sábado, octubre 01, 2016

Detrás de todo hombre, por pequeño que éste sea, siempre suele haber una gran mujer…


     Aún no repuesto del vértigo y vacío que en mi crea el fallecimiento o ausencia terrena a perpetuidad, de un ser querido, desde esta mi tribuna de manifestar sentires, quiero hacer profesión de fe y agradecimiento a esas grandes mujeres con las que la vida tuvo a bien regalarme. Cayendo en el menoscabo y desolación, que su antónimo, la muerte, en la gran mayoría de los casos un día me las arrebato: Mí adorada madre; mi muy querida tía Ritina; mis queridas primas Sara; María; Sol; Iel. De la primera, qué decir: me lo dio todo, empezando por la vida; la segunda, a su vez, se dedicó mientras vivió, a quererme y protegerme; hizo a mi ver y entender el perfecto papel de madre – abuela. Estas mis primas, me cuidaron, mimaron y reprendieron.

      De mi primer entorno infantil: recuerdo con especial afecto aquellas jóvenes, que en el servicio doméstico familiar, me cuidaban, mimaban y contemplaban: Lala, Iluminada, Urbana, Carmina, Conchita, Olvido, Tere, Teresa. Es el día de hoy, que las dos que sobreviven a D. g., cada vez que me ven se emocionan, y quizás por efecto de los muchos años que tienen y los transcurridos desde entonces, se hayan olvidado de cuan “trasto” era o me lo perdonasen.

     Con doce o catorce años, entre mis amigas se cuenta Gongui, a la que debo sacarle entre seis o siete en edad. A pesar del tiempo transcurrido, nunca podré olvidar, cuando mi madre me recomendaba cuidado en la playa, o en la lancha que teníamos en el estanque de casa. Ella que era una niña de cinco o seis años, se plantaba delante, y muy convincentemente, de mujer a mujer, le decía: “No te preocupes, tranquila, yo lo cuido”. La realidad, yo cuidaba de ella y de sus primas, más pequeñas aún. Pero vamos, nunca podría decir mejor ¡Con la intención basta”!. Era una niña, pero ya apuntaba maneras de ser eso, una gran mujer. Desde aquí, gracias por tus cuidados mi muy querida “Gongui”.

      Independientemente de “tontear” con otras jóvenes en edades afines a las que en cada momento yo tenía, a los diecisiete años, me enamoré perdidamente de una encantadora mujer. El problema fue, que ella era eso, una mujer, mientras que yo, podía ser tan varón como lo soy hoy, pero no era un hombre. Aquello duró lo que duro, pero se terminó…

     Pasan los años, me gradúo, y en uno de los “destinos recurrentes”, doy con una encantadora niña con edad similar a la de “Gongui”, la cual me/nos “adoptó” pasando a ocupar el papel que por edad la anterior dejó vacante hacía ya unos años. Nuestra muy querida “Sole” hoy felizmente Licenciada en Medicina y Doctora. Sustituta en ciernes de nuestro Doc de cabecera, columna, extremidades y endocrino y “gruñón” simpar P2Y (a quien Él le dé muy larga vida para seguirnos aguantando). Pero, ¡ojo!, con nuestra Sole en stand – by, por sí “nos vamos después” de P2Y.

     Tras doctorarme, re – doctorarme, me licencio. Desempeño distintos destinos e incluso mandos y, soy enviado a A.C., yendo a parar inicialmente a Panamá City, donde tras una desagradable experiencia en el hotel en el que residía, con la licencia obispal correspondiente, me dieron cobijo en su casa unas Reverendas Hermanas: así aparece en mi mundo, mi muy querida Sor Petra. Una burgalesa, católica vieja, de noble estirpe y amplísima cultura academicista y humana. La gran mujer, que durante mucho tiempo y en muy difíciles momentos de mi vida, desempeñó con todo amor maternal mi cuidado y protección, llegando incluso, en más de una ocasión a exponer su propia vida para proteger la mía. A mi paso    a la Nicaragua de Anastasio Somoza, pierdo su maternal cuidado, el cual a D. g. recupero a mi posteriormente arribo a el Salvador, donde está reciente y presente el intento de golpe de estado del 25 de marzo, con el posterior acceso a la presidencia del Coronel Arturo Armando Molina. En esta hermana república Salvadoreña, la acción protectora de esa gran persona y por extensión mujer, Sor Petra, ocupó una y mil veces la función humana de ejecutar los designios de ese Ángel celestial a todos los humanos asignado, y que los creyentes denominamos “Ángel de la Guarda”. Insisto, exponiendo su propia vida por preservar la mía. Esta gran mujer, con la misma discreción a la que hacía gala en aquellos trágicos momentos, que nos tocó compartir en la A. C. de los setenta del pasado siglo,  nos dejó el pasado día 23 de septiembre a la edad de 97 años, próxima a cumplir 98 el día 3 de noviembre. Descanse en paz y que la Santísima Virgen Ntra. Sra. De Belem (a la que ella tantas veces encomendó mi protección y cuidado) la haya “acogido bajo su manto protector y conducido a la presencia de Jesús su hijo”, al que en vida ella trató y en gran medida consiguió emular, dando siempre ejemplo de abnegación, entrega y sacrificio por los demás. Gracias una vez más Sor Petra. Asunción en el siglo.

    A mi marcha de A.C. para USA, en la vorágine en la que entro: prestaciones técnicas, comisiones de servicio, magisterio, conferencias, continuos viajes y desplazamientos de la “ceca a la meca”. Llegando en un mismo mes a realizar hasta seis vuelos transoceánicos y visitar ocho países distintos; amén de los continentales por Norte, Central y Sur América. Él en su inmensa bondad, continuó prodigándose conmigo y en la forma que el siempre actúa, pone en mi vida una mujer, que contradiciendo el dicho utilizado en Irlanda e invocado en los diálogos del filme de John Ford “The quiet man”, “no hay pelirroja buena”, ella sí lo era y doy por supuesto que lo sigue siendo. El que quizás no supo estar a su altura fui yo. Extremo éste del que aún en la distancia que marca el tiempo, me acuso. Esta cautivadora joven a la que hago referencia, me aportó unos padres adoptivos y dos adorables hermanas pequeñas y primos, personas todas con las que me identifiqué e identifico en su cariño, guardando para aquellos mis padres de adopción un especial recuerdo y amor filial, justo pago al paternal – maternal que en vida ellos siempre me dedicaron y mostraron. De las dos niñas de entonces, hoy grandes mujeres, solamente decir, que ocupan en mis sentimientos, aquel que desde niño quise dedicar a la hermana deseada que nunca Él me concedió. De mis primos agradecerles el cariño y respeto que en todo momento y ocasión al día de hoy me muestran y justamente les correspondo. Una vez más tuve que hacer referencia a una/s grandes mujeres que Él en un dado momento puso en mi vida.

   Al precipitado regreso a Europa, y siempre contemplando la posibilidad de mi vuelta a A.C., de donde las noticias que me llegaban eran muy poco halagüeñas para la incompleta obra que deje a mis espaldas, me replantee, que vida futura quería y como la quería vivir: ahí surgió de nuevo la “mujer” que a los diecisiete años, “me hizo sentirme un niño”, solamente que a esas alturas de mi vida, ya había dejado de serlo, en la medida que los varones llegamos a ser hombres. Así previa secularización, tras un periodo de noviazgo de quince meses, contraje matrimonio canónico con ella, bendición que nos impartió, alguien que había sido mi maestro y tutor. Próximos a cumplirse los diez meses de nuestra boda, Él nos concedió el feliz alumbramiento de esa adorada hija con la que nos bendijo y de la cual tan orgulloso me siento. Pasaron los años y esa hija a su vez contrajo matrimonio y tres años después, Él nos volvió a bendecir con esa mi nieta querida, mi Pí, de la que también me siento orgulloso y satisfecho, que hasta me parece oportuno el “papel” de “Abuelón”, que un querido y respetado compañero y amigo mexicano me adjudicó.

    A todas estas personas a las que hago referencia y algunas más a las que por olvido o negligencia pueda haber dejado en el “teclado” y a las cuales pido perdón, pertenecientes por sexo al género femenino, que en todo momento y ocasión e independientemente de su edad, me mostraron y mostraron su innato saber ser y estar por encima de toda circunstancia contemporánea a cada hecho y lugar. Que Él en su inmenso saber e infinita bondad, haya acogido a las “ausentes” y, a las presentes las colme de felicidad y bendiciones. Este es el agradecido manifiesto de la persona, de sexo varón, que tuvo la grandísima suerte de haber dado con tan grandes humanidades, siendo yo, uno de los más pequeños entre los hombres. 

                         Capt. Willie

4 comentarios:

  1. Ponenos por favor y no nos retira,
    Tus hermanitas B y F y tu sobrinita y tus primas Sarai, Sara y Agar son muy satisfechas de tu manifestado cariño por esta tu familia de adoptamiento.
    Gracias desde el corazón por lo que mentas a papa y mama, ellos siempre siempre fueron tus papas.
    Todas te queremos mucho, como tu solamente sabes hacer para que te queramos asi. Audrey te da gracias desde su corazón.
    Muy prontamente seremos todos reunidos.
    Tomamos la despedida de Raphael en el post que esta delante de esta.
    Shalom Slajen
    Tus hermanitas y sobrinita que mucho mucho te quiere B. y F,. y R.
    Cuando tu recibe el mensaje son nuestra hora 06.40

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    1. Mis muy queridas hermaninas Beky y Fiona:
      Independientemente de que lo haga por e-mail directamente y vía fónica. Rompiendo en honor a vosotras mi celo a la intimidad, quiero haceros llegar mi felicitación en vuestro natalicio, el cual por la dualidad de los calendarios y husos horarios en los que nos movemos, se da la feliz coincidencia con el noveno y décimo de Tishrei “Ayuno Blanco” y el no menos de nosotros “Kal Nidré”. Con el hondo significado que encierra de perdón –reconciliación. A la vez sin olvidar en este “proceloso maremágnum” que nos toca vivir, el necesario propósito de acercarnos a la verdad de nuestras vidas y existencia. Que el perdón por nosotros solicitado nos sea concedido y seamos limpios de corazón y cabeza, para a nuestra vez concederlo.
      Hoy os reiteramos nuestra alegría por la proximidad del inminente encuentro, a El condicionado, y mi felicidad por partida doble. No todo el mundo cuenta con dos adorables gemelinas, “my twins”, como vosotras. Os recuerdo que somos descendientes a su vez de gemelas. No todos los hombres tienen la dicha de contar con tantas y tan grandes mujeres como yo. Os quiero.
      Shalom Alejem

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  2. Querido tío Guiller.
    Lo opuesto a lo pequeño eres tú como hombre – persona, profesional, superior jerárquico, compañero, amigo y familiar. Evidente prueba de ello, son los muy elogiosos comentarios que todos recordamos en este blog, que tú por modestia quitaste, privándonos a los que bien te queremos de disfrutarlos. Soy consciente, qué sí no los seguiste retirando, no fue por falta de ganas, fue para no continuar ofendiendo a los autores de los mismos.
    Gracias por el espacio que me dedicas en el escrito que antecede, y gratitud infinita por todo el cariño y primoroso cuidado que me dispensaste / dispensasteis en mi infancia. Vosotros erais quien sois, yo la hija de D. José, el Conserje. Me siento orgullosísima de mis difuntos padres (Q. E.E.), y no menos de vosotros dos y de aquel “padrino” que me buscasteis, tu compañero de la Escuela y posterior correligionario vuestro, mi actual tío P2Y. A los tres, así mi vida duraré eternamente, nunca dejaré de quereros, fuisteis mis tíos de infancia, primera juventud, juventud y Dios quiera lo sigáis siendo por muchos años, incluso en mi vejez.
    Si tú puedes hacer referencia a mí y decir lo que quieras, por tu mismo principio, yo tengo derecho a decir lo mío, así a ti no te guste. Fuera de toda efusión, las afirmaciones que a continuación realizo, son aplicables también a tío Sil: A tu natural nobleza de espíritu, unes esa exquisita educación y extensa e ilustrada formación; la delicadeza, en la que solamente los grandes hombres de bien podéis incurrir, sin caer en cursis o necios. La esplendidez en grado sumo, y ese saber dar sin ofender al que recibe. Ese eres tú, sois los dos. Diría os tres.
    A mí me llamas / llamáis algunas veces Sol: “os auténticos Soles sodes vós, quérovos”.
    Ponme e non me quites.
    Te / os torna un bocadiño de todo o cariño que me destes e me deres.
    Desde Burela: tu sobriña: Sole, Chole, Sol, María Soledad.

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    1. Querida Cholina:
      Gracias por tus cariñosas palabras y por esos recuerdos tan agradables que de mi guardas.
      Sabes que el cariño es reciproco. Acuérdate cuando vengas por aquí donde estoy y dedícame un poco de tiempo.
      Un fuerte abrazo y un besín

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