionan e ilusionamos con Dios y, Él hecho hombre o quedamos en el mundo de las ONS y las sistemáticas denuncias. Sin que la Doctrina Social de nuestra Iglesia decaiga, MAS EVANGELIO E ILUSION EN ÉL. No hagamos buena la frase de aquel indeseable Nuncio, en una capital de América Central, que se permitió, con la sangre aún caliente de varios “Pastores de Frontera” vilmente asesinados, afirmar: “Vds. les dan de comer, y cuando tienen la tripa llena, se van a las sectas”. ¡H. de P.!

   Que en esta nueva y renovada Cuaresma, con inicio ayer miércoles de ceniza, sirva no solo para prepararnos a los creyentes a la inmediatez de la Pascua, sinó que sea a su vez motivo de paz y entendimiento, entre todas aquellas personas de buena voluntad, con independencia del credo.

                             Capt. Willie

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