Mi deseo al hablar de Mocoa, si lo pudiese
elegir, sería para referirme a la hospitalidad de sus gentes (habitual en toda
la Gran Colombia), al colorido de sus mercados y a un instrumento musical, para
mi extraño, (llegué a poseer uno, regalado) conformado partiendo del caparazón de
una tortuga, Podocnemis espansa,
conocida en toda el amplia área de influencia de las dos grandes cuencas hídricas
del Orinoco y Amazonas, por “Charapa”. Para no extenderme en la descripción,
diría que algo parecido a nuestra “Zambomba”, pero a lo grande.
Capital del estado de Putumayo y asentada de
forma tal que todo su límite E. está bañado, regado y delimitado por el Río
Mocoa, que da nombre a la ciudad, pero para que no exista escasez de agua, sus
límites N. y S. lo delimitaban otros ríos, que discurrían más o menos paralelos
en el sentido W. – E. e iban verter sus aguas al “Gran Mocoa”. En la época de
lluvias impresionaba verle.