Dice el
Mª. Moliner, del Deambular (del lat.
Deambulāre): intr. *Andar sin objetivo determinado; no se
aplica a distancias muy grandes: ‘Deambular por el palacio [o la ciudad]’. 1
Vagar. 2 *Callejear. A mi concepto la conjugación de este verbo es la más clara
definición del actual estado de opinión, generalizado en el mundo del “ecologismo económico folclórico”, donde deambulan en el corto,
plazo una variadísima caterva de vividores de toda estofa, a la que
ciertamente, en ámbitos que se consideran científicos, se les da la “bolilla”
precisa, para ellos seguir viviendo de hipótesis y planteamientos, en los
cuales sin aportar una centésima parte de las proporcionadas por J. E. Lovelock,
se permiten incluso, cuestionar hechos y acaecidos debidamente contrastados por
la paleontología y la climatología. No las de computador, sala de conferencias
y especial interés en salir en la foto con cita a pie de la misma.
Dado el
deambular al que se hace referencia en el párrafo precedente, nos encontramos
con la “compartimentación estanca” establecida entre los distintos ámbitos a
vivir del cuento: Ciertos Ingenieros se reúnen en fraternidad y campaña con un
grupo de industriales y desocupados afines. Hablan y se les llena la boca, con
la modernidad de sus construcciones, publicando la gran innovación tecnológica
no contaminante de la combustión de gas “natural”, como alternativa a los
derivados del petróleo. ¡Toma ecología y ecologismo…! Según se ve, los
técnicos, los constructores y los comparsas, saben que deben ser ecologistas,
pero no saben que el mal denominado gas “natural”, tanto en una combustión con
iniciación por chispa eléctrica, como por reducción de volumen y consiguiente
compresión, a la hora de emitir esos malévolos gases en escapes, en el mejor de
los casos, doblan a los generados con cualquier combustible líquido, siempre
que éste se “queme” a la debida temperatura de ignición.