lunes, abril 03, 2017

La tragedia en forma de avalancha se ceba con Mocoa.


   Mi deseo al hablar de Mocoa, si lo pudiese elegir, sería para referirme a la hospitalidad de sus gentes (habitual en toda la Gran Colombia), al colorido de sus mercados y a un instrumento musical, para mi extraño, (llegué a poseer uno, regalado) conformado partiendo del caparazón de una tortuga, Podocnemis espansa, conocida en toda el amplia área de influencia de las dos grandes cuencas hídricas del Orinoco y Amazonas, por “Charapa”. Para no extenderme en la descripción, diría que algo parecido a nuestra “Zambomba”, pero a lo grande.

   Capital del estado de Putumayo y asentada de forma tal que todo su límite E. está bañado, regado y delimitado por el Río Mocoa, que da nombre a la ciudad, pero para que no exista escasez de agua, sus límites N. y S. lo delimitaban otros ríos, que discurrían más o menos paralelos en el sentido W. – E. e iban verter sus aguas al “Gran Mocoa”. En la época de lluvias impresionaba verle.

   No recuerdo el nombre de ninguno de estos dos afluentes a las que hago referencia, pero creo que en el correspondiente al límite poblacional S., en las inmediaciones de su desembocadura,  disponía de un amplio remanso. Remanso aquel, que desconociendo el que esto escribe como podría ser el Paraíso Terrenal, bien pudiese ser una parte de él. Indudablemente dicho cauce hídrico algo tendría en origen, ya que la Iglesia Catedral de San Miguel se asentó sobre su rivera.

   Que estos cauces hídricos principales y a su vez sus complementarios y/o secundarios afluentes fuesen el motivo de la tragedia que me lleva a acordarme hoy (muchos años ha, de mi visita a Mocoa y sobrevolado aéreo cartográfico de todo el estado) de Mocoa, me apenan sobremanera, pues el agua como elemento de vida, en esta triste ocasión sirvió para quitarla.

   Así, en la distancia geográfica que nos separa y en la inmediatez espiritual que me une a la Gran Colombia y a los colombianos de pro y bien, en estos momentos de dolor y aflicción, solo me queda rogar a San Miguel (creo que Santo Patrón de la localidad) que interceda ante el Altísimo, para que acoja en su seno a los fallecidos y dé fortaleza de espíritu y resignación a sus deudos. A la vez que ilumina a los Políticos locales, estatales y nacionales, para que dentro de las posibilidades técnicas y económicas, se palien en el futuro posibles desastres como el presente.

                     Capt. Willie

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