Tras la “telefonada” anónima y
consiguiente “riochada” de sandeces e improperios recibidos con motivo del link, que traslada al escrito por
mi publicado en fecha 23.04.2016, “Del pelotazo
intelectual a la progresía de oportunidad o culturetas”,
considero una vez más oportuno, hablar de los “robespierrinos” y demás “censores”,
por demás “lacrimógenos” e incapaces de reconocer su propia necedad e incapacidad
congénita, para poder reunir las condiciones mínimas exigibles y acceder a una
plaza docente de forma digna.
De las indignadas “mamarrachadas” expelidas
por mi anónimo comunicante, saqué la conclusión, de que para poder optar a una
plaza de docente, de acuerdo a las nuevas acreditaciones universitarias, en
este antiguo país antes llamado España, hay que hacer algo más de lo que se
venía haciendo en los últimos treinta o treinta y cinco años. Ya no sirve el
ser el “tira levitas del profesor titular y del catedrático”, ni “lamerles el
culo” tras finalizar mediocremente un “trote”, quedando “pegado” en concepto de
no sé sabe qué, a determinado departamento de la escuela técnica o facultad.
Parece ser que ahora los méritos
cambiaron y pasaron a ser méritos tangibles, sustituyendo los anteriormente
citados, por acreditar de forma fehaciente que el futuro “profe” o “cate” o
como en la actualidad se denominen, tienen unos conocimientos mínimos que
superan los apuntes de su “mentor”.