martes, mayo 01, 2018

Para no desprestigiar a Mr. Trump, deseemos no le propongan para el Nobel de la Paz…



     Esperemos y deseemos que a esos desvergonzados y de sólida tradición democrática, escandinavos, semi – arios ellos, no se les ocurra proponer al actual Sr. Presidente de los USA, como Premio Nobel de la Paz, y mucho menos a él, caer en la trampa de aceptarlo. Aunque en definitiva, sería él con su aceptación quien consiguiese revalorizar dicho desprestigiado galardón. Basta solamente ver a quién se se lo concedieron y el porqué de tal concesión: a aquel que hizo pequeño al mítico personaje del filme “El Ladrón de Bagdag” محمد ياسر عبد الرحمن عبد الرؤوف عرفات القدوة الحسيني (Mohammed Yasir Abdel Rahman Abdel Raouf Arafat al-Qudwa al-Husseini), a “buenos” laboristas jitsˈχak ʁaˈbin (Yitzhak Rabin) y el tercero en discordia שִׁמְעוֹן פֶּרֶס‎ (Shimon Peres). En este caso, para completar el cuadro y que fuese un cuarteto, tenían que haber incluido en el tándem, al “mete mano a fandango ajeno”, compañero, boyfriend, amigo con derecho a roce o lo que sea de aquella otra, mal perdedora y “dignísima cornuda”; a la “indigenista”; al corrupto sindicalista sicario del polaco “Okupa de los Altares”; al “manisero USA”; al desvergonzado padre “putativo del cambio climático” a “cambio del enriquecimiento a costa de él” (del cambio climático); al “buen musulmán, casado con la de las anchas espaldas de estibador portuario, que cuando habla de los de mi raza, nos llama “blanquitos” y al que se bajó los calzones y los calzoncillos a cambio de dicho premio. Esto resumidamente, pues si ahondamos, podríamos encontrar unos cuantos más, firmes acreedores de tan importante premio. Siempre me extrañó que no se lo concediesen a un Secretario General de la ONU, con el que Noruega, a mediados del pasado siglo XX, compartió hondos y profundos ideales raciales.

martes, abril 24, 2018

A todo nuevo rico, su familia pobre le recuerda sus orígenes…


     De ese panfleto con ínfulas de gran diario, líder entre los líderes del buen hacer periodístico y consiguientemente del crecimiento en el número de lectores, me “pasan” un escrito publicado en “Tribuna”, donde una Licenciada en periodismo, por más señas, con un master obtenido en la misma “prestigiosa universidad” que la conocida política. Con la ignorancia a la que suelen hacer gala, esos actuales y potenciales iletrados en todo, futuros especialistas en la vacante que quede disponible, en un dado momento, en la redacción correspondiente, sea esta en defunciones, deportes, sociedad e incluso política internacional y eso que en general su C.V. suele ser parejo al de “la columnista” a que me referiré: español, gallego, catalán, fala, u otro idioma “autonosuyo”; inglés avanzado y francés, más o menos de andar por casa. Interpretada esta capacidad idiomático - expresiva en su justa medida, tras el correspondiente “cocido” y el consiguiente “menguado” ¡Pedir una cerveza en cualquiera de los dos idiomas citados! Español y cuando va de “guay”, un poco, tampoco mucho, de “autonosuyo”.
 
       Dejando de lado tan amplio y abigarrado “CV”, y la amplia y sólida formación humana que trasluce, tengo que creer que cuando habla de Vicktor Orban, como “conservador y recalcitrante xenófobo” y dice: “se estuvo asomando a las declaraciones que daban sus entusiasmados votantes”. Entiendo que sus conocimientos del idioma en el que se expresaban los susodichos le sonaban a “chino”, pero… bien podía ser cualquier otro dialecto sinotibetano. Entendiéndola cuando dice textualmente, que le producía “las esperables nauseas”. La justificación que encuentro, es que ella se encontraba  “tan por encima de los que veía”, que la propia altura desde donde se “asomaba”, le producía el lógico mareo, vértigo y consiguientes “nauseas”. Cuando uno se asoma, debe de hacerlo con prudencia. De lo contrario pueden surgir desde “cachondeos” a “coñas marineras”, nauseas, vómitos y por supuesto “diarreas mentales”.
 

domingo, abril 22, 2018

La histeria histriónica de quien tenía que haber ganado, pero… perdió…



      Ante el gratísimo y sorpresivo contacto telefónico, mantenido en la tarde de ayer con mi querida hermanina Beky, por la premura que me imbuye su petición, me veo en la necesidad de dejar para mejor ocasión un largo escrito en el que explico, no disculpo ni justifico, mi profundo respeto y cariño por ese gran país, los USA y sus variopintas gentes. Donde entre otras muchas cosas, valoro en su justa medida su “primera enmienda”. Máxime en un momento, donde la estulticia pijo progre de unos cuantos acostumbrados a vivir del erario público y/o afines, están tratando de “enmendar” dicha “enmienda”, más por la vía de hecho, que de la de derecho.

       Mis opiniones personales, mientras no se demuestre lo contrario, son a priori, tan respetables como aquellas de índole contraria, aunque estas últimas estén en algún modo “financiadas” y “orientadas” a autofinanciarse en base al servicio de personas y/o entidades. Por el contrario las mías, a diferencia de ellas, son meras y simples impresiones, fruto de una proximidad de índole ideológica, carente de remuneración a corto, medio y/o largo plazo. Vamos, sin espera de recompensa por los servicios prestados.

jueves, abril 19, 2018

Tríadico formado por estultos pijos progres – papanatas – buenistas = Pacifistas…



     Si de algo soy consciente, es que el mundo, desde que es mundo y sobrevivió al “diluvio universal”, citado al menos en cinco de las  distintas religiones a las que por cultura accedí, pasó por distintas y múltiples civilizaciones y los subsiguientes avatares, que como herencia tangible nos dejaron ese “diluvio” y poco más.
 
     El escarmiento en cabeza ajena, es algo a lo que los humanos solemos hacer continua referencia en nuestra cotidianeidad, pero a su vez, fuera del plano teórico, carece de toda efectividad práctica en ese nuestro diario hacer y comportarnos. Sea a nivel individual o como colectivo.
 
     El legado griego - latino a la civilización, considerada hasta “antes de ayer” occidental y por extensión cristiana, fue una herencia que en los últimos trescientos setenta años, nos encargamos de dilapidar de forma acelerada y progresiva. Siempre en base a la “modernidad”, interpretando ésta, no en el plano histórico posterior a la conocida como Paz de Westfalia, sinó como elemento conducente y justificativo, a relativizar todas y cada una de las “barrabasadas”, que en base a esa traída, llevada y manida “modernidad” se van adoptando y aceptando en el plano personal y colectivo. Sintomático y fiel reflejo de la afirmación que antecede, es el dicho, en versión antigua: “a fulanito, se le paró el reloj…”, más actual “tíoo, no estas al loroo…”. El progresivo desconocimiento de la existencia de Esopo y de Fedro, por consiguiente de sus fabulas, mal que nos pese no es una muestra de ignorancia, es la carencia de un anticuerpo básico y elemental a la indebida o mal interpretada modernidad.