jueves, abril 20, 2017

Una vez más me uno a vuestro dolor…

    Con cierta frecuencia, recuerdo el dicho de un excelente amigo y compañero,  ecuatoriano de pro, Pancho de la Torre, el que ante “situaciones sangrantes” propias de la pobreza endémica del área siempre me decía: “en casa del pobre, la alegría dura poco y cuando tiende la ropa llueve”.

    Hoy, otra vez, me tengo que referir a la muy querida “Gran Colombia” y tristemente por el mismo motivo que en la precedente  ocasión: el deslizamiento ocasionado por la inestabilidad del terreno, debido a las escorrentías superficiales, saturación del nivel freático y excesiva carga superficial de una ladera.

     Puede que en este mí país, que un día debió de ser madre amantísima y hoy hermana, en el dolor que la aflige por la tragedia sufrida en la ciudad de Manizales, capital departamental de Caldas, en plena estribación de la Cordillera Central de los Andes y vecina próxima del “Nevado del Ruiz” o “Mesa de Herveo”, de infausto recuerdo en aquel 13 de noviembre de 1985, en el que, en directo, el mundo, pudo contemplar la tragedia que asoló a  Armero (drama al que con cierta frecuencia suelo hacer referencia, al hablar de la mecánica del terreno y los efectos hidrológicos sobre la plasticidad ). No olvidando en ningún caso los del 3, 4 de diciembre del 2003 y el del 4, 5 de noviembre de 2011. Donde una vez más la “pobreza endémica” y la falta de recursos públicos, hizo su presencia, puede que azuzada por la naturaleza humana y/o los indeseados efectos de la “Niña”.

  
    La hermosa ciudad de Manizales, que una vez más sufre la pérdida humana de varios miembros de su comunidad más humilde. Ante la tragedia y la desolación que la acongoja, da muestra de esa “talla” que en todo momento y ocasión, de palabra y por escrito, le dedico al Pueblo Colombiano. Solamente y a “voleo”, a través de las noticias de un canal internacional de televisión, podría citar con nombre y apellidos a un agente del orden y a dos civiles, fallecidos en pro de colaborar a la salvación de sus vecinos. El no mencionar sus nombres lo hago por respeto a ellos y a sus deudos.
 
   De la Ciudad de Manizales tengo dos buenos recuerdos y del “Ciudad de Manizales” uno: la primera y única vez que fui a un espectáculo taurino fue en su feria de enero de 1985 y de buscar y rebuscar entre papeles podría recuperar la “boleta de invitación de entrada” a su plaza de toros, firmada y dedicada por el “Soro”, quien puede que recuerde que durante una cena, al proponerle yo a nuestro anfitrión la posibilidad de hermanar Manizales con Sevilla (dado el entramado folclórico de sus dos máximas celebraciones festivas), él (el Soro) abogó por que en las gestiones conducentes a dicho hermanamiento se incluyese otro con la ciudad de Valencia y se complementase con una falla local. Dados los años transcurridos y la perdida de contacto con aquel, nuestro común anfitrión (muy posiblemente por edad, hoy desaparecido), ignoro si las gestiones a las que hago mención se llevaron a cabo y cuál fue su resultado.

    La segunda, la explicita dedicación de la “Banda de Música” de un centro de educación (no recuerdo su nombre) del bello pasodoble local “Feria de Manizales, del que mi tocayo, “me dio qué ni pintado”, pues o mal no recuerdo, o su primera estrofa hace honor a la “hidalguía”, esa que siempre y a priori yo le concedo a los pobladores honrados de ese querido país.

     Del M/V “Ciudad  de Manizales”, un buque construido en Sevilla a comienzos de la década de los setenta del siglo pasado y a su Capitán, oficiales y dotación, les debo la opípara comida y sobremesa, que haciendo de Cónsules Honorarios del pabellón que enarbolaban en la popa, el de la República de Colombia, me hicieron participe en una fecha que no puedo precisar (finales del 74) atracados en el muelle de Sidor, en Matanzas.

    Cayendo en la reiteración, me veo obligado por las circunstancias, a rogar a Nuestra Sra. del Rosario o de la “Victoria de Lepanto”, que interceda ante su amantísimo hijo y el “santo portero”, para que a su arribo, acoja en su seno a los fallecidos, a la vez que provee de resignación a sus deudos e ilumina a las autoridades locales – estatales – nacionales, políticas y técnicas, para que dentro de la escasez de recursos, éstos se dediquen  en la más honrada y eficiente forma, a servir para poner coto o paliar un mal endémico. A la necesidad de asentamiento de viviendas en zonas de alta inestabilidad geológica.
 

                              Capt. Willie

2 comentarios:

  1. Capt. Willie
    Ínclito Cdr. Willie:
    Yo sé que le está rebajando un grado, pero finalizados treinta y cinco años en activo, U. siempre será para mí, mí Comandante.
    No me surge la duda que U. se está refiriendo a este su Pancho, y en las voces de: excelente amigo y compañero. Le quedo pero que muy reconocido, por dicho tratamiento. Yo soy uno no más de aquellos cinco “arrapientos” Maestranzas a los que U. a las 06,30, en su recibida a lo “Martoreill”, con los LtCdr. Imanol, Marten y los oficiales Loubs y Hermans muy asustados mirándole, le vimos entrar al Lunch Room y preguntarle al Mayor, si sabía hacer algo más que arrebentar huevos fritos y convertir en carbón el tocino.
    Cuán lejos quedan aquellos días, y cuando U. nos deja guerfanos. y el Capt. Nos dice que regresa. No lo podíamos creer. Y regresó.
    Me tentó ponerle una esquelita cuando leí a los Cdr. Imanol y Marten en la suya de mayo 14 2016 Cuando las cosas se hacen bien, bien están.., y se lo propuse al sparky, al tronyk y al pump, pero me respondieron que eso eran cosas para jefes.
    Si un día llega por S. Juan, recuerde que Pancho de la Torre y su domicilio siempre están a la disposición de U. My Cdr.
    Miles de gracias por el miramiento con el que trata a este en origen “mono” ecuatoriano de Esmeraldas y ciudadano US. desde los 7 años.
    Yo me uno sus pesares por la desgracia de los colombianos.
    Si lo considera oportuno me publica y le quedo muy reconocido.

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    1. Amigo Pancho:
      Gracias por su cariñosa nota. El aprecio y respeto es mutuo. Puede observar que me acuerdo de Vd. y recuerdo de sus dichos. Tristemente, aún hoy presentes y representativos de una dolorosa realidad cotidiana.
      Cualquiera que le lea a Vd. conseguirá asemejarme a un "Ogro" pues alguien que en hora tan temprana como indica, sin darles los buenos días, ni presentarse, irrumpe en una “amigable reunión entre colegas”, se aproxima a la “barra caliente” y le dice al Cook esas lindezas, debe de ser la “repera”.
      Si a continuación para arreglarlo, a esa “temprana reunión coleguil” les larga una “repasata” llamándoles harapientos y otras lindezas por el estilo. Ya llegamos a la “limonera”.
      Lo que sí es cierto y que Vd. no dice, que en aquella “Torre de Babel” (de nueve: seis nacionalidades, más los italianos y los filipinos, ocho idiosincrasias) orquestada por el “buen hacer” de los que mandaban desde despachos a miles de millas, reconocerá, que cuando yo llegué, la “Casa de la Bernarda”, por suponer, tenía Mama - San, sería un lugar serio y más o menos organizado.
      Que en los casi cuatro meses, en dos etapas, que estuvimos juntos, mi entrada a lo “Martorell” debió de quedar olvidada pronto. Lo prueba, que a mi regreso, al irme Vds. a recibir (tras ausentarme solamente tres días) casi les detienen a todos “por invasión de pista”, en cierta terminal Italiana. Y sí mal no recuerdo, “los invasores” eran nueve “ex harapientos colegas”, que casualmente coinciden con los siguientes nombres y desempeños: pilotos P. Marthen, J. Imanol y P. Loubest; ingeniero H. Hermans; (Bunker) Vd. Pancho T., (Pump) B. Johnson, (Sparky) P. Williams, (Diode) J. Guterres J. y (Kuky M.) Cofiño.
      De la aclaración que vislumbro, entiendo la querencia a sus orígenes ecuatorianos, no menospreciando en ningún momento y ocasión su adhesión a los valores de su patria de adopción y a ese su amor manifiesto a la U.S. Navy, y en particular a la base de Norfolk. También es cierto, que quiero recordar que su esposa e hijas son Virginianas.
      Siempre me acuerdo y recuerdo de todos Vds. y en especial de las buenas “migas” que hacían los tres “greengos” con el portugués y el español – gallego, pero lo cierto, no podían vivir los unos sin los otros. Aquello era pura – dura y simple camaradería.
      Mis mejores deseos para Vd. y para aquellos, que en un momento dado opinaron que: de ”el jefe y del mulo, cuanto más lejos, más seguros”.

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