viernes, febrero 03, 2017

Cuando el “teclado” se pone al servicio del “peticionario”, pero… prevaleciendo aquello en lo que se cree y confía…


   Ver para creer. ¿Quién me iba a decir que mi “teclado” se pondría al servicio de los “ocultos intereses” de un antiguo colega, compañero y amigo, colombiano de pro?

   Así, tras la gratísima conversación telefónica mantenida con ese amigo mío y dentro de mis humildes posibilidades como “escribidor”, trataré de resumir en lo posible su petición. Petición que se limita a que, en los trascendentales momentos que vive su país, glose por escrito mi opinión y sentir sobre la “Gran Colombia” que yo conocí y de la que estoy lejano en lo físico desde octubre de 1993, aunque nunca en lo espiritual; fechas aquellas, que en lo lúdico, tuve el inmenso placer de pescar en su costa del Pacífico (área de Barrera Nariño y en la zona de Ballenas, al N. de Tumaco) los mayores ejemplares que nunca soñar pude, de “Mero Guasa” (Epenipephelus itajara). Me reservo el decir sus medidas y pesos, ya que correría el seguro riesgo de ser llamado exagerado o más aún, exageradíiiiiiiisimo. No obstante puedo afirmar que no fue un sueño, fueron pescas reales, físicas y tangibles.

sábado, enero 28, 2017

Asnorasnos del mundo uniros, que más antes que después, seréis vencidos…

 
    Puede que peque de “crecido”, pero echo en falta palabras que definan en su justa medida, el nivel intelectual – social – cultural de “algunos de mis muy amables lectores” y “disparadores” telefónicos, y en menor medida, “escribidores” en este blog. Nunca rebatiendo mis buenas o malas opiniones, siempre en disposición de descalificarlas, aprovechando la oportunidad para descalificarme a mí de “pasada”.

    En mis años jóvenes, por algunas afinidades que no vienen a cuento con los propietarios de dos burras o hembra de asno (Equus africanus asinus), y de las “proezas” que en ambas observe: una de ellas era capaz de conducir a su dueño de “chigre” en “chigre” y después, cuando ya no cabía más sidra en su cuerpo (en él de su dueño), llevarlo a casa, como si de un saco atravesado sobre su lomo se tratase; subir con su “sidril carga” unas empinadas escaleras, descargarlo a la puerta en el rellano y rebuznar hasta que su dueña se enteraba de que la “pipa de sidra” estaba en “stand - by” esperando que lo entrase. La otra, de baja alzada, y por tanto cortas ancas, pero capaz de ganar año tras año las sucesivas carreras locales en las que participaba. Tiempos aquellos… de carreras de burros. No de “asnos por partida doble” en carrera… tras una prelatura o el cardenalato.

lunes, enero 23, 2017

Cuando el magisterio pasa a ser un simple modus vivendi…

    Próximo a cumplir los setenta, con una formación académica reglada de lo más “variopinta” y respaldada por las más dispares titulaciones, licencias y doctorados. Lances vividos y compartidos de la “ceca” a la “meca”, con personas de toda raza, origen y condición. Desde entornos de total abundancia y seguridad física a extremas, donde mi vida no tenía valor alguno y mis necesidades primarias, incluida la alimentación, dependían de la benevolencia de Él, que en toda ocasión tuvo a bien darme lo necesario para sobrevivir.

     Situaciones todas ellas, que al día de hoy no se me olvidaron, pero que, en distintas entradas en este blog, desde los lugares más chic o recónditos, me hacen recordar y en algunos casos (más de los que quisiese) revivir, a través de conexiones Webcam.

martes, enero 17, 2017

Cuando en función del nivel intelectual y social, así son los apelativos, apodos o remoquetes que se endosan a los demás…

     Ignoro si los sucesivos apodos que a un individuo le pueden ir aplicando a lo largo de su vida, en los ámbitos personales – profesionales, en los que se desarrolló, pueden ser o no reflejo de su ser, estar y participar, en esos precisos ámbitos, momentos y lugares. Dada la disparidad de formación académica reglada que en un momento elegí, en aquella, mi Escuela por antonomasia, entre mis compañeros de promoción, a propuesta del único poseedor en dicho momento de dos doctorados, pasé a ser “Vademécum”. En el ámbito técnico familiar, un buen día y sin saber realmente de su existencia, fui “El Casillas” (por un conocido y curiosísimo libro práctico de mecánica aplicada al taller).