Dado que
el concepto básico en el que asentamos el pensamiento político identificado
como occidental, al que reiterativamente, una y otra vez hago referencia. A fin de atajar la confusión y confusionismo interesado, al que en gran medida nos tratan de llevar los
“gurús del humo” o “populistas políticos de la anti – política”.
Contrariando a la ignorancia supina o mala
fe de los “gaseosos y presuntuosos” (esos del humo) y “demagógicos
defensores de los de a pie” (auténticos malversadores de la buena fe de
incautos). Los jodidos griegos, con “cierta antigüedad” sobre ambos, ya nos
legaron conceptos aún hoy en boga, como el tan traído, llevado y a poder ser
por los dos primeros secuestrado: de Democracia, del griego δημοκρατία (dēmokratía),
latinizada tardíamente por democratĭa.
Siguiendo la estela de los padres del término y concepto, con Platón primero y después con Aristóteles, vemos que la democracia se puede definir en función de las clases de gobierno: monarquía o «gobierno de uno»; aristocracia, para Platón, «gobierno de los mejores y más preparados», al decir de Aristóteles, de «los menos». Democracia o «gobierno de la multitud» para Platón, según Aristóteles «de los más».