Por medio del presente, este Gachupin quiere
dejar patente a todo aquel que tenga a bien leerle, que esa tierra Mexicana
hoy, al igual que el resto de las que componen la América que un día fue España
(no dé), a las que por azares de la vida tuve el acceso y el gratísimo honor y
privilegio de vivir y compartir con sus naturales. Ocupan en mi alma un
especial espacio que solamente se puede llenar con el amor que sus gentes supieron
darme y despertar en mí.
En la España de mi infancia sonaba en las
radios una canción llamada “México”, que cantaba un famoso tenor de la época,
llamado Luis Mariano. En una de las estrofas decía estos dos versos:
“En cuanto sales de la Aduana
ya eres un Mexicano más…”Sensación de la que puedo dar fe en mis reiteradas internadas en el país, pues al no hacerlo por medio de un pasaporte convencional, los registros de entrada y salida se prestaban a ciertas licencias (dentro del orden más estricto), pero siempre con un pequeño detalle de bienvenida. Verbigracia, la imagen que a continuación se reproduce, donde la joven Oficial de Emigración me “regala” una flor como antefirma, en mi registro de entrada. Este es el México del cual yo puedo hablar.
Así
es el México y los mexicanos de mis vivencias y convivencias, desde las
distintas poblaciones de los Estados de Sonora y Jalisco, en el Pacífico. Monterrey
en Nuevo León y su prestigioso ITESM
(símbolo del buen hacer académico en el mundo, mundial). Al Atlántico, donde
por méritos propios es preciso destacar el complejo de la Armada en el Estado
de Veracruz, inmediaciones de la Población de Antón Lizardo. Lugar donde la
formación técnica – científica y humana de los marinos mexicanos, alcanza
niveles totalmente homologables con las de los países más adelantados en
tecnología y táctica. Capacidad y eficiencia de la que personalmente puedo dar
cumplido conocimiento, incluyendo en ella a la de los pilotos de ala rotativa y
a los de fijas.
Las bajas tierras (por su nivel con
respecto al mar) de Tabasco y de su capital (sucesivamente inundada) la actual
Villahermosa (a secas), antes de la revolución “Villa Hermosa de San Juan
Bautista”, ya que su fundación en 1564 coincidió con la onomástica de dicho
santo. Pasando por la lindísima ciudad Heroica Puebla de Zaragoza, capital del
actual, disminuido en lo físico, Estado de Puebla, al que la creación del de
Guerrero en 1849, le arrebató su condición de rivereño del Pacífico. Ciudad de
Zaragoza, que de ser yo Jefe (con mayúsculas)
de la UNESCO, no dudaría en incluir su centro histórico como patrimonio
de la humanidad. Sin dejar de mencionar a la cosmopolita México D.F. y lo bien
que en sus calles y plazas me encontré. En la distancia y por temporadas, a
través de la “red” a ella acudo, en particular a su Plaza Garibaldi y a los
grupos de mariachis que allí pululan y que en algunas de las maneras, con sus
músicas me evaden de mi sedentaria vida actual.
A pesar de la bonhomía, a la que todos los
mexicanos que tuve el honor de tratar hicieron gala, si pude observar, que todos
y cada uno de los treinta y un Estados Federados y el Distrito Federal, que
hace el número 32, tienen características propias y que sus gentes y costumbres
son fruto de los condicionantes físicos, climatológicos; antiguos orígenes
étnicos y desarrollo económico. No obstante a ello, es común a todos el orgullo
de ser Mexicanos que tienen y muestran, algo
que en mi caso ambicionaría para las distintas regiones y/o provincias
en las que ahora se repartió la España de las Autonomías.
Dada la edad que alcancé y al haber
estudiado Gramática en mis años mozos, sé que el plural masculino incluye ambos
géneros. No obstante quiero dejar
específicamente clarificado el respeto que me merecen las féminas mexicanas,
pues independientemente de la parte folclórica de la “Adelita Cantinera”, vi y
viví de primera mano el trabajo y desarrollo intelectual y profesional de esas
MEXICANAS (uso deliberadamente las mayúscula), que a la par de trabajadoras y
profesionales, son excelentes compañeras, novias, esposas y madres. Mi más
sincero respeto a ellas en su concepto de personas.
Por mis personales creencias, enraizadas con la devoción sentida por la
Santísima Madre de Dios, Nuestra Señora de Guadalupe, patrona del país, a cuya
divina protección les encomiendo y recomiendo. Por último, que decir de ese
gran país y de sus gentes, que entre la más amplia de las tolerancias y
disparidad de culturas, da cabida a la Iglesia Católica Maronita, a pesar de lo
minoritaria que es la comunidad a ella afecta. Pero con templos abiertos a la oración y culto en
diversos Estados, entre ellos en el de Puebla.
El presente, es fruto de mi más fiel sentir
y percibir, de lo que es México y los mexicanos.
Capt. Willie
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