jueves, noviembre 10, 2016

¿Qué nos jugamos…?


    La sociedad conformada por el mundo Occidental Cristiano lleva recibiendo y resistiendo periódicos y cíclicos embates desde hace dos mil dieciséis años, y mal que les pese a algunos, en base a la mitología, la historia, la divagación y por qué no, la heterodoxia, evolucionó hasta llegar a alcanzar el grado de libertad colectiva e individual del que hoy, inconscientemente, hacemos uso como algo natural y con circunstancial a nosotros mismos. Conceptos tan frecuentemente utilizados, traídos y llevados como: intolerancia; libertad de conciencia; dogma; son palabras, que de acuerdo a quien las utiliza y como las utiliza, independientemente de su etimología, tienen uno u otro significado, y siempre son utilizadas desde algún punto ideológico, sea este político, religioso o económico.

    El que esto suscribe, no puede ni pretende negar su origen cultural – religioso dentro del más ortodoxo  judeo – cristianismo, siéndome por tanto familiar el mundo hebraico con sus usos – costumbres – rituales, y el católico con los de él. Por formación y de los dos ámbitos profesionales en los que en dados momentos me moví, unido a la proximidad geográfica, cultural y lingüística en las que en cierta medida estuve inmerso, surgió lógicamente, mi afinidad a las iglesias católicas orientales, a su implícito concepto de religión - nación y consiguientemente, mi comunión de ideas con las comunidades que las conformaban en distintas partes del mundo. Sintiéndome totalmente identificado por lazos de fe y amistad con la maronita, caldea y siria, y en menor medida con la copta, teniendo una especial “debilidad” de índole sentimental, por la sufrida iglesia armenia. Este hecho sociológico, puede que sea el vínculo vehicular, que sin caer en “patrioterismos”, más haya influido en mis conceptos de patria – nación – estado. Bandera e himno, como representación de trazabilidad  de esa patria – nación – estado y por consiguiente, la tierra como elemento físico que acoge a las personas, que unidas por esos mismos sentimientos compartimos un destino común.
    Superando ese o este “pueblerino” y “corto” concepto de destino común, fue desarrollándose en mí uno mucho más generalista y totalmente acorde con la universalidad de la Iglesia encarnada en aquel humilde judío llamado  Jesús, nacido de María y nieto de Ana: que a los que tal creemos, y siguiendo el “Credo de Nicea” fue “engendrado, no creado, de la misma naturaleza del padre por quien todo fue hecho…”. Universalidad que me llevo en principio a hermanarme con  todos los hombres, independientemente de su origen, sexo, color, credo u orientación sexual.

      Al margen de la dicha universalidad, de la atenta y desapasionada observación de los comportamientos individuales y colectivos advertidos y del grado de respeto a la libertad disfrutado en las distintas sociedades con las que conviví, llegué al irrefutable convencimiento, de que: la sociedad menos mala de todas las por mi conocidas, es la Occidental Cristiana y la políticamente organizada como Democracia de “corte” Occidental. Tiene la imperfección de todo lo humano, pero con esas y con todas, me quedo con ella, y estoy en disposición de “luchar” en el sentido más literal del término y concepto, para su pervivencia y que personas que piensen, opinen y/o actúen distinto a como yo pienso, opino o actuó, lo puedan seguir haciendo, siempre que no me impongan por la fuerza su pensar, opinar o actuar.

     El grave problema, a mi humilde forma de ver y entender este menos malo mundo que me/nos toca vivir, consiste en la “molicie” y consiguiente “pérdida de valores” a los que el consumismo desenfrenado nos llevó, tras la finalización de la segunda guerra mundial (1939 – 1945), aumentado y corregido con el término, de lo que dio en llamarse la “guerra fría”, y el “desplome” de la imposible situación creada por el “socialismo real”, vulgo “comunismo”, donde teóricamente, a cambio de un bienestar material total, se perdían todas y cada una de las libertades y garantías individuales en favor de las colectivas. Como realmente se vio, fue una quimera de muy corta duración. Se instaura en octubre de 1917 y no pervivió ni por una centuria, salvo en China continental (con un régimen comunista en lo político, todas las libertades prácticamente restringidas y salvajemente capitalista en lo económico). El resto de países comunistas, son eso, simples vestigios representativos de la más paupérrima miseria en lo moral, social y económico. Muestra evidente: Corea del Norte, Cuba, Venezuela y “algún vestigio” perdido por este ancho y largo mundo.

    En mi caso, contrariamente a esos asustadizos “progresistas de vía estrecha”, la mayoría obtenida por Mr. Donald Trump, en la noche madrugada pasada, no por anunciada y esperada, dejó de satisfacerme. Pues el “mundo” “mundial”, ya no podía seguir con tanto “buen musulmán” y “señora con espaldas de estibador portuario” opinando sobre los “blanquitos”, a la vez que en su país, se desataban “demonios raciales”, que yo creía dormidos a finales de los sesenta e inicio de los setenta, cuando los “Republicanos” consiguieron implantar de forma real, la Ley de Derechos Civiles, que ellos mismos habían conseguido sacar, en contra de destacados políticos “Demócratas”.

    De su contrincante, como bien no puedo opinar, me abstengo; dejando para sus defensores a ultranza  lo que les podía dar la tal sra. (con minúscula): el ajo… y agua… de rigor en estos casos, momento que aprovecho para felicitar al Sr. Trump por su rotundo y democrático éxito. Mal que les pese a esos del “joderse” y “aguantarse”, mi mundo y el mundo resultante de la segunda guerra mundial y del final de la guerra fría, se consolidó. Terminando esa agonía “crónico - patológica” a la que la corrección política, el resentimiento del traído y llevado “buen musulmán”, y la de las “anchas espaldas de la que se acompaña” llevaron al mundo occidental, con la cooperación necesaria de la “bola de ojetes” a la que hice mención en los precedentes de esta trilogía. Aclarar no obstante, que hubo reacciones, qué no por esperadas, dejaron de sorprenderme, caso de la “palanganera” de la “cartofelera”, a la que lógicamente el triunfo del Sr. Trump le causó la “enorme conmoción”, que su jefa y ella le ocasionan al que esto suscribe.  

     ¿Que se jugaba en las ya pasadas elecciones USA? Ni más ni menos, ni menos ni más, que la pervivencia como tal del “Mundo Occidental”, pues con esa afición propia de la ficción en la que viven nuestros actuales queridos líderes, lideresas, cartofeleras y gentes de mal o peor hacer vivir, claro está, a los demás. Ellos lo tienen claro, para eso se sacrifican por nosotros… Para poder seguir viviendo bien ellos y su entorno de “paniaguados”. O como llamar a algunos individuos que: “fieles adalides de las libertades y de la información veraz” se permiten contar en dos emisoras, en programas de cobertura nacional, que en las principales ciudades USA se están celebrando grandes manifestaciones anti triunfo de Trump, y sin rubor alguno, indican que en las inmediaciones de la Calle 55, con la 5ª Avenida, en Nueva York, los manifestantes entre 4.500 y 5.000 trataron de cortar el tráfico, viéndose obligada la policía metropolitana a despejarlos. Acaso ese par de “cretinos paniaguados”, ignora que el área metropolitana de Nueva York tiene un censo poblacional de 24,5 millones de personas en números redondos. ¿De qué hablan esta pareja de “babayos culicagados”? ¿De una manifa del sector naval en reconversión en algún puerto del N. de España, o de la segunda aglomeración poblacional urbana después de México D.F.? Con informantes e informaciones así, no es de extrañar la sorpresa causada en el mundo libre, por la “inopinada” (para estos adalides de la verdad, de la suya) victoria de Mr. Trump.

    La aplastante victoria de Mr. Donald Trump (el de verdad, el que supo crear un emporio de riqueza) no el majadero caracterizado por los “culi – cagados – progres”, tipo a los citados en el párrafo precedente. Con dicho Sr. a partir de enero próximo en el despacho oval, puede que hasta el mismísimo “Pampero” tenga que replantearse su “Peronista” forma de ver el mundo, dándose cuenta por primera vez, que la silla donde sienta su trasero, ya no le permite más veleidades tercermundistas y “buenistas”. Que “el bello secretario particular, heredado y compartido” con “Her Torquemada” y el Secretario de Estado, pintan en el mundo actual, lo que las sotas de oros y espadas jugando a la brisca. Nada de nada.

                                   Capt. Willie

 En las próximas horas: To be continued…

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