De un pastor de ovejas… en una archidiócesis de lobos…

   En las próximas horas, a D. g. cumple años un muy querido amigo, y por mí, más respetado “Pastor de Ovejas”, de los de “frontera”, de aquellos que sin pensarlo dos veces, se tiran al monte por intrincado que este sea, a la busca de la “oveja perdida”, con independencia de que la descarriada sea “churra” o “merina”.

 

   La amistad a la que hago mención se inició de forma no fácil. A través de un entrañable amigo común, titular de una UPAP del mismo arciprestazgo, que previo acuerdo con el “mencionado” me facilito su número de “móvil”, traté insistentemente de localizarle para establecer una cita. Cuál no sería mi sorpresa, cuándo cada vez que le llamaba y conseguía que me contestase, el “interfecto” me decía encontrarse en un punto de la geografía nacional, a cual más distante. Lo que me llevó a la equivoca conclusión, de que por razón desconocida rehuía la cita que quería establecer.

   Cuando ya daba por “fallido” el contacto y tras garantizarme reiterativamente nuestro común amigo, la buena disposición hacia la petición que le pretendía realizar, un buen día del mes de mayo de 2009, recibo una llamada telefónica, donde el “viajero” me cita en la Casa Rectoral de la UPAP que regentaba.

   Dada la desconfianza, luego pude comprobar que infundada, que me merecía la cita, le rogué a mi esposa, que me acompañase. Así llegamos a la rectoral y el “escurridizo” titular nos recibió con toda afabilidad y cordialidad. Tras una corta charla, se despejaron todas mis dudas y recelos, pudiéndome explicar su “deambular” por la geografía regional y nacional: titular en dos centros de secundaria de la Asignatura de Religión, con la loable y clara intencionalidad de formar personas, dentro de la civilización cristiana y católica en particular. En la programación de dicha asignatura, establecía una serie de visitas (como pude comprobar a posteriori) donde lo histórico – arquitectónico – iconográfico religioso y devoción popular se mezclaban en un “popurrí” de lo más atractivo para los alumnos y con un altísimo trasfondo cultural y pastoral subliminal.

   De mis viejas experiencias personales y consiguientes “resabios” desarrollados hacia los “Dioce” en general, la campechanía y bonhomía del “escurridizo pastor de ovejas”, me ganó, y en muy corto periodo de tiempo hicimos partícipe a mi familia de aquella incipiente amistad. Amistad ésta, que como importantísimo estimulo se vio enriquecida por la devoción Mariana que ambos, en un dado momento, mostramos y compartimos. Así gustosamente me vi “embarcado” y “enrolado” en “su” entrañable Eucaristía de los días catorce de cada mes, a celebrar en aquella recoleta capilla. Allí me cupo la satisfacción de recuperar el contacto con contemporáneos míos, perdidos a través del tiempo, pudiéndome postrar a los pies de la humilde imagen de María, la misma ante la que, un lejano día de septiembre de 1959, fecha en que fue Coronada Canónicamente, me había postrado por primera vez, en compañía de mí muy querido abuelo, hoy ausente (q.e.d.).

    Con esa especial capacidad que tienen los “pastores de vocación” para la atracción o rechazo de sus colegas, en dicha capilla, presidida por la imagen de María Virgen y advocación coronada canónicamente, tuve la oportunidad de escuchar a otro “Dioce”, habitual con celebrante, en la citada Eucaristía de los catorce (número que en mí cultura simboliza la bondad, la misericordia y la templanza), quien al margen de encarnar a la perfección  el simbolismo del citado número ordinal, en las Homilías, al hacer mención a María, como madre amantísima, consiguió desde el primer día “ganarme”. Asimismo pude observar que la complementación de ambos, daba un “tándem”, que muy pocas veces en mí “deambular por el mundo eclesial” vi y creo que a estas alturas de mi vida, ya me queda poco por ver. Uno del “pastor de frontera” al que dedico el presente, el otro “el apacentador de redil”. Al que colateralmente hago partícipe.

   Lo cierto es, que en una más que posible “subida al monte”, del “pastor de frontera”, el “pastor de redil”, ante los sesenta o setenta participantes en la Eucaristía de un catorce, planteó la pregunta, del porqué de nuestra querida Capilla y no Santuario. Desde ese momento los allí presentes y los ausentes, comenzamos a movernos para solicitar la correspondiente licencia canónica de Santuario, dedicado a nuestra Madre Celestial.

  Dicho y hecho. Cuando de regreso a su UPAP, se encontró con la petición formal, de que amparado por casi seis mil firmas debía de dirigirse al Arzobispado solicitando la correspondiente Licencia Canónica, que convirtiese de derecho lo que ya era un hecho. La Capilla en Santuario. Dentro de esa “su forma de ser y actuar”, al comprobar que muchas de las firmas peticionarias se correspondían con unas fechas posteriores a la que él estableció como límite (fecha que hizo coincidir con la finalización del año de la Fe), dejó fuera de la petición, del orden de las dos mil firmas, debidamente identificadas. Tanto de nacionales residentes en el entorno, como emigrantes en la lejana América, que se volcaron en la colecta de firmas en la colonia afín al celestial patrocinio de Nuestra Señora. Colonia que por otro lado, fiel a la tradición de sus mayores, todos los años hacia acto de presencia el día grande de la fiesta, desplazándose a Europa, al solo fin de asistir a la Eucaristía de tal efeméride. 

   Este hecho de auténtica adhesión a su labor pastoral, por parte de feligreses, parroquianos y vecinos, tanto en la inmediatez como en la distancia que marca el océano Atlántico, fue la “gota que culminó” el vaso de la “envidia”. Las obras de reparación, en algunos casos reconstrucción de los edificios físicos de las iglesias (templos), de la capilla y cementerios parroquiales de la UPAP por él regentada, aunque sin coste alguno para la Archidiócesis, pero tampoco con la contribución del 20% de estipendios, eran mal digeridas. La pujanza de la Eucaristía de los “catorce”, peor. Pero lo que ya se hizo insoportable, fue la petición del Santuario avalada por tal número de fieles, y más aún, la solicitud formal respaldada por cientos de firmas, para la creación de una Cofradía en honor de la Santísima Virgen, bajo la advocación correspondiente.

   Dado el total abandono ante su enfermedad y limitaciones físicas transitorias. Cuando se dirigió en humilde suplica a quien debía hacerlo, explicándole las razones que le obligaban a renunciar a sus funciones al frente de la UPAP, no tuvo ni una palabra de ánimo y/o consuelo, ni posible alternativa. Si tuvo a través de intermediarios oficiales en la escala jerárquica, la sugerencia de secularizarse. El vaso de la envidia estaba colmando y rebosaba eso, “mala baba y envidia”.

-    Por haberme concedido el privilegio de compartir y recibir de tus manos tantas veces la Eucaristía, GRACIAS.

-    Por esas entrañables celebraciones de los días catorce de cada mes y posteriormente, la de los días dos también, siempre en compañía de un altísimo número de tus feligreses (media mínima en cualquier época del año, cuarenta y cinco (45) asistentes, con una treintena de comulgantes, GRACIAS.

-    Por dejarme participar en alguna medida en tu actuar, cuando con la derecha dabas sin que tu propia izquierda lo supiese, GRACIAS

-    Por todo lo que diste de ti a ese pueblo de Dios al que te consagraste. GRACIAS.

   Una vez más la “envidia”, “insidia”, “desidia”, “fatuidad” e “inutilidad”, unido a la “falta de trinque” y “sumisión” (no obediencia) al que “dicta”, no gobierna, prevalecieron sobre el Evangelio. Tristemente esa es la Iglesia Diocesana (salvo contadas excepciones) con la que el que esto suscribe se encontró en cuatro continentes distintos. De Obispos pidiendo la expulsión de Cátedras por secularización del Catedrático altamente cualificados y excelentes católicos, sé un rato largo. También de su “hacer caja”, por si “truena”. Tristemente a esta Archidiócesis le pasa lo mismo que dicen de México, él está muy cerca de los USA y muy lejos de Dios. Nosotros estamos a “airfare en clase ejecutivo” de El Vaticano, y a años luz de Dios. 

    Los lobos de la Archidiócesis comieron al “Pastor de Frontera”, los mismos que llevan todo el camino de devorar al “Pastor de Redil”. Claro ellos son eso, LOBOS. ¡Los fieles les importamos un carajo! Primero hacer Caja ¿Qué si truena qué…?

                                    Capt. Willie