Con machacona reincidencia suelo referirme a la
inminente necesidad de “re evangelizar” a esta vieja y “envejecida” Europa, no
dándose o no queriendo darse cuenta los unos y los otros, que ese “envejecimiento”,
es fruto directo de esa cotidiana ausencia del evangelio como elemento
directriz de actuaciones políticas, económicas y sociales.
A la
relajación de costumbres que llevó el desarrollo socio – económico, que se
genera en el “mundo occidental” tras el final de la segunda guerra mundial,
colaboran de forma clara y directa, la total falta de ejemplaridad mostrada por
unas prolíficas y acomodadas “clases” políticas, eclesiales y económicas, donde
los medios justificaban los fines, y los fines los medios. Donde el bienestar,
entendido como estado material de abundancia, y de continua aspiración a
mayores cotas de poder económico – social, fueron minando los conceptos de
sobriedad y de participación y en el compartir con el entorno, incluso el próximo
familiar, los bienes materiales y por supuesto los inmateriales. Pasando y
tratando de delegar en “papa estado” obligaciones ineludibles, que por razones
del más elemental principio de amor filial, corresponden a los padres hacia sus
hijos, y de los hijos con sus progenitores.
¿Acaso ahora los pobres son solamente los de índole
económica, en comparación con otros más pudientes? ¿Dejaron de ser pobres los
de espíritu o los que tienen hambre y sed de justicia? Hasta donde yo sé, aquellos
otros dos llamados: Lucas (posiblemente un judío de la diáspora) evangelista y Mateo
o Leví de Alfeo (judío, como Jesús, su maestro), que puede que no fuese evangelista
en el sentido estricto del término, pero entre las máximas a ellos atribuidas,
como bienaventuranzas, ocupan un importantísimo lugar en el quehacer
evangelizador de la ICAR.
La dispersión
de recursos en los que se está incurriendo, conduce irremediablemente a ser una
minoría insignificante, incapaz a todas luces de poder influir, en modo alguno
en la sociedad y por tanto en transformarla y/o retornarla a aquellos valores a
los que esta vieja civilización Católica por antigüedad y Cristiana por
cristología, hizo gala a través de XX siglos de historia.
La “re
evangelización” a la que una y otra vez recurro, no está en contraposición con
la obra social de la iglesia, siempre y cuando no se confunda el concepto de ONG con el de la
CARIDAD CRISTINA hacia el que sufre, sea en lo económico o en lo espiritual. Aunque
algunos que suponiéndoles mi misma formación, llegan a acusarme de “proselitista”,
tengo muy claro y por experiencia propia
sé y distingo el “proselitismo” de la evangelización. ¡Qué fácil resulta
asociar teología de la liberación a proliferación de sectas! Y cuan injusta y
fuera de lugar, aquella afirmación de un Nuncio, de ingrato recuerdo, quien con
la sangre aún caliente de seis (6) sacerdotes asesinados, en el país en el cual
representaba a la Santa Sede, se permitió afirmar: “Vds. han hecho una opción por los pobres y los pobres se han ido a las
sectas”.
A las
sectas en algunos países y a la increencia (en Europa) que es peor, lo que las conduce
es “el caminar hacia ningún sitio”,
de todo ese generalizado bien vivir, de amplias capas jerárquicas; aparatoso
aparato (sirva la redundancia) de medios de comunicación de la iglesia, que
para lo único que sirven en para lucimiento del Obispo de turno y sus acólitos
y/o para “hacer caja” en base a la propaganda comercial, incluso tratando de
ignorar que en dicha propaganda, lo mismo se publicitan casas de lenocinio
(vulgo, casas de putas. Con todos mis respetos a las personas que se vean en la
imperiosa necesidad de prostituirse), que crecepelos o filtros de agua
milagrosos.
Solamente
les falta realizar promociones de “Aguas Minero Milagrosas”, “aunque a este
ritmo todo se andará”.
Si encima de no servir para cumplir el fin al
que teóricamente están destinados, que es el de propagar la fe y evangelizar,
pierden dinero ¿quién gana lo que se pierde…?
Metidos en
ONG, dejémonos de lucimientos personales escribiendo o hablando sobre algo que
a nadie interesa, ni escucha, ni lee. Tomemos ese dinero y démoslo a los pobres,
pues aparte de darles el dinero, no olvidemos que tenemos que darles “EVANGELIO”.
Esto es como el dicho cómico brasileño (Menos samba e mais traballar” adaptado
a la ICAR “Mas ejemplo y menos gestos”.
¿Para cuándo
dejaremos de ocuparnos en primer lugar de los exóticos y pasaremos a ocuparnos
de los nuestros, de los de toda la vida, los Católicos, pues a este ritmo de
alimentar y quitar las necesidades ajenas, quedaremos a corto plazo sin los contribuyentes
natos, los CATóLICOS. ¿Cuántas iglesias parroquiales se cierran en esta vieja y
envejecida Europa y cuántas Mezquitas se abren? ¿No les da que pensar a esos “hacedores
de caja”, por sí truena?
Una vez más
soy consciente de mi “parada de reloj”, entre Nicea, cerco de Viena, Lepanto y
el “jodido” contagio de vivir y convivir con los “teológicos – liberacionistas”,
debo de estar perdidísimo. Tanto, qué cuando actuando como Católico, me hago
acreedor de las “gracias” ajenas,
siempre y en tono amigable, pero firme, solicito que me cambien el término de
cortesía “gracias”, por aquel, que es el que me conduce a realizar la acción que
se hace acreedora de agradecimiento y que me den un simple, pero para mi importantísimo
¡Que Dios te lo pague!
Que al fin
y al cabo, es el motor que me mueve a hacerme acreedor de ese cortés y laico “gracias”.
Capt. Willie
Gracias, amigo. El artículo publicado nos recuerda que hemos de preguntarnos por el término “evangelización” y de ello podríamos decir muchas cosas, pero si vamos al grano hemos de recordar aquello que nos decía Pablo VI en su Carta o Exhortación Apostólica “Evangelii nuntiandi”, sobre la Evangelización del mundo contemporáneo, de 1975, las dos realidades que inciden en la acción de evangelizar: anuncio y testimonio, el anverso y el reverso de la moneda.
ResponderEliminarEn el artículo que nos ofrece insiste en la necesidad de ser más testigos, en el testimonio y qué verdad es. Nunca podremos llevar a término ni la nueva evangelización de Europa, ni la re-evangelización del antiguo continente si no somos coherentes entre lo que anunciamos y vivimos. Nos ofrece materia para una buena reflexión que hemos de hacernos todos los católicos y, en concreto, quienes tienen que animar e ir por delante en este tema que nos ocupa y compete a todos. Hay un dicho popular: “si los curas están a nueces, ¿qué harán los feligreses?” que hemos de aplicarnos y que, a la vez, pueda servir de incentivo para comenzar a ser testigos de verdad de quien nos invita a anunciar su Palabras y a convertirla en vida.
La pobreza podemos entenderla desde muchas perspectivas y todas ellas exigen distintas acciones e implicaciones. No podemos utilizar las armas del neocapitalismo, ni las del tener y dominar, sino las del servicio y la entrega, las de la caridad o amor a los demás, descubriéndolos y teniéndolos por hermanos. Exige una relación entre personas muy distinta de las que llevamos a cabo. La caridad no espera nada a cambio, ni sabe de contraprestaciones o de intereses acumulados o de contrapartidas, aunque ello aporte más divisas. La caridad es entrega total y exige descubrir en el otro el rostro de Cristo (creo que esto las ONGs no lo entienden así).
Por cierto ¡qué bien nos vendría recordar tantas y tantas cosas que nos dejó escritas el Papa Pablo VI!, a quien no hemos hecho justicia y seguimos olvidando o arrinconando con tanta frecuencia.
¡Gracias por su artículo!, irónico a veces, muy realista e invitación a la reflexión-acción de verdad en aras a la evangelización (que ni es nueva, ni vieja. Pedirá nuevos métodos, nuevo ardor, nuevos medios y nuevos instrumentos, pero el Evangelio es el de siempre, de ayer, hoy y mañana).
Créame Vd. que muy pocas respuestas me produjeron tanta satisfacción como ésta, la suya. En lo personal me retrotrae a unos momentos cruciales en mi vida. El año de 1974.
EliminarEmpezaría afirmando, que a mí concepto y concepción de la evangelización, dicha exhortación, es tras el Concilio Vaticano II, una de las referencias más importantes del siglo XX y actual XXI.
Fruto de los trabajos llevados a cabo en el III Sínodo de Obispos, Obispos aquellos, que en vez de estar pendientes de “hacer caja por si tronaba” (como salvando honrosas excepciones, los actuales), se preocupaban de cosas tan sublimes como la evangelización. Misión irrenunciable de la Iglesia Católica Apostólica y Romana (ICAR), a la vez que en cierta medida, se encargaron de marcar la tendencia oficial de la enseñanza pos conciliar.
Para el que esto suscribe, la “Evangelii nuntiandi” que fue difundida en fecha tan significativa como el día 8 de diciembre de 1975, celebración de la Inmaculada Concepción de María, fue un legado más, de aquel eficiente Pontífice y fehaciente redactor de la misma, S.S. Pablo VI.
Hasta donde creo saber. Independientemente de otras consideraciones, los amplísimos conocimientos, de los “cimientos” sobre los que se asentaba la Iglesia de Pedro y la profundidad e importancia de los “temas” a tratar, llevan a S.S. a la designación de los tres presidentes que debían conducir la Asamblea; representando cada uno de ellos una “zona caliente” en aquel momento: Cardenales Franz Köning, de Viena - Austria; Paul Zougrana, de Ouagadougou – Alto Volta y Juan Cardenal Landázuri, de Lima – Perú, designando Secretario General a Mons. Ladislao Rubín, de Polonia.
El nombramiento del Secretario, a todas luces respondía a la experiencia y conocimiento que S.S. tenia del nacional – catolicismo de Polonia. No siendo, posiblemente, consciente del “tándem” que establecieron Mons. Köning y Rubín. Hubo quien habló de gestiones y otros de presiones sobre el segundo, para que fuese designado como relator de la segunda parte, el entonces Cardenal Arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla, quien ya en aquella ocasión, “enseñó la patita”. Cuatro años más tarde, con la inestimable ayuda y cooperación de Mons. Frank Köning, alcanzaría el Papado y llegaría a ser, el hoy “Okupa de los Altares”.
Cuando en el párrafo cuarto hago referencia al fehaciente redactor, refiriéndome a S.S. Pablo VI, me baso en que él, no se limitó a la inauguración y clausura del mismo, sino que participó activamente en los debates, teniendo clara idea y concepto de las peculiaridades y particularidades de la evangelización en la vieja Europa, con el comunismo y socialismo rampante; en el nuevo continente y en especial América del Sur y como no, en el África post – colonial. Siendo en definitiva él, quien en base a la documentación facilitada por los Padres sinodales, nos ofreció esa Exhortación apostólica (de apostolado, del Latín apostolātus), que tanto bien hizo a la ICAR y que allanó el camino a la preparación y posterior celebración de la III Conferencia General del Episcopado de Latinoamerica, a la que en varias ocasiones me referí, denominándola la de “Puebla”. En la que de forma clara y sin equivoco alguno, la sombra de S.S. Pablo VI quedó clara, proyectando asimismo, y mal que a algunos les pese, su sombra sobre la posterior de “Santo Domingo”.
Sé que la miseria de espíritu a la que hacen gala algunos de mis “múltiples amigos”, mi “fervor” por la persona y obra de Pablo VI, la “encierran” y “limitan” a su reafirmación en la letra y espíritu de la declaración: “Nostra Aetate”
Aunque el Derecho Canónico como tal, establece unas normas, por las cuales, ser Papa está al alcance de muchas personas, muy pocas tienen el alcance para ser un Buen Papa. Y S.S. Pablo VI, pese a sus detractores lo fue, sin “populismos” y sin “salidas de tono” impropias de alguien que es soberano de un estado y cabeza visible de la ICAR.