sábado, mayo 19, 2018

De cuando se alcahueteaba y alcahueta al “padre o hermano metemano…”

    Parece ser que de una vez por todas, la Iglesia Católica Apostólica y romana (ICAR) va a dejarse de zarandajas y da señales de tomar en serio la pederastia dentro del seno de la misma. Así y tras la “cagada” del “Peronista” en su reciente visita a Chile, donde como siempre mal acompañado y peor asesorado, se permitió la licencia de descalificar las denuncias y a los agraviados de haber sufrido en su “propia carne” y lo que es peor, en sus más íntimos sentimientos, la indignidad de la agresión y consiguiente vergüenza de no poder exteriorizar el sufrimiento, que con alevosía y carente de total respeto a la persona y caridad como concepto, estaban padeciendo. 
 
    Cierto que dentro de esa corte de “lameculos” (nunca mejor utilizado el término) del que se supo rodear el “Peronista”, cuando alguien con la capacidad, peso específico y acrisolada solvencia moral e intelectual, del cardenal Seán Patrick O´Malley, realizó el correspondiente “pay attention”, los “buenos lameculos”, licenciados vía “bolletino” y afines, trataron de correr el bulo de que dicho “pay attention” era la lógica consecuencia de su resentimiento, por no haber salido electo en el conclave de 2013. Este infundio, unido al propagado por esos mismos “lame”, que en su día vieron en mi firme defensa de la posición y postura adoptada por dicho cardenal, como un “hipotético pago” a su buena disposición hacia el “mundo judío”, a través de su conocimiento del idioma.

     Lo uno y lo otro, y a la vista de las irrefutables pruebas aportadas, no quedó otra que “retratarse” y donde el “Peronista” mal aconsejado y peor asesorado, por la “corte de ojetes” de la que se supo rodear, se vio en la ineludible necesidad de rectificar y donde dijo, digo, tuvo que terminar diciendo diego”, confirmando las primigenias razones aducidas por el cardenal. No sabría él con quien se estaba “jugando los cuartos”. Lo cierto es, que lo que hubiese podido evitar el escarnio y el dolor de los agredidos, se produjo a posteriori y forzado por las circunstancias y, aunque la petición de perdón llegó, llegó tarde y con todo el “tufillo” del encubrimiento consciente.
 
      Indudablemente la apertura del correspondiente expediente de investigación en la hermana Chile, dio frutos de inmediato. Pero dichos frutos estaban podridos desde hace años, ya que dentro de la iglesia diocesana chilena y universal, eran hechos conocidos, sabidos y alcahueteados. Así se llegó a la triste situación de ver por acción u omisión corporativa, a toda una Conferencia Episcopal en el banquillo de los acusados. Cuando si hubiese existido el más elemental de los principios emanados del Evangelio, este asqueroso encubrimiento nunca se hubiese dado ni existido.
 
    Espero y deseo, que la catarsis depurativa de la Iglesia Chilena, se extienda al resto y llegue a la Península Ibérica. Que cuando se hable de idoneidad o carencia de la misma para el ingreso en los Seminarios Diocesanos y de determinadas órdenes, se tengan en cuenta “ciertos cantes”, cantes que en la mayoría de las veces dan lugar a “macro conciertos”. Macro conciertos en los que tristemente por acción, omisión y/o directa participación, intervienen algunos Obispos.
 
    Ignoro hasta qué punto es cierto, que en la Archidiócesis a la que pertenezco, hubo un obispo auxiliar (coadjutor), al que por razones de índole familiar me unió cierto grado de amistad, del que se llegó a decir, que cuando “aparecían” candidatos para ingresar en el seminario diocesano, les mandaba desfilar y un importante punto en el grado de aceptación, era, lo que podríamos decir, la marcialidad de su desfile. En un viaje hace muchos años, a través de su diócesis y al quedar bloqueado por la nieve existente en las carreteras, me puse en contacto con él y me invitó a cenar. En el transcurso de la sobremesa, le llegué a preguntar que había de cierto en esta afirmación (aseverada más de una vez por mi difunto padre, q.e.d.), casi se nos ahoga del ataque de risa que le entró, achacando a la malignidad de mi progenitor dicha aseveración.
 
    Lo cierto, es que si ese “paseíllo” se realizase, muchas ingratas sorpresas nos evitaríamos. Sí alguien bien mandado pretende entrar por el camino que este escrito deja abierto, lo tiene fácil. Encontrará claras, eficientes y documentadas respuestas.

                               Capt. Willie

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