Una vez más, niego y reniego de la práctica generalidad de todos esos ampulosos conceptos, que se desprenden de altísimos organismo (como europeo y viejo, haré referencia a la “Torre Eiffel”) y sus consiguientes acrónimos ONU, OTRA, CEE y un largo etc. que a lo único que conducen es al bien vivir y nada hacer, de una serie de inútiles políticos y vividores de todo pelaje, carentes de toda idea de bien, que no sea su feliz vivir, mejor cobrar y figurar. Quienes en sus respectivos países causan o generan sombra a los que mandan y olvidaron lo que era gobernar, de ahí que esa su presencia en tan altísimos organismos dignifique una forma de quitárselos de encima, alejarlos manteniéndoles el bolso y el ego cubierto y que así no protesten.
También soy consciente de que las “Kartoffeln” se asan o cuecen con gas suministrado por el finquero ruso, futuro zar imperial de todas las “rusias”, habidas y por haber. De ahí que la “Kartofelera” tan demócrata ella y anticomunista, con la colaboración necesaria de todos los inútiles y desvergonzados políticos europeos y a costa de los ciudadanos de la ídem, reunificó ese hermoso país. Tan reguapo él, cuando existía por cuadruplicado: tres libres y uno de contrapeso, comunista.