miércoles, enero 11, 2017

Mi iglesia es: “una, santa, católica y apostólica”.

  Ignoro si son los muchos años que paulatinamente voy acumulando, o si es, que en cuestiones que atañen  a mis creencias soy refractario a las innovaciones. Un feliz día de mi vida y sin que nadie me lo cuestionase, por el Sacramento del Bautismo accedí a la religión Católica Apostólica y Romana.
  Pasaron los años y con mi natural crecimiento físico y mental, fui intimando con esa, mi religión y desarrollándome y fundamentando mi fe, a la vez que por formación reglada, profundice en ella y accedí a su orden.

   Dentro de esos mis conocimientos y creencias, figuran algunos inamovibles, pero que fruto de los tiempos que nos tocan vivir, parece ser que pueden cambiar y adaptarse en función del relativismo imperante en cada momento.

   Mi iglesia es: “una, santa, católica y apostólica”. Cuatro atributos, que como profesión de fe, una vez más me hace identificarme con Nicea y lo que para mí fe, ser, sentir y estar, significaron sus Concilios. Concilios a los que en distintas ocasiones de este blog hice referencia expresa.
   En mi actual situación, la de católico practicante, sin orden ni “afiliación alguna”, aunque con clara vinculación espiritual a la magna obra iniciada por Ignacio de Loyola, a la letra y espíritu emanado de la XXXII C.G. y en particular a los decretos Cuarto y Doce. Me veo y deseo a la vez que me pierdo, cuando la “UNA” en la que yo me asiento, deja su unidad y en función del “Obispo de Turno”. Ya ven, una vez más término en la colegialidad y en la discrecionalidad que la falta de directrices a este pobre pecador confunde: ¿Cómo es posible, que si realmente la iglesia a la que por voluntad y fe pertenezco, siendo UNA, la “importancia” y “valoración” de sus pecados, estén en función de esa discrecionalidad a la que hago referencia?
  ¿Es posible que sin perder la “UNIDAD”, unos Obispos permitan que los solicitantes de la eutanasia puedan comulgar, recibir la unción y a continuación someterse voluntariamente a la muerte provocada? ¿El atentar conscientemente sobre la vida propia o ajena, dejó de ser pecado mortal? ¿Acaso este pecado mortal está anticuado?
   ¿Acaso se puede mantener la “UNIDAD” cuando determinados Obispos permiten la comunión a divorciados (separaciones de jurisdicción civil) vueltos a casar (se supone que civilmente)? ¿Dónde quedó aquello del vivir en castidad?
   ¿Qué “UNIDAD” puede desprenderse, cuando se afirma que “la conciencia no puede ni debe de ser la norma absoluta de la moralidad”. Extremo a su vez negado por otros también Obispos. ¿Acaso con los nuevos tiempos que vive nuestra iglesia y los actuales Obispos, en gran parte procedentes de algo similar a lo que pudiésemos llamar una “Formación Profesional a la Trágala”, la ubicación geográfica y criterio de cada uno de ellos, altera la gravedad del pecado? ¿Quiénes siguen los dictados del peronista en Roma? Los que sí o los que no, o acaso ninguno de ellos.
  De continuar por este camino y salvo que el “Bolletino” intervenga, como en el caso de las “titulaciones” concedidas y denegadas al “Cardenal” del impostado olor a oveja, hoy hablamos de eutanasia, relaciones sexuales, mañana de terrorismo ¿y pasado de…?
   Por aquello de que el papel aguanta lo que le echen, o echan pronto al “Bolletino”, algo que se tenga en pie, o de lo contrario la “UNIDAD” peligra. Pues lo mismo que se conceden dos título en humanidades y se quita el de ciencias, se puede probar a solucionarlo unificando criterios.
 
                            Capt. Willie

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