lunes, abril 03, 2017

La tragedia en forma de avalancha se ceba con Mocoa.


   Mi deseo al hablar de Mocoa, si lo pudiese elegir, sería para referirme a la hospitalidad de sus gentes (habitual en toda la Gran Colombia), al colorido de sus mercados y a un instrumento musical, para mi extraño, (llegué a poseer uno, regalado) conformado partiendo del caparazón de una tortuga, Podocnemis espansa, conocida en toda el amplia área de influencia de las dos grandes cuencas hídricas del Orinoco y Amazonas, por “Charapa”. Para no extenderme en la descripción, diría que algo parecido a nuestra “Zambomba”, pero a lo grande.

   Capital del estado de Putumayo y asentada de forma tal que todo su límite E. está bañado, regado y delimitado por el Río Mocoa, que da nombre a la ciudad, pero para que no exista escasez de agua, sus límites N. y S. lo delimitaban otros ríos, que discurrían más o menos paralelos en el sentido W. – E. e iban verter sus aguas al “Gran Mocoa”. En la época de lluvias impresionaba verle.

sábado, marzo 25, 2017

Cada cual habla de la feria, así le va en ella…

   Siempre que de palabra o por escrito (muchas veces), hice referencia expresa a Giovanni Battista Enrico María Montini, quien ocupó el sillón de Pedro, como 262* papa de la ICAR, bajo el nombre de Paulus PP VI (Pablo VI), lo hice desde el respeto y consideración que su persona, espinosísima (de espino) y su magna obra en mí ánimo despertaron, respeto y consideración que con el discurrir del tiempo y a la vista de los que le fueron sucediendo, se fue agrandando en la distancia que da el tiempo, y transformando en clara admiración.

miércoles, marzo 01, 2017

Cuando el correspondiente verbo latino “discernĕre” deja de ser discernimiento, y pasa a ser la voz de su amo…

   Cumpliéndose 250 años de la correspondiente efeméride por la que Carlos III, a la sazón rey de España, firma la pragmática de expulsión de la Compañía de Jesús, vulgo Jesuitas, de todos los dominios de la monarquía española.
 
 
  ¿Quién podría pensar entonces que el Papa “blanco”, en origen un jesuita y el Papa “negro”, por supuesto miembro de la misma compañía (orden religiosa), iban a ponerse de acuerdo y tratar ambos de conjugar un nuevo verbo, puede que en su caso regular (tirando a malo, como ellos), donde el “discernimiento” tenga un nuevo significado y no el proveniente del irregular latino discernĕre”? Comprendo que ambos, el “Peronista” y su acólito el “Chavista”, en compañía del futuro “premio Nobel de la Paz” y su valedor, el titulado vía “Bolletino”, gocen de tanto predicamento entre aquellos, que a sí mismos  se califican de ateos, extremo este que siempre me asusta: soy tan mal pensado, que cuando un ateo convicto y confeso habla excelencias de un miembro de la iglesia a la que por el sacramento del bautismo accedí, interpreto que la está “cagando” mucho o a punto de “cagarla” en grado sumo.

jueves, febrero 23, 2017

Cuán difícil se hace, el no poder hablar bien de aquello que se quiere…

   A raíz de la sucinta semblanza y loa, de la para mí Gran Colombia y sus gentes, recibo un “pay attention” de dos queridos compañeros y viejos amigos, que aunque “gallegos”, de Galicia en origen, por los muchos años de estancia e integración plena en la sociedad venezolana, y más concretamente en la educación de sus jóvenes y en el sentir y compartir sus alegrías y tristezas, al día de hoy, quizás sean tan venezolanos como aquellos otros “gallegos”, venezolanos en tercera o cuarta generación.
    Mis estancias en ese hermano, hermoso y riquísimo país coinciden ambas con las presidencias del Dr. D. Rafael Caldera y en parte con la del político D. Carlos Andrés Pérez (apocopado por las siglas CAP, correspondientes a sus iniciales), permaneciendo en mi caso, ausente de la República de Venezuela desde 1996, fecha de mi último periplo por ella. Tanto es así, que a estas alturas de mi vida y a los sucesivos y traumáticos cambios experimentados por el país en lo tocante a su situación política – social y económica, me hacen ser y sentirme como un verdadero extraño. Aunque terriblemente apenado por las penurias a las que la más absoluta de las incurias la condujo.