miércoles, agosto 15, 2018

De nuestra Sra. de Begoña a las múltiples invocaciones hoy exaltadas y celebradas.


    Hoy 15 de agosto, en esta mi villa natal, en otra hora marinera e industriosa, la que en un malhadado día, cambió la industria siderúrgica y afines por la sidrerúrgica (Llagares) y complementarias (Sidrerías). Celebramos la fiesta de la Santísima Virgen María, bajo la advocación de “Begoña”. Advocación particularizada de la gloriosa Asunción de la Virgen María a los cielos. Dogma establecido por S.S. Pio XII el día 1 de noviembre de 1950.
     Dada la “modernidad” de nuestra Santa Madre Iglesia, una vez más se hace de “derecho”, lo que ya era un hecho. La proclamación de dicho dogma solamente vino a respaldar la veneración, de antiguo muy arraigada, en la fe de amplios sectores de los países del área mediterránea europea y de la América Latina.
     En esta actual villa “sidrerurgica”, la advocación y patronazgo a nuestra Sra. de Begoña, parece ser que se remonta a 1752, cuando unos pescadores de una ballenera armada por la “cofradía de San Pedro” de Lequéitio, a su regreso de Terranova, fueron azotados por una fortísima “galerna” que estuvo a punto de hacerles perecer. Ante tan desesperada situación, prometieron que si conseguían arribar sanos y salvos a tierra, erigirían una Capilla en honor a la Santísima Virgen María, de la cual eran devotos bajo la advocación de la Asunción.

domingo, agosto 12, 2018

De la hipotética supremacía “moral” de una izquierda que nunca supo lo que dicho concepto y término significa…

    Sin entrar en profundas reflexiones filosóficas y acogiéndonos a lo que toda persona normal sobreentiende por moral: “como aquello que clasifica los actos humanos en buenos y malos desde la óptica del bien en general”.

 
    Así, tras el 14 de julio de 1789, las izquierdas y los izquierdistas en su distinta rojez, desde el más tenue al bermellón o rojo señales, siempre se consideraron ungidos por el derecho natural de dar al pueblo lo que el pueblo necesita, no lo que él quiere. Claro está, como tal pueblo que es, lo más probable es que se equivoque y, para eso están ellos, ¡para salvarlo! ¿Qué sería de los pueblos si no existiesen los rojos? Los habría que inventar…

 
    Los dictadores, asesinos y ladrones, solamente se dan entre la derecha y la “derechona”. Los Stalin; Mao; Pol Pot; los “Castrones”, finqueros cubanos; el banano de Maduro, totalmente podrido, de Pobrezuela; los Bonnie and Clyde, la “parejita nicaragüense”; el indigenista del Altiplano, el de la “chocita presidencial”. Mas todos sus adalides, desde aquellos españoles de los que hoy está mal visto hablar y a punto de prohibir por ley ponerles en el lugar que por sus canalladas realmente merecen. Sirvan de ejemplo: Largo Caballero, el Marqués de Paracuellos del Jarama y los que te rondaré, no “morena” si no “roja”. Que me imagino, que dada la Ley de Memoria Histórica o la pretensión de reescribir la historia real, pasarán todos ellos a ocupar un santoral laico, supongo que  encabezado en reñida pugna por el “Lenin Español” o el citado “Marques” y una extensa retahíla de asesinos y bandidos, saqueadores del banco de España y circunstanciales “armadores de buques de fortuna”, tipo el yate “VITA”.

sábado, agosto 04, 2018

Los USA de los que el desconocimiento y/o el resentimiento injustificado nos hablan, a 79 años vista del inicio de la segunda guerra mundial.


(Parte II)

      Al inicio del presente hice referencia a la mentalidad y capacidad industrial e industriosa de ese gran pueblo y pobladores de los USA. Así y teniendo en cuenta la movilización efectiva general, que se produce con la entrada en guerra el 7 de diciembre de 1941 y consiguiente declaración de guerra el 11 de diciembre de 1941 por las fuerzas del eje. En gran parte del periodo al que me voy a referir, la mano de obra no era especialmente cualificada, pues fue durante la incorporación de las mujeres a todo tipo de puestos productivos, por la ausencia de varones, al encontrarse éstos movilizados en los distintos frentes europeos y asiáticos. Las mismas capaces mujeres, algunas veces ridiculizadas por ciertas “Desaforadas Feministas Folclóricas”, ya que, en un dado momento, con el cuerpo cansado por duras jornadas laborales, aguardaban colas interminables para poder  adquirir un par de medias de “nylon – seda”. Como si su coquetería femenina fuese un demérito a su condición de personas, con la capacidad de desempeño y cumplimiento de las más duras tareas laborales y el cuidado, en ausencia de sus parejas, de la familia y la precaria economía en que se tenían que mover. Mi más sincera admiración y respeto hacia ellas y a su feminidad y coraje.
 
      Si bien las grandes series de buques mercantes, desarrollados de acuerdo a la aprobación por parte del Congreso de los USA de la «Merchant Marine Act of 1936», sin entrar en pormenores de origen del proyecto y características principales, fue algo conocido por el gran público y sobre todo por aquellas personas que por vivir en las inmediaciones de puertos de mar, vieron hasta inicios de la década de los 70s del pasado siglo unos “vapores” con siluetas de gran semejanza entre sí. Variando ligeramente sus chimeneas, manguerotes  de ventilación y de disponer de ellos: arboladura y puntales de carga.

jueves, agosto 02, 2018

Los USA de los que el desconocimiento y/o el resentimiento injustificado nos hablan, a 79 años vista del inicio de la segunda guerra mundial.


    Este largo escrito por “entregas”, nace de forma casual en el trascurso de un desayuno, cuando al mencionar mi “adorada nietina” su miedo a los tsunamis, me hace rememorar mi primera estancia en los USA y en Alaska, allá por el año de 1957, y lo mucho que en un dado momento (marzo – abril de 1964), me afectó el saber de los efectos de uno de estos fenómenos sísmicos sobre una peculiar población, a la que a pesar de mi corta estancia en ella (cinco días), durante muchos años me sentí especialmente vinculado.
 
    Me estoy refiriendo a Whittier, “población” y puerto estratégico en aquellos momentos, en las inmediaciones de Anchorage, a la que entonces se accedía únicamente por medio de un corto ramal ferroviario del “ARR” (Alaska Railroad), a través de un largo túnel; por vía marítima o bien aérea.
 
    Dado lo extraño que eran en aquellos finales de la década de los 50s las salidas al extranjero, a mi regreso de los USA, la maestra me pidió que hiciese en clase una exposición sobre lo que había visto y aquello que más me hubiese llamado la atención. Inmediatamente me referí al citado Whittier. Así cuando afirmé que había estado en un pueblo de Alaska con una población aproximada a las 600 personas, las cuales vivían todos juntos en dos edificios únicos, que estaban dotados de todos los servicios comunales, me llamaron al unísono “bolero”: sinónimo de mentiroso a lo gordo. Según avance en la narración, aclarando que uno de los edificios autónomos lo habitaban sobre 400 militares y que el otro estaba ocupado por los 200 componentes de la comunidad civil, incluidos algunos niños, el calificativo de “bolero” arreció, pasando al grado de “super bolero”.