¿Dónde comienzan unos y terminan
los otros? ¿Dónde terminan unos y comienzan los otros? He ahí el dilema…
Indudablemente, cuando los unos y
los otros y los otros y los unos, con sus “cacareos” (ignoro si son simples gallinas
o aspiran a ser capones), tratan de confundir la velocidad con el tocino
(tejido adiposo de ese noble animal, el cerdo), entramos de lleno en el
lirismo, pues al hablar y decir de todo criminal u organización afín que se precie,
hacen algo parecido a la exaltación poética. Exaltación que en todos los casos
convierte a las víctimas en verdugos y a los verdugos en víctimas.
Siempre y en todos los foros que ocasión
tuve, manifesté mi prevención y total desconfianza sobre la ONU, la OTRA y la
de más ALLÁ, incluidos todos y cada uno de los “robicios”, que bajo sus “impresionantes”
siglas dan cobijo a “personajes tan
relevantes” como pudieran ser U Thant, Kurt Waldheim, Boutros Boutros-Ghali o
Kofi Annan. A lo “gordo”, en más “delgado” pero del mismo pelaje, pobladores de
sus Agencias y/o de ella dependientes, me darían sin duda para alcanzar la
centena de “señalados” con nombre, apellidos, nacionalidad y origen político.
Quedo a disposición de potenciales ofendidos para aclararles fechorías, pues
ellos, lo mismo que yo en la parte que conozco, saben de ellas.
Dejado claro el concepto de “seriedad” y
“respetabilidad” que la ONU, la OTRA y la de más ALLÁ, me merecen, no puedo
entender a aquellos que cuando tal o cual “Resolución” interpretada a su manera
(todas las resoluciones tienen cuantas interpretaciones quieran darse) les
resultan favorables, las invocan hasta la saciedad, pero de no poderla
interpretar dentro de esa favorabilidad, digamos parcialidad, que a ellos o a sus fines les venga bien, la
ignoran y listo. Procurando crear las circunstancias que den origen a otra
nueva “Resolución”, en la esperanza de que les vaya mejor en su redacción, no
contenido.