Tras el éxito obtenido por Viktor Orban y
su partido, el “Fidesz”, en los comicios celebrados ayer domingo día 8, en
Hungría, con el recuento de votos prácticamente finalizado y rozando el 50% del
voto emitido, queda claro que el ser de derechas y no sentir sonrojo ni
complejo por serlo, es una ventaja sobre todo el “rojerío” y las malas o peores
gentes que conforman esa troupe de “salvadores” de los húngaros y por extensión
de todos los europeos.
Entiendo y comprendo que toda la “troupe”
anteriormente citada, esté tristísima, pues aparte de mandarles uno a uno y a
todos en conjunto a la “puritita mierda”, les está diciendo que Bruselas, la
Kartofelera y el de los “amores infantiles no superados”, manden y gobiernen en
sus respectivas casas. Si quieren degradar sus sociedades, y sus coterráneos se
lo consienten, está muy bien que lo hagan, pero ojito… imposiciones las menos…
Qué difícil es vivir en un mundo de
majaderos, que encubren su propia majadería bajo disfraces tan “cantones” como
el “estultismo pijo progre”, “buenismo”, “papanatismo” y otros muchos “ismo”,
que en definitiva, lo que están encubriendo, en el mejor de los casos, es la imbecilidad
crónica que padecen y en el peor, ni más ni menos que el “comunismo” disfrazado.
Pero eso, comunismo puro y duro.