Para bueno, regular o malo, nací y crecí en una “entonces” diócesis que se remonta al año de Gracia del 802, donde, dado el consiguiente número de Obispos que por ella “desfilaron”, los habría de toda clase y “pelaje”, aunque posiblemente la gran mayoría de ellos, por condicionantes geográficos – culturales, siempre viesen a Santiago, sobre un corcel blanco, blandiendo una espada o maza con cadena y bola de pinchos, contra el “moro”.
Seguramente, consecuentes con el dicho popular en la diócesis de su gobierno, donde de forma categórica, en sus distintas versiones y variedades se afirma: “Asturias es España y lo demás tierra conquistada”, mal que les pese a los “correctamente políticos”, o en menos fino pero mejor definidos, los “Estulto Pijos Progres y afines Peronistas”, es una realidad tangible, a la que creyentes o ateos se pliegan. Siendo para unos (entre los que me cuento) la intercesión divina de la Santísima Virgen María, la que en alguna medida decidió quien ganaba y quien perdía. Porque guste o no, hubo ganadores y perdedores.
Cuando llego a este “punto”, no puedo menos que recordar, a aquel erudito que expelía (en el sentido más literal del término) bonhomía y saber: D. Ignacio Bertrand y Bertrand, de bendito recuerdo, y al que, siempre que visito el cementerio de Santa Filomena, aprovecho para orar ante su sepulcro. Él, con aquella su total humildad, su saber y bien modulada voz, fue quien llevo a mi conocimiento y ánimo esa intercesión sobrenatural a la que hago anterior referencia.
Seguramente, consecuentes con el dicho popular en la diócesis de su gobierno, donde de forma categórica, en sus distintas versiones y variedades se afirma: “Asturias es España y lo demás tierra conquistada”, mal que les pese a los “correctamente políticos”, o en menos fino pero mejor definidos, los “Estulto Pijos Progres y afines Peronistas”, es una realidad tangible, a la que creyentes o ateos se pliegan. Siendo para unos (entre los que me cuento) la intercesión divina de la Santísima Virgen María, la que en alguna medida decidió quien ganaba y quien perdía. Porque guste o no, hubo ganadores y perdedores.
Cuando llego a este “punto”, no puedo menos que recordar, a aquel erudito que expelía (en el sentido más literal del término) bonhomía y saber: D. Ignacio Bertrand y Bertrand, de bendito recuerdo, y al que, siempre que visito el cementerio de Santa Filomena, aprovecho para orar ante su sepulcro. Él, con aquella su total humildad, su saber y bien modulada voz, fue quien llevo a mi conocimiento y ánimo esa intercesión sobrenatural a la que hago anterior referencia.
De aquellas “Batallas”, porque muchas y cruentas fueron, pasaron los años y pasaron más años… encontrándonos en la actualidad, que la “reconquista”, se invirtió y en “tono pacifista”, pero ignoro hasta qué punto pacífico llegó al extremo donde nos encontramos. Sé que son muchos los que quieren ver en mí un “Islamófobo”, cuando realmente soy persona que nunca a nadie excluyó (y tuve muchas ocasiones para poderlo hacer) por razón del color de piel, credo, sexo, orientación sexual y origen. ¡Ojo… tampoco admití, ni admito que me excluyan! O que por ser “infiel”, se me trate de dar (en el sentido figurado y hasta cierto punto real) por cierto sitio y agujero…