Lo
que pasa y les pasa a esos “algunos”, es que una cosa es que les comprenda y
otra distinta, que mi benevolencia y tolerancia les permita “tomarme el pelo”.
A estas alturas de mi vida, donde la lógica alopecia, ayudada por la imperiosa necesidad
de haber tenido que teñir el pelo y la barba de color “moreno”, para evitar la
exposición corporal, que significaba en los 70s mi aspecto físico y condición
de “caucasiano”, rubio, de piel clara y el consiguiente “Yanki go home”, con el
que fui, dicho muy suave, “retenido” por ciertos libertadores salvadoreños en “Las
Piedras” y afueras de “La Unión”. Hecho que se repitió en tres ocasiones en la
agitada Nicaragua por los “bandoleros sandinistas”, en el tránsito de una
férrea dictadura a otra, cuando menos, bastante peor que la precedente.
Fruto de esa aguda alopecia a la que hago
referencia, llegado el presente momento, me resultan hilarantes las “milongas”
que me tratan de endilgar “doctos” individuos, cuya formación académica en el
campo de las “ciencias”, las “letras” y experiencias vitales, fueron y son las
que se corresponden a alguien que obtuvo un grado y/o licenciatura, quien no
encontrando salida laboral alguna, “anudó” el fin de carrera con el
consiguiente “trote”, que le condujo a obtener un doctorado, en lo que sea o
fuese y siempre en tiempo récord.