(Parte II)
Al inicio del presente hice referencia a
la mentalidad y capacidad industrial e industriosa de ese gran pueblo y
pobladores de los USA. Así y teniendo en cuenta la movilización efectiva
general, que se produce con la entrada en guerra el 7 de diciembre de 1941 y
consiguiente declaración de guerra el 11 de diciembre de 1941 por las fuerzas
del eje. En gran parte del periodo al que me voy a referir, la mano de obra no
era especialmente cualificada, pues fue durante la incorporación de las mujeres
a todo tipo de puestos productivos, por la ausencia de varones, al encontrarse
éstos movilizados en los distintos frentes europeos y asiáticos. Las mismas
capaces mujeres, algunas veces ridiculizadas por ciertas “Desaforadas Feministas Folclóricas”, ya que, en un
dado momento, con el cuerpo cansado por duras jornadas laborales, aguardaban
colas interminables para poder adquirir
un par de medias de “nylon – seda”. Como si su coquetería femenina fuese un
demérito a su condición de personas, con la capacidad de desempeño y
cumplimiento de las más duras tareas laborales y el cuidado, en ausencia de sus
parejas, de la familia y la precaria economía en que se tenían que mover. Mi
más sincera admiración y respeto hacia ellas y a su feminidad y coraje.
Si bien las grandes series de buques
mercantes, desarrollados de acuerdo a la aprobación por parte del Congreso de
los USA de la «Merchant Marine Act of 1936», sin entrar en pormenores de origen
del proyecto y características principales, fue algo conocido por el gran
público y sobre todo por aquellas personas que por vivir en las inmediaciones
de puertos de mar, vieron hasta inicios de la década de los 70s del pasado
siglo unos “vapores” con siluetas de gran semejanza entre sí. Variando
ligeramente sus chimeneas, manguerotes
de ventilación y de disponer de ellos: arboladura y puntales de carga.