jueves, abril 19, 2018

Tríadico formado por estultos pijos progres – papanatas – buenistas = Pacifistas…



     Si de algo soy consciente, es que el mundo, desde que es mundo y sobrevivió al “diluvio universal”, citado al menos en cinco de las  distintas religiones a las que por cultura accedí, pasó por distintas y múltiples civilizaciones y los subsiguientes avatares, que como herencia tangible nos dejaron ese “diluvio” y poco más.
 
     El escarmiento en cabeza ajena, es algo a lo que los humanos solemos hacer continua referencia en nuestra cotidianeidad, pero a su vez, fuera del plano teórico, carece de toda efectividad práctica en ese nuestro diario hacer y comportarnos. Sea a nivel individual o como colectivo.
 
     El legado griego - latino a la civilización, considerada hasta “antes de ayer” occidental y por extensión cristiana, fue una herencia que en los últimos trescientos setenta años, nos encargamos de dilapidar de forma acelerada y progresiva. Siempre en base a la “modernidad”, interpretando ésta, no en el plano histórico posterior a la conocida como Paz de Westfalia, sinó como elemento conducente y justificativo, a relativizar todas y cada una de las “barrabasadas”, que en base a esa traída, llevada y manida “modernidad” se van adoptando y aceptando en el plano personal y colectivo. Sintomático y fiel reflejo de la afirmación que antecede, es el dicho, en versión antigua: “a fulanito, se le paró el reloj…”, más actual “tíoo, no estas al loroo…”. El progresivo desconocimiento de la existencia de Esopo y de Fedro, por consiguiente de sus fabulas, mal que nos pese no es una muestra de ignorancia, es la carencia de un anticuerpo básico y elemental a la indebida o mal interpretada modernidad.

lunes, abril 16, 2018

Cuando los del engrudo, les farrapes y el pà de pagès, recurren a la ONU como solución a sus cuitas y problemas…



      En ese plural mundo en el que me moví, para hablar de similitudes o igualdades, se recurría a “dos gotas de agua”. Al llegar ya a la vejez y después de lo que estoy viendo, me atrevo a afirmar que no existe mayor similitud, semejanza, analogía e igualdad, que la que se puede establecer entre “estultos pijo progre”, sea estos de derechas, centro, izquierdas, internos o medio – pensionistas. Su cadena (no de ADN), la diarreica, es exactamente la misma: idea concebida, idea cagada.

       En un grado o escalón inferior a los precedentes, se encuentran y están los “papanatas”, siempre encantadísimos de haberse conocido, pues salvo ellos mismos y a sí mismos, no los conoce ni la Sra. que los trajo al mundo. Pero eso sí, suelen tener ideas un tanto “peregrinas”, pero ideas al fin y al cabo, las cuales cuando las exponen, o se está prevenido o se termina acordando uno de la mencionada Sra., en los renglones que anteceden.

       Ya en un tercer grado o último, en esta escala “babayal” se encuentran los “buenistas”, habitualmente gentes muy correctas en el pensamiento naif “de la vida”, pues donde empieza lo que antes se llamaba “imbecilidad supina”, en su majadero y “buenista” idioma, ahora se les denomina “profundos”. Ignoro dicha profundidad, en qué unidad de medida se determina, pero los que conozco pertenecientes a este “tercer” grado, suelen ser más insondables que aquellos famosos pozos babilónicos, estudiados en historia de la edafología, que dada su hondura estimada y agotamiento extractivo, llevó a una salinización tal de las tierras, que las desertizó. Ellos/”ellas” son “Bobilonicos”, no babilónicos y, la sal es posible que la tengan, pero suelen caer más bien en sosos, de una sosera, que para sí quisiese el agua destilada. Allí donde caen lo desertizan todo.

viernes, abril 13, 2018

Con diplomáticos y directores de inteligencia como éste, empiezo a ver y entender porque nos respetan tanto en el mundo…

     Uno puede ser pro o anti judío, pero independiente de ello, no piensen que el “estultismo pijo progre” solamente se da entre las “izquierdas acomodadas”; también afecta a esa derecha “progresista”, elegante por antonomasia, que cuando abre la boca para emitir palabras, pareciese que tiene una masa de engrudo que le impide el hablar normalmente. Vamos, dicho en vulgar, que sus palabras deben de ir adornadas con el “engolamiento” y la entonación precisa, para que se pueda distinguir estamos en presencia de un “estulto pijo progre”, pero ojo, de los de “casa bien”.
     A inicios de la década de los 70s del pasado siglo, en aquel Nueva York de entonces, asiduamente coincidíamos con un famoso corresponsal español, que trabajaba al alimón, para una conocida televisión mexicana, como comentarista y/o como y además de profesor, o algo por el estilo, de futuros reporteros, periodistas, presentadores, “showmen”, “I don’t know”. Lo cierto es, que en las ocasiones que nos encontrábamos  en los “italianos”, con él y sus “pupilos”, recuerdo que les decía con mucha “coña” al corregirles ante nosotros: las palabras deben de fluir como el agua del Guadiana al Atlántico. Así fluían las de él, pero… entre nosotros, los dos o tres españoles que “confluíamos”, no dejábamos de comentar el citado fluir…, manar… a nuestro entender y por el empaque y tono, era casi de “refluir…” Cierto que la marisma, es flujo y reflujo, de acuerdo a las mareas. Que en paz descanse. Era un excelente tipo y amigo de hacer desinteresados favores.  

miércoles, abril 11, 2018

Donde empieza la paz, el premio nobel a la misma y la bajada de pantalones…




   Cuando la estulticia pijo progre se une y forma una “bola de ojetes”, el resultado puede llegar a emular al “big bang”, por lo menos en su concepción teórico cosmológico. Al menos algo así, o parecido, afirmó una ex ministra española, “semi – analfabeta” y por más señas, usufructuaria en la actualidad de una canonjía, en no sé qué “chiringuito” de carácter internacional. Por esa propia estulticia a la que hacen gala estos personajes “e.p.p” y “b. de o” resultantes, hay que unir los correspondientes palmeros y corifeos, que de todo hay en esta viña del Sr. En el caso que nos ocupa, en un dado momento, en el que lo que quedaba de la civilización occidental (cristiana) era un buen musulmán (al decir de su abuela paterna), casado con una individua con espaldas de estibador portuario, que por no ser racista, cuando hablaba de las personas de raza blanca, nos definía como “blanquitos”, al que siguiendo la tradición consolidada con “Rigoberta Menchú”, le “calcaron” el Nobel de la Paz, quizás por el hecho de no ser “blanquito”.

    Así y siguiendo la tradición “majadero – pacifista - nobelista” un buen día se la conceden al presidente colombiano Sr. Santos, por el inmenso mérito acreditado, de “bajarse los pantalones” ante la narco – guerrilla más antigua de mi muy querida América. El mérito, a decir verdad, fue compartido a partes iguales por el “buen musulmán”; el “Castrón – Castrones” cubanos; el “Peronista en Roma” y todos los palmeros y corifeos, que con gran pompa y alegría se desplazaron a Bogotá, al fin de alcahuetear y “arropar”, no se le quedase el “culo frio” (por la bajada de pantalones) a aquel que perteneciente a su mismo club de “e.p.p.”, no dudó en engañar y traicionar a los más elementales principios de la democracia, como concepto (no como formalidad).