Tras
observar las barreras que imponen ciertos círculos “bien pensantes y mejor cagantes”,
a mi forma de expresarme y llamar las cosas, como en las últimas centurias y en
las distintas evoluciones idiomáticas se llamaron. Hoy me encuentro en
disposición de probar y comprobar la certeza o no de “CENSURA” a la
incorrección política, del amable y gratuito soporte del presente blog, ya que
de confirmarse dicha censura por “melifluos y algodonosos” censores escandalizados, me vería en la necesidad de emigrar a otro
soporte. La “corrección
política” tal como
en los últimos tiempos se estila, más pareciese un destilado de alambique
idiomático, que un estilo o forma de expresarse y llamar las cosas, como toda
la vida se llamarón, sin entrar por principio en el insulto o la descalificación.
Donde empieza el “melifluo algodonoso” y cuál es su lógica evolución hacia el “estultismo pijo progre”. Habitualmente su inicio siempre comienza en las
disquisiciones de género, masculino – femenino, pasa al del color de la piel y
llega a las concepciones religiosas (siempre anticatólicas). Se da por cerrado
el primer paso, donde todo lo masculino es malo y hay que organizarse y
organizarlo en una “axesuación” de género, con claro predominio del “feminacio”,
no femenino. Los negros más o menos retintos, pasan a ser “afro” europeos,
americanos o galácticos, como sí el adjetivo “afro” los blanquease y el
pertenecer a la raza negra fuese peyorativo, no obstante se “arregla” con la
adjetivación, como si lo normal fuese que originariamente en Europa, América o en
esa hipotética Galaxia, las personas de raza negra preexistiesen a los oriundos. El concepto chapetón, criollo, franco
o caucasiano, perdió en la vieja y envejecida Europa y rejuvenecidos USA, todo
su concepto original. La misma pérdida que sufrieron las distintas razas
amerindias, pobladoras de América del N. o S. ¡Toma “meliflua algodonosa”!. Solo con pensar que en Europa, para referirse
a mi buen amigo And, se le denominase como “Everglades” o “Semínola” europeo,
me hace destornillarme de risa.